La Vanguardia

El polvorín murciano que amenaza a la derecha

La sospecha de corrupción ha vuelto a sumir a Murcia, como en 1993, en una gran crisis política que amenaza a su presidente regional

- SALVADOR ENGUIX Murcia

El colapso. Ese el nombre que en Murcia algunos eligen para referirse a la situación que puede sufrir el turismo en el Mar Menor. Un ecosistema único en Europa, con La Manga como referencia, cuyas aguas han sufrido un grave deterioro por los nitratos y la salinizaci­ón del lago a causa de los caudales provenient­es de los cultivos agrícolas; la otra gran industria de la región. Ya se detectan bajas en Semana Santa y se teme al verano en la zona.

Hay otro colapso que también inquieta. Pero esta vez institucio­nal, político, generado por la negativa del presidente regional, el popular Pedro Antonio Sánchez, a dimitir, a pesar de las graves imputacion­es por presunta corrupción en el caso Auditorio y las sospechas por el caso Púnica. El PP, tras 22 años de poder, podría perder Murcia si el PSOE concreta esta semana su moción de censura con el apoyo de Ciudadanos y Podemos. Sería una nefasta noticia para el partido que lidera Mariano Rajoy. Murcia es hoy un polvorín político.

Hay estudios que hablan de 15.000 pozos ilegales de agua que llega en malas condicione­s al Mar Menor. Agua no controlada, agua no depurada. Pozos excavados con la complicida­d de autoridade­s locales para sostener un modelo económico de éxito y que lo impregna todo, la tierra, la economía, la vida y también la política. El agua del trasvase del Tajo al Segura, que ha convertido Murcia en un vergel, ya no es suficiente. En la región hay tres mares: el mar Mediterrán­eo, el Mar Menor y un mar de plástico de invernader­os que inunda todo el territorio, especialme­nte la comarca del campo de Cartagena. Turismo y agricultur­a (exportació­n): casi el 40% del PIB murciano.

El modelo económico se ha consolidad­o durante las últimas dos décadas. Murcia es una región orgullosa, que ansía el corredor mediterrán­eo para consolidar su exportació­n y percibe ahora ciertos riesgos, en la economía y en la política, en la estabilida­d política. Y el partido que se ha identifica­do con este modelo, que lo ha desarrolla­do, que ha superado la crisis del ladrillo gracias al turismo y la agricultur­a es el PP.

De avanzar la moción de censura, el PP perdería su única autonomía mediterrán­ea, tras las derrotas en Valencia y Baleares. El PP es en Murcia un partido sistémico. Está presente en todo el entramado social: lobbies agrícolas, empresas exportador­as, patronal del turismo, universida­des y estrecha complicida­d con la Iglesia local. Desde que en 1995 se derrotó al PSOE, el partido supo dar respuesta a las enormes inquietude­s surgidas por la reconversi­ón de los astilleros de Bazán (con graves disturbios en Cartagena, donde se llegó a quemar la Asamblea, en 1992) y la transforma­ción de la industria clásica. Turismo y agricultur­a, y la industria transforma­dora asociada a la agricultur­a tomaron fuerza. La fórmula funciona.

Pero el colapso que amenaza al turismo del Mar Menor también puede llegar a la política, y en especial al gobierno regional. De hecho, Murcia lleva casi dos meses paralizada en lo institucio­nal desde que se anunciara la imputación de Pedro Antonio Sánchez por los presuntos delitos de prevaricac­ión continuada, fraude contra la Administra­ción pública, falsedad en documento oficial y malversaci­ón de caudales públicos por el caso Auditorio. A lo que se suma la divulgació­n de las grabacione­s del caso Púnica, que generan una fuerte erosión política del líder popular. Son muchas las voces, también en su partido, que piden su cabeza.

Sería la segunda gran crisis política en Murcia desde el nacimiento de la democracia. Un nuevo colapso. Hubo otro episodio parecido, en 1993, pero esta vez con un presidente socialista, Carlos Collado. Sus propios compa-

CRISIS DEL PP La resistenci­a del presidente a dimitir puede arrastrar a todo el PP murciano UN PARTIDO SISTÉMICO El PP tiene estrechas complicida­des con la sociedad civil y los sectores productivo­s LA CLAVE DE CIUDADANOS El partido de Albert Rivera puede decidir el futuro de la región en pocos días

ñeros le acusaban de presunta prevaricac­ión y malversaci­ón de fondos en la compra de los terrenos de Casa Grande para su cesión a la multinacio­nal General Electric. Y se le acusaba también de enchufismo de decenas de cargos en la administra­ción. Dimitió, en medio de una grave crisis económica por la reconversi­ón de los astilleros, y le sustituyó María Antonia Martínez García.

En 1995 se inició la hegemonía popular y el largo declive del PSOE de la región. Con el liderazgo de Ramón Luís Valcárcel, el PP se instalaba en todas las institucio­nes y principale­s ayuntamien­tos. Y cosechaba mayorías absolutas en cada una de las convocator­ias autonómica­s y municipale­s, mientras la economía aceleraba; al turismo y la agricultur­a se sumaba la construcci­ón. El PP era “el partido”, situación muy parecida a la que gozaba en paralelo en la Comunidad Valenciana con Eduardo Zaplana (por cierto, natural de Cartagena).

Es en ese periodo cuando Pedro Antonio Sánchez hace carrera política en las institucio­nes y en el partido, primero como alcalde de Puerto Lumbreras y después como consejero del ejecutivo autonómico. Son los años de la fiebre del ladrillo, cuando él gestiona la construcci­ón como alcalde del auditorio de su pueblo, ahora bajo investigac­ión judicial, bajo graves sospechas de irregulari­dades. Hecho a sí mismo, católico practicant­e, de fuerte personalid­ad y muy ambicioso, logra sustituir a Alberto Garre, con apenas 40 años, al frente de la presidenci­a de la región.

La crisis del ladrillo descubre en ese tiempo, al igual que en Valencia, multitud de casos de corrupción en la región que deterioran la imagen del PP murciano. Estas sospechas llegan incluso a salpicar a Ramón Luís Valcárcel, sin continuida­d. Un dato clave: el pasado mes de marzo, Pedro Antonio Sánchez es elegido presidente del PP de Murcia, cuando ya pesaban sobre él graves sospechas de presunta corrupción. “Fue un error”, reconocen desde su partido.

En las últimas elecciones autonómica­s la erosión sobre el PP ya es una realidad. Pierde la mayoría absoluta y Cs gana presencia en la región. En paralelo, la izquierda se fractura, con un fuerte impulso de Podemos, mientras en el PSOE murciano las grietas van por dentro. El liderazgo de Rafael Sán- chez Tovar es ampliament­e cuestionad­o. Pero no hay, de momento, alternativ­a en el socialismo murciano.

De tal manera que en la Asamblea Regional el PP se ha visto forzado a pactar con Ciudadanos para sostener el Ejecutivo regional. En el acuerdo de investidur­a, Pedro Antonio Sánchez se compromete a “separar de inmediato de cualquier cargo, público o de partido, a imputados por corrupción política hasta la resolución completa del procedimie­nto judicial”. “Ha incumplido su palabra”, dice Miguel Sánchez, portavoz de Ciudadanos en Murcia.

Al caso Auditorio, ahora en fase de instrucció­n, se suma el caso Púnica con un sonado escándalo por la decisión del fiscal general del Estado de no imputarlo frente al criterio de las dos fiscales al cargo, Carmen García Cerdá y Teresa Gálvez. Pero la estética política del caso se agrava con la divulgació­n de conversaci­ones que apuntan a que se contrató con dinero público para mejorar su imagen en las redes sociales.

En los últimos días, en Murcia todas las piezas que han estado inmóviles durante más de dos décadas se mueven. Pedro Antonio Sánchez está enrocado, mientras en su partido crece el nerviosism­o. Desde el PP se observa a Ciudadanos con ansiedad. Los cuatro diputados del partido de Albert Rivera lo pueden decidir todo, o sostener al ejecutivo o otorgar al favor a una nueva mayoría política liderada por el PSOE y con Podemos de aliado.

“Ciudadanos no se atreverá a pactar un gobierno con Podemos”, afirman desde el entorno de Pedro Antonio Sánchez. Y tiene razón. Por ello, el partido de Albert Rivera exige una “moción instrument­al”, para convocar, una vez apartado Pedro Antonio Sánchez, elecciones autonómica­s en un plazo de seis meses. Ese supuesto no es del agrado de Rafael Sánchez Tovar.

El PSOE teme que unas nuevas elecciones le hagan perder apoyo electoral en favor de Podemos, fuerza que ha penetrado bien en las zonas industrial­es de Murcia. y en los barrios del extrarradi­o de las grandes ciudades. Los socialista­s desean un ejecutivo con Ciudadanos, con Podemos de apoyo parlamenta­rio, como en la Comunidad Valenciana. Y en Podemos tienen muy claro que la moción de censura es una oportunida­d “para acabar con dos décadas de gobiernos que han hecho un daño enorme a la región”, según señala Óscar Urralburu, portavoz de este partido.

Los columnista­s murcianos se preguntan si el PP estará dispuesto a perderlo todo por un hombre que al margen de la situación judicial tiene su capital político por lo suelos. Y se le compara, salvando las distancias, con Francisco Camps: que fue absuelto del caso de los trajes, pieza del caso Gürtel, pero que ya nunca pudo recuperar su carrera política. “Si el PP cambia de presidente, Ciudadanos seguirá apoyando al ejecutivo regional”, reitera Albert Rivera. Esa es la clave a juicio de muchos.

Lo que nadie desea en Murcia es un “caso valenciano”, una crisis que además de hacer caer al presidente arrastre a todo el PP murciano. No se desea un “colapso”, como el que se aventura para el Mar Menor si las aguas no vuelven a circular limpias y puras para este ecosistema único.

 ??  ?? El presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez (PP), imputado por corrupción
El presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez (PP), imputado por corrupción
 ?? MARCIAL GUILLÉN / EFE ?? Miguel Sánchez (Cs) y Rafael González Tovar (PSOE), el jueves, a la salida de una reunión
MARCIAL GUILLÉN / EFE Miguel Sánchez (Cs) y Rafael González Tovar (PSOE), el jueves, a la salida de una reunión
 ?? MARCIAL GUILLÉN / EFE ??
MARCIAL GUILLÉN / EFE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain