Josep Maria Descarrega
Alumnos del instituto Joan Boscà de Barcelona pagan los estudios universitarios a una superviviente del virus
Una joven de Sierra Leona que quedó huérfana por el ébola puede ir a la universidad gracias a la ayuda de los alumnos de 3.º de ESO del instituto Joan Boscà de Barcelona por iniciativa del profesor Josep Maria Descarrega.
Abi Ngegba es un milagro amargo. Junto a su hermano Lanphia y su hermana Haja, sobrevivió por los pelos al ébola. Durante la epidemia que golpeó África Occidental del 2014 al 2016, estuvo tan débil que se recuerda a gatas, envuelta en vómitos y sangre, en el suelo de un centro sanitario de Moyamba, Sierra Leona. “Pensé que todo se había acabado”. Pero vivió. Lo hizo con cicatrices: su padre y sus dos hermanos mayores sucumbieron al virus. Como su madre había muerto antes por otra enfermedad, los hermanos se quedaron solos. Abi también es un milagro diferente. Hija de un director de escuela obsesionado con la educación de sus vástagos, Abi se curaba del trauma del ébola con poemas. Cada noche, escribía versos para hacer más soportable el dolor. “Cuando estoy sola, las palabras ayudan a veces”.
Pero hoy Abi es, sobre todo, un milagro dulce. Tras conocer su historia en las páginas de La Vanguardia, alumnos de 3.º de ESO del instituto Joan Boscà de Barcelona se movilizaron para ayudarla: el año pasado organizaron una fiesta solidaria para pagar los estudios universitarios de Abi. Con los casi 2.500 euros recolectados, cubrieron las tasas del primer año de la carrera de administración y finanzas en la Universidad de Sierra Leona, el alquiler de una habitación y la manutención de la alumna en la capital. La casualidad quiso que Abi celebrara su vigésimo cumpleaños el pasado martes, apenas unas horas antes de que se cumpliera un año del fin oficial de la peor epidemia de ébola de la historia, que dejó 11.323 muertos y tres países –sólo 15 de esas muertes se produjeron fuera de Guinea, Liberia y Sierra Leona– con una economía y una red saestudios, nitaria devastadas. Ahora Abi, como toda la región, busca pasar página.
Al menos ella lo está consiguiendo. Al otro lado del teléfono, la joven contagia su felicidad. “Sólo deseo poder ir algún día a agradecerles lo que han hecho por mí; cuando perdí a mis padres pensé que nunca podría estudiar pero ahora podré cumplir mi sueño y el que mi padre habría querido para mí”. Los alumnos mantienen el contacto con su compañera sierraleonesa con conexiones de Skype en la escuela o mensajes de WhatsApp. Y no la van a abandonar. El próximo mes de junio, el nuevo curso de 3.º de ESO organizará una nueva fiesta solidaria –venta de pasteles, de lotería, actos para familiares...– para conseguir el dinero del próximo curso de Abi. El profesor de Geografía Humana y motivador de la iniciativa, Josep Maria Descarrega, resume ese compromiso sostenido sin adornos. “Mis alumnos no le fallarán”. Cada año, el nuevo curso de los alumnos de 14-15 años se hará responsable de que no se corte la ayuda. “Desde el principio tuvimos claro que la ayuda debía ser hasta el final de sus y la motivación de los alumnos es máxima. Incluso algunos de los que ya han pasado de curso siguen implicados”.
En realidad, es una ayuda mutua. A Anna Fenech y Albert Roig, ambos de 14 años, involucrarse en el proyecto solidario les ha dejado marca. “Su historia es muy triste, pero también es una historia de lucha –explica Anna–, Abi es una chica muy fuerte, que ha superado muchas dificultades; es un modelo a seguir”. Gracias a las conversaciones por redes sociales o las explicaciones de Descarrega, los alumnos aprenden la forma de vivir y estudiar en un país pobre como Sierra Leona. A Albert le ha abierto los ojos. “Aprendemos a ayudar a los demás y también que no todos lo tienen tan fácil como nosotros”.
En Freetown, Abi está contenta porque, asegura, el país está pasando página. Empieza a sentirse una más y ya casi no siente el estigma de ser una superviviente de ébola. Lo que más le gusta de la Universidad es estudiar porque, dice, mientras aprende se olvida de los problemas. Su objetivo es continuar el legado de su padre. “Quiero ayudar a los niños de Sierra Leona, darles una buena educación. Mi padre decía que, si teníamos éxito, debíamos acordarnos de los demás”.
Un año después del fin oficial de la peor epidemia de la historia, la duda es saber si la región puede respirar tranquila. Para la egipcia Alanna Shaikh, experta en desarrollo de las Naciones Unidas, la respuesta es no. En un artículo de diciembre, advertía que el ébola regresará en 2017 porque la red sanitaria en la región no ha mejorado y la destrucción del hábitat de la fauna salvaje —monos y murciélagos son portadores potenciales del virus— provoca más contactos entre humanos y animales. “No lo hemos vencido. No aprendimos lo suficiente, o no cambiamos suficientes cosas, para prevenir otra pandemia. Con pocas excepciones, somos tan vulnerables al ébola como lo éramos en el 2014”.
Luis Encinas, experto en ébola que viajó cinco veces a la región para luchar contra la epidemia con Médicos Sin Fronteras, señala que, por estadística, surgen casos de ébola cada dos años en África, pero para él la diferencia será la reacción.
Para el experto de MSF, la clave es que los sistemas de detección de casos y de aislamiento estén preparados. “Para ello —explica— se necesitan tres cosas: material apropiado, recursos humanos disponibles y conocimiento, que se refresque al personal médico el modo de actuación ante una nueva emergencia”.
Hay otra diferencia. La vacuna contra el ébola rVSV-ZEBOV, con un 100% de efectividad según la Organización Mundial de la Salud (OMS), obtendrá la licencia a finales del 2017.
Ayudar a Abi Ngegba es un gran aprendizaje para los estudiantes de 3.º de ESO del Joan Boscà Abi estudia la carrera de Administración y Finanzas en la Universidad de Sierra Leona