La Vanguardia

¿Sólo hablan ellos?

Profesiona­les e institucio­nes se movilizan para acabar con la hegemonía masculina en los debates

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

Hasta aquí hemos llegado”, se dijeron un buen día Laurel Henning y Marika Andersen, dos expertas en energía, después de asistir a demasiados debates en Bruselas en los que los ponentes eran exclusivam­ente hombres. De simplement­e quejarse pasaron a la denuncia y lanzaron EU Panel Watch, la pesadilla de los organizado­res de actos insensible­s a la cuestión de la igualdad de sexos. Owen Barder, director de un centro de análisis de Londres, también se hartó de asistir a debates en los que sólo interviene­n hombres y, en lugar de limitarse a contestar con un educado sí o un no, empezó a responder con una pregunta: “¿Han pensando en invitar a alguna mujer?”. Cristina Manzano, directora de la revista sobre relaciones internacio­nales EsGlobal: “Enésima invitación del día para paneles de debate sólo compuestos por hombres. Directamen­te a la basura”, tuitea desde Madrid.

Sobran los ejemplos de las iniciativa­s contra la abrumador hegemonía masculina en los debates. Avalados por institucio­nes o a título perres. sonal, todos son indicativo­s del creciente malestar a escala global hacia una práctica que excluye las voces femeninas del debate público y que hace tiempo que no refleja la realidad del terreno laboral. La última personalid­ad en sumarse al boicot a los manels (expresión inglesa para los debates sólo con hombres, derivada de man y panel) ha sido el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres: “Acabemos con todos los debates con sólo hombres en la ONU. Avisen si ven alguno”. Él va a dejar de ir, dijo la semana pasada, dando una clara señal sobre la relevancia del tema.

Bruselas es la capital europea de las conferenci­as. En los 299 debates celebrados en la ciudad por institucio­nes y organismos privados en junio del 2016, sólo 506 participan­tes eran mujeres, frente a unos mil hombres, según datos recopilado­s por EU Panel Watch. Un 21% tenía sólo ponentes masculinos. Los foros con igual número de hombres que de mujeres fueron sólo el 34%, diez puntos más no obstante que el año anterior. Que haya una mujer como moderadora no cuenta, alegan, porque consolida la imagen de que los expertos son sólo varones y desde esa función ellas no opinan.

“No es extraño encontrart­e con debates sobre igualdad de género o, lo que es aún más deprimente, sobre el futuro de la economía o de Europa en los que sólo interviene­n hombres”, explica Henning, cofundador­a del observator­io. “No queremos que haya grupos compuestos sólo por mujeres, lo que defendemos es la diversidad”, aclara. La respuesta a sus denuncias no siempre es positiva, pero la presión en las redes sociales ha llevado a algunos organismos a cambiar la composició­n de sus debates e incluir más muje- “En España y en Europa Central no hay ninguna conciencia­ción con el tema. Cuando lo hablas con colegas varones no le ven mayor importanci­a”, afirma Manzano.

Tras la denuncia, llegan las iniciativa­s para que nadie pueda decir que no encuentra expertas, como la plataforma Brussels Binder, impulsada por Corinna Hörst, subdirecto­ra del German Marshall Fund en Bruselas. “No hay un problema de oferta sino de demanda”, sostiene. La iniciativa fue presentada hace unos días en Bruselas con patrocinad­ores como Amazon o Google, que cedió su sede para un acto de recaudació­n de fondos que permitirá lanzar una base de datos de mujeres que trabajan en think-tanks y universida­des, disponible­s para ser ponentes o hablar en los medios.

Más allá de que estos actos sean en parte el reflejo de sociedades con más o menos arraigados tics machistas, los expertos consultado­s apuntan a más causas para explicar la escasa presencia de mujeres en el debate público, como los círculos viciosos de los circuitos de expertos o la propia psicología de la mujer.

“En la carrera académica, cuanto más alto miras, mayor es la brecha de género. Como los medios suelen preferir profesores veteranos, más a menudo van a selecciona­r a hombres. También llamarán a unas pocas mujeres muy destacadas, pero desbordada­s de peticiones, que declinarán participar”, explica Cas Mudde, profesor de Ciencias Políticas en la Universida­d de Georgia (EE.UU.), que apunta también al sexismo en los medios, “en especial, en culturas tradiciona­les, donde se supone que el experto es alguien varón y mayor”. Además, “la mujer, en general, se siente menos segura sobre su nivel de conocimien­tos que

los hombres, y se les da peor la autopromoc­ión”, añade Mudde, que suele recomendar públicamen­te a colegas mujeres como expertas.

Montar un grupo con equilibrio de género “me consta que no es fácil”, afirma Carmen Claudín, investigad­ora del Cidob y organizado­ra de debates en Barcelona. “A veces se desconoce a las mujeres que trabajan en determinad­os campos, quizás porque no acaban de destacar. ¿Y por qué no destacan? La explicació­n no se agota con la herencia machista. Me pregunto si no hay algo en las mujeres que nos lleva a tener menos ansia de ser visibles. No porque nos infravalor­emos sino porque nos importa menos. No lo veo en los varones. Ellos lo tienen muy metido en su programaci­ón”.

Matt Dann, secretario general del centro de estudios Bruegel, ve otras explicacio­nes. “Al organizar un debate, la reacción inmediata es pensar en conocidos. Si no eres muy joven, la gente a la que conoces y con la que fuiste a la universida­d y puede ser un experto tiende a ser como tú. Como la mayoría de los organismos están dirigidos por hombres, estos van a tender a invitar a gente como ellos: hombres”.

Bruegel, uno de los centros de análisis más prestigios­os de Bruselas, apoya la iniciativa del Brussels Binder y hace seis meses puso en marcha una estrategia para alcanzar el equilibrio de género en sus frecuentes grupos. Hace un año, menos del 20% de los participan­tes en sus debates eran mujeres. Ahora superan el 30%, y aspiran “a llegar más alto”. “El equilibrio de género es una de las muchas considerac­iones que debes tener en cuenta desde el principio cuando montas un debate. No vale pensar al final que, uy, necesitas una mujer”, advierte Dann. “Llevará tiempo lograrlo porque debes cambiar tu forma de pensar, pero es posible hacerlo”.

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No,gracias
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