¿Por qué el cielo de día es azul?
El cielo es azul porque el sol pertenece a la secuencia principal de estrellas y por tanto aún convierte hidrógeno en helio liberando la energía sobrante en una serie de ondas electromagnéticas que incluyen el espectro completo de luz visible y con él todos los tonos posibles de azul.
El cielo es azul porque otras estrellas remotas produjeron hierro, níquel, nitrógeno y otros elementos que se aglutinaron en la Tierra en cantidad suficiente para atrapar gravitatoriamente a los de naturaleza gaseosa, que como tales tendían a escaparse.
El cielo es azul porque nuestros antepasados, las bacterias, inauguraron hace millones de años un ciclo que aportaría a esta atmósfera inicial grandes cantidades de oxígeno y nitrógeno, momento hasta el cual el cielo era probablemente de otro color triste o vago.
De noche el cielo es negro incluso alrededor de las farolas y, cuando está nublado, el cielo es blanco o gris dependiendo de la concentración de gotas de agua en las nubes. Pero, cuando el sol brilla en las horas centrales de un día despejado, el cielo es azul porque las moléculas de aire de la atmósfera tienden a absorber y reemitir la luz en todas direcciones, con mayor probabilidad para los colores de longitud de onda más corta, azules y violetas, haciendo del cielo una especie de lámpara que nos ilumina con colores fríos.
Si lo mira una abeja, el cielo tiende al ultravioleta, pero el cielo es azul si lo mira un humano porque la luz que dispersa la atmósfera excita los receptores de azul de nuestros ojos en mayor proporción que los receptores de verde o de rojo.
El cielo es azul porque, con cualquier otra combinación de hechos, no estaríamos aquí para contarlo.
Cuando por último la luz del sol declina en el horizonte y tiene por tanto que atravesar una cantidad mayor de atmósfera para llegar a nuestros ojos, el cielo ya no es azul sino amarillo.