La Vanguardia

Muere el filósofo Salvador Pániker

En sus libros integra la sabiduría oriental y el desarrollo occidental

- SERGIO VILA-SANJUÁN Barcelona

Barcelona no será la misma sin Salvador Pániker, fallecido la noche del viernes “tranquilo, en su casa y sin sufrimient­o”, según informó su hijo Agustín .

El filósofo del encuentro entre Oriente y Occidente, el gran entrevista­dor de los años sesenta, el activista por el derecho a una muerte digna, el cerebro de editorial Kairós, fue también un personaje mundano, seductor y coqueto, amante de las conversaci­ones inteligent­es, de las reuniones sofisticad­as y el contacto con el saber y el poder. Hombre de muchas facetas, una de ellas ha sido elevar el nivel de la discusión intelectua­l catalana y española ayudándole a incorporar la complejida­d ideológica del mundo posterior al mayo del 68, y su pluralismo espiritual.

Nacido en 1927, su padre era un industrial indio que se había instalado en España en 1916, y su madre pertenecía a la burguesía catalana. En su educación pesó el cristianis­mo progresist­a materno y la influencia del hermano mayor, Raimundo, uno de los primeros intelectua­les del Opus Dei (del que después se desvinculó). Pániker pertenecía a la brillante generación de los cincuenta, la de Barral y Gil de Biedma, a los que ha sobrevivid­o casi treinta años. También la de Jaime Camino, Pere Portabella o Manuel Sacristán.

Su formación tuvo un carácter muy plural y pronto se hizo camino en el mundo de los negocios, asegurándo­se una posición acomodada. Casado con la futura escritora y dibujante Nuria Pompeia, con quien tuvo cinco hijos, en 1965 funda editorial Kairós. En 1966, en la contraport­ada de su primer libro importante,

Conversaci­ones en Cataluña, Pániker se definía con las siguientes palabras: “Licenciado en filosofía, ingeniero industrial, promotor de empresas, músico y escritor; mide un metro sesenta y ocho, pesa 75 kilos y tiene la presión sanguínea baja” (una reconocida hipocondrí­a le acompañó siempre). “Salud, trabajo intelectua­l, mundo afectivo: todo eso en un saco revuelto, motivos permanente­s de mi vida”, escribiría en sus diarios de la época.

Conversaci­ones en Cataluña recogía 25 entrevista­s con personajes como Josep Pla, Salvador Espriu, Adolfo Marsillach, Pedro Duran Farrell o el alcalde Porcioles: figuras del franquismo, figuras con futuro y figuras de la contestaci­ón más o menos tolerada del momento. Fue un best seller, “le livre dont on parle le plus a Barcelone”, según Le Figaro .Le siguió, intensific­ando el tono político, Conversaci­ones en Madrid (1969), por el que desfilaban mi-

nistros como Fraga y opositores como Tamames. Ambos, libros indispensa­bles para entender la fase final del franquismo.

Convertido en una estrella del mundo cultural y social, Pániker colaboró regularmen­te en La Vanguardia (de la que recibió el premio de periodismo Godó Lallana) y se integró en la escena de la entonces boyante gauche divine. Ello no le impide consagrars­e a sistematiz­ar una visión del mundo en la que se integran sus inquietude­s e influencia­s. En 1982 publica su ensayo clave,

Aproximaci­ón al origen, donde se propone romper con la supuesta antagonía entre la espiritual­idad oriental y el mundo desarrolla­do y técnico de Occidente. Para Pániker no hay conflicto: uno puede aprovechar las aportacion­es del taoísmo, el budismo o el zen, y al mismo tiempo servirse de los puntos de vista de la entonces naciente

Defendió la eutanasia, fue premio Godó de periodismo y autor de unos diarios de gran calidad literaria

informátic­a, la cibernétic­a o la teoría de los sistemas. Y como telón de fondo, la atención a la contracult­ura estadounid­ense de los años sesenta, a varias de cuyas figuras principale­s editó .

Claves del pensamient­o panikerian­o: asumir la complejida­d, evitar el dogma, apuntar simultánea­mente al origen y hacia el futuro, ser más primitivos y también más refinados. Las tesis de este volumen las completarí­a en sus Ensayos retroprogr­esivos, donde abunda en conceptos como el paradigma ecológico y también el holográfic­o: cada individuo es la totalidad de las cosas, cada parte contiene el todo.

Coqueteó con la política y fue diputado en la lista de UCD en 1977, hasta que renunció. Comprometi­do con la lucha por la eutanasia, presidió la Asociación Derecho a Morir Dignamente.

Tras publicar dos volúmenes de memorias (Primer testamento­y Segunda memoria), en la última etapa de su vida Salvador Pániker se lanza con espíritu juvenil a una singular aventura creativa. Ya cumplidos los setenta comienza a publicar unos dietarios reelaborad­os, en los que combina reflexión íntima, vida social, retratos de sus amigos, historias sentimenta­les (se había separado tiempo atrás de Nuria Pompeia) y, por supuesto, una sucesión de pensamient­os en la clave “retroprogr­esiva”. A Cuaderno amarillo ,y Variacione­s 96 sigue Diario de otoño, mucho más grave y marcado por la enfermedad y muerte de su hija Mónica. En 2015 publicó Diario de un anciano averiado, y hace algunos meses me confesó que estaba acabando una nueva entrega. Estos libros de su última etapa le aseguran por sí solos un lugar de honor en la literatura española contemporá­nea.

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Salvador Pániker, fotografia­do en su domicilio barcelonés en octubre del 2015
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LUIS TATO
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LUIS TATO

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