Afortunada Casa Blanca
La Casa Blanca presume de lo ricos que son los nuevos gobernantes de EE.UU.
Ivanka Trump, la hija predilecta del presidente de EE.UU., y su marido, Jared Koshner, han declarado bienes por un valor patrimonial que supera los 740 millones de dólares.
Ivanka Trump, la hija predilecta del presidente de Estados Unidos, ha asumido un cargo de asesora en la Casa Blanca, con despacho y secretaría, pero ha renunciado al sueldo. Se lo puede permitir porque para ella cobrar de la administración alrededor de 100.000 dólares al año sería tanto como añadir una engorrosa calderilla a su millonaria fortuna que además podría acarrearle problemas éticos y fiscales. Ivanka y su marido, Jared Kushner, son jóvenes –ambos nacieron en 1981– y sobradamente preparados para los negocios. Han declarado bienes por un valor patrimonial que supera los 740 millones de dólares (694 millones de euros).
Ni Ivanka ni Jared necesitan el salario público porque sus propiedades continúan generando beneficios millonarios. Siguen recibiendo dividendos de sus inversiones en el mercado financiero y de una inmobiliaria. Varios expertos aseguran que a la larga esos ingresos procedentes de negocios privados les situarán en el centro de conflictos de intereses. El presidente de EE.UU. tiene inmunidad respecto a un posible conflicto de intereses, pero no el personal de la Casa Blanca, que, por ley, tienen prohibido tomar ninguna decisión que pudiera beneficiar a sus empresas.
Jared Kushner ha llevado a cabo importantes operaciones inmobiliarias con potencias extranjeras como China y luego tanto él como Ivanka han participado en las reuniones de Donald Trump con los líderes extranjeros que han visitado la Casa Blanca. Esta semana esperan la visita del líder chino Xi Jinping, que está despertando una expectativa enorme.
La Casa Blanca puso a información pública el viernes por la noche las declaraciones patrimoniales de 180 altos cargos de la nueva administración y resulta que la inmensa mayoría son millonarios o billonarios como se denomina en Estados Unidos a los que tienen un patrimonio superior a los mil millones de dólares. Trump hizo una campaña muy populista dirigida a la clase obrera, los mineros, los trabajadores de la industria manufacturera, los empleados –y desempleados– “de cuello azul”, como se les denomina, pero para gobernar Trump sólo ha confiado en personas procedentes de la élite financiera que han amasado fortunas millonarias a base de inversiones en Wall Street, Hollywood, el mercado inmobiliario y los medios de comunicación.
Del informe de la Casa Blanca se desprende que las fortunas sumadas de 27 altos cargos de la nueva administración federal superan lo 2.300 millones de dólares. En la relación de la Casa Blanca no figuran los miembros del gabinete, que ya dieron a conocer su declaración patrimonial durante su comparecencia ante el Senado. Ya se ha publicado que el gabinete de Trump es el más rico de la historia de Estados Unidos. Entre todos sus miembros, ganaban más dinero en un año que el que reunían los cien millones de compatriotas más pobres. De ello siempre ha presumido Trump: “Quiero gente que haya sabido hacer fortuna”, solía decir en campaña y lo ha vuelto a destacar ahora el portavoz Sean Spicer: “El presidente ha traído a esta administración a personas muy exitosas que han renunciado a mucho para entrar en el Gobierno”.
La hija del presidente ha renunciado al sueldo de funcionaria, pero no a los beneficios de sus inversiones