Un presidente con oscuros negocios
Hasta las elecciones presidenciales del 2013, Horacio Cartes se vanagloriaba de no haber votado nunca. Este empresario millonario de 60 años, divorciado y con tres hijos, irrumpió en la política paraguaya en el 2009, al ingresar en el conservador Partido Colorado. Su carrera fue fulgurante, pese a su sospechoso pasado. Nacido en Asunción, el padre de Cartes, representante en Paraguay de una empresa de avionetas, envió al hijo a Estados Unidos para que estudiara aeronáutica. Pero el joven no duró más que un curso. Regresó y montó un negocio de cambio de divisas, hasta que fue acusado de operaciones fraudulentas y tuvo que esconderse de la justicia. Pasó cuatro años en Pedro Juan Caballero, localidad fronteriza con Brasil, conocida como la capital de la droga paraguaya. Finalmente se entregó y estuvo siete meses en la cárcel. Hombre de negocios hábil, en los siguientes años creó uno de los mayores holdings del país, que incluye compañías de tabaco, refrescos, transporte y ganado. También posee un banco de contabilidad poco clara. Brasil lo investigó por contrabando de tabaco y el 2003 la policía encontró en una de sus fincas una avioneta con 17 toneladas de droga. Nunca se pudo probar nada, aunque en los papeles que destapó Wikileaks, la embajada de Estados Unidos daba por hecho que el presidente Cartes dirigía una red de lavado de dinero. Gran aficionado al fútbol, antes de entrar en política había presumido de otra presidencia, la del Libertad, un histórico club de primera división.