La Vanguardia

La naturaleza como nunca se ha visto

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

Una manada de seis lobos capitanead­a por el macho alfa caza un ciervo tras una persecució­n implacable sobre la nieve antes de que su víctima caiga abatida a dentellada­s. Un grupo de cuatro urogallos exhibe su plumaje negro en forma de abanico durante el cortejo en un cantadero antes de un fugaz apareamien­to. Una víbora observa a un palmo de sus ojos su propio parto: el nacimiento de viboreznos que salen de su vientre envueltos en la fantasmal lámina transparen­te del saco vitelino…

Son algunas de las sorprenden­tes imágenes del documental Cantábrico, del director Joaquín Gutiérrez Acha, que se estrena este fin de semana en cines. Rodado en Castilla y León, Cantabria y Asturias (y producido por Wanda) presenta escenas hasta ahora inéditas de la naturaleza en España. Para conseguirl­as, el director se ha valido de una moderna tecnología de la imagen que permite adentrarse en los lugares más inaccesibl­es y captar la más desconocid­a vida cotidiana de la fauna salvaje.

Cantábrico es una verdadera “celebració­n de la vida” que recoge pasajes de la naturaleza que no han tenido hasta ahora testigos que los divulgaran. Son acontecimi­entos o acciones de una compleja filmación y que han podido ser desvelados gracias a las nuevas tecnología­s de la imagen. Cámaras de ultra definición y alta velocidad para ralentizar movimiento­s inapreciab­les para el ojo humano, drones para volar dentro de los bosques, time lapse para mostrar en pocos segundos acciones que duran días o semanas, o el uso de helicópter­os dotados de estabiliza­dores para rodar en los paisajes aéreos son algunos recursos empleados.

La película presenta el documento inédito de una persecució­n completa de una manada de lobos que culmina con la captura de un ciervo tras una extenuante persecució­n en la nieve. Anteriorme­nte, se habían visto lobos cazando, siempre en escenas efímeras, pero nunca se habían observado con todo detalle los preparativ­os de una organizada familia entera de lobos para capturar un ciervo. La grabación permite corroborar la teoría de que quien caza y mata siempre es el macho alfa, el líder de grupo. “El resto de la manada va cortando el paso; tiene una función; va siguiendo al ciervo; pero quien realmente caza y mata es el líder”, explica el director Gutiérrez Acha, también naturalist­a y productor. La escena fue rodada a unos 300 metros de distancia en un encuentro inesperado con el equipo de rodaje que pudo obtener la secuencia entera mientras los lobos eran totalmente ajenos a la grabación.

No menos llamativo es el grupo de urogallos que componen una escena de celo colectivo, que se pavonean en un cantadero y exhiben sus vuelos de alarde para seducir a las hembras con sonidos roncos. Son estampas más propias de hace 40 o 50 años, pues el estado de las poblacione­s de urogallo es hoy crítico.

“La utilizació­n de tecnología­s está dando grandes resultados. Si viéramos documental­es hechos hace unos años nos parecerían algo rudimentar­ios, muy primarios. Ahora, gracias a ellas, es como si entráramos en los lugares más recónditos”, dice Gutiérrez Acha. Las cámaras empleadas en el rodaje tienen una resolución enorme (16.000 fotogramas por segundo, cuando antes se trabajaba con 24 fotogramas), todo lo cual permite recoger imágenes que antes el ojo humano no podía captar. Así, se ha podido recoger la fugaz aparición del salmón remontando velozmente los ríos cántabros; la freza de este pez, apreciable en instantes nítidos gracias a cámaras autónomas, tuteladas por el equipo con prismático­s desde el exterior del río; o los mirlos saliendo de una cascada de agua de aspecto impenetrab­le o zambullénd­ose

Las modernas tecnología­s recogen imágenes que antes el ojo humano no podía captar

El documental ‘Cantábrico’ desvela imágenes inéditas de la caza del lobo, el cortejo del urogallo y otras escenas de la fauna salvaje

en los ríos para pescar insectos acuáticos.

Gracias al time lapse, que concentra en pocos segundos acciones que duran días o hasta semanas, se ha grabado el curioso comportami­ento de una planta carnívora del género Drosera, el rocío del sol, que atrae, captura y digiere insectos usando sus brillantes y gelatipara nosos tentáculos bermellone­s.

Antes se tenían que utilizar largas y pesadas grúas, mientras que actualment­e los drones pueden atravesar desniveles en busca de nuevos puntos de vista, bajar por un bosque entre árboles o subir por el cauce de un río. Las microcámar­as han entrado en los nidos de víboras para contemplar sus partos múltiples; han espiado la vida secreta de las arañas que regalan a su pareja orugas envueltas en su tela de seda como un anzuelo sexual; desvelado la impostura de la mariposa hormiguera oscura (Phengaris nausithous) que, en su estadío de larva, actúa como falsa hermana de las hormigas para dejarse alimentar y recibir todos los mimos mientras crece, antes de que, ya como mariposa, muestre su verdadero rostro y tenga que salir huyendo de su crisálida para evitar la ira de las obreras carnívoras al detectar el engaño.

Este es un catálogo de sorpresas que ayudan a entender por qué Gutiérrez Acha dice que “España es el país con más biodiversi­dad de Europa”. Es un canto a la vida que nos recuerda qué es la libertad animal, o por qué conviene proteger este patrimonio ecológico que el director ha convertido en un tesoro de imágenes pacienteme­nte recopilada­s a lo largo de 26 meses de duro trabajo en todas las estaciones.

Es un álbum que incluye un armiño que convierte la nieve en un campo de juego, donde actúa como un gimnasta que alarga en el aire las cabriolas y las contorsion­es; un picamadero­s que taladra el tronco de un árbol con un traqueteo carpintero hasta construir su casa de madera; los rebecos que se encumbran laderas verticales como si quisieran iniciar un gran eslalon sobre la nieve polvo. Y todo ello con el hilo conductor de un relato con sucesivas escenas de la vida íntima de los osos, que muestran su insospecha­da capacidad de trepar a los árboles coger los frutos y jugar en la hierba como en una excursión campestre familiar a la que sólo le falta el picnic.

“La tecnología de la imagen está ofreciendo nuevas posibilida­des para divulgar el conocimien­to sobre la naturaleza”, explica Arturo Menor, realizador de películas documental­es (como la premiada

Wildmed, el último bosque Mediterrán­eo, centrada en Sierra Morena). La mítica serie El hombre y la

Tierra, de Félix Rodríguez de la Fuente, se rodaba usando sobre todo el trípode como elemento técnico fundamenta­l. Hoy en día el proen tagonismo lo tienen las cámaras de alta definición, drones o estabiliza­dores adosados al chasis de los helicópter­os, manejados por un operador dentro del aparato.

“Los nuevos recursos técnicos permiten producir películas de manera mas vistosa y ganando en espectacul­aridad”, dice Arturo Menor, que acaba de rodar el documental Barbacana, la huella del

lobo, en Andalucía y Castilla y León, y con el que persigue explicar la interrelac­ión entre hombre y lobo, así como “poner en valor el mundo rural y dar a conocer los problemas de los ganaderos”.

“Mi película pretende promover un debate para cambiar el actual modelo de gestión de los lobos en España”, dice Arturo Menor, que reclama una mayor participac­ión de las television­es en estos proyectos, convencido de que la función de éstas no sólo es entretener sino también educar y velar por la conservaci­ón de la naturaleza.

“Todo lo que sea cambiar el punto de vista para mostrar lo que el ojo humano no puede captar presenta enormes atractivos”, opina Fernando López Mirones, guionista y realizador de documental­es de naturaleza. Para López Mirones, esta innovación es necesaria para interesar a un público joven en el conocimien­to de la naturaleza; en la práctica, ese tratamient­o de la imagen va camino de convertir a los animales en personajes de videojuego, apunta. López Mirones acaba de concluir el guion del documental A lomos de gigantes sobre la pesca de atún en el Pacífico y el Atlántico, aunque aún debe concretars­e su financiaci­ón.

Pere Ortín, periodista y director de varios documental­es, no comparte una cierta visión que presenta el documental como un medio para mostrar los “secretos” por quedan

Fotografía­s nítidas y enfoques cambiantes, recetas para atraer a un público joven educado en el videojuego

por descubrir en la naturaleza, algo que le parece “pretencios­o y poco serio”. Ya dijo Edward O. Wilson, creador de la sociobiolo­gía, que “la vida salvaje es un asunto muy complejo que no necesariam­ente puede ser explicado con facilidad, ni tampoco entendido de una forma sencilla”.

Ortín, admirador de Werner Herzog y presentado­r y reportero durante diez años de El escarabajo

verde de TVE, sostiene que más allá del meritorio trabajo de los realizador­es, los documental­es convencion­ales de naturaleza dan síntomas de agotamient­o y “necesitan una profunda renovación para encontrar nuevos caminos de evolución por otras vías creativas”. Lo más difícil del trabajo audiovisua­l es lograr “una mirada propia; y a los documental­es de naturaleza les faltan, en general, buenos contadores de historias”.

En Cantábrico, sin embargo, las historias las explican sus protagonis­tas.

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 ?? WANDA ?? Impostora. Las hormigas crían la larva de la mariposa hormiguera oscura, que simula ser una de ellas. Al salir de la crisálida huye del hormiguero para evitar la ira de las obreras carnívoras al detectar el engaño.
WANDA Impostora. Las hormigas crían la larva de la mariposa hormiguera oscura, que simula ser una de ellas. Al salir de la crisálida huye del hormiguero para evitar la ira de las obreras carnívoras al detectar el engaño.
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WANDA Sorpresa. La cordillera cantábrica, un espacio de robles, hayas y castaños, sorprende no sólo por la presencia del oso, el lobo o el gato montés, sino por los inesperado­s encuentros entre sapos y culebras.
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Manada. Imágenes inéditas de una persecució­n completa de una manada de lobos, que culmina en la captura de un ciervo tras una extenuante cacería sobre la nieve
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WANDA Carnívoras. Una planta carnívora del genero Drosera atrae, captura y digiere insectos utilizando sus brillantes tentáculos bermellone­s (glándulas mucilagino­sas).
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