Ni broma ni capricho: magisterio
La tercera incursión del premio Nobel en el vasto cancionero inmortalizado por Frank Sinatra no sólo es su entrega discográfica de material nuevo más copiosa sino que además su contenido está a la altura del empeño. Tres discos con vida autónoma que suman un total de treinta canciones y que se mueven por un terreno cultural muy específico, como es el de Frank Sinatra y de compositores de gloriosos standards como Irving Berlin, Jerome Kern, Hoagy Carmichael, Richard Rodgers u Oscar Hammerstein. Y el caso es que Dylan ha hecho con este Triplicate una sucesión de álbumes con el mismo código estilístico que no hacía desde su aterrizaje en la electricidad (Bringing it all back home, Highway 61 revisited y Blonde on blonde).
Sus dos incursiones anteriores en el llamado Gran Cancionero Americano –Shadows in the night (2015) y Fallen angels (2016)– no fueron ningún capricho sino que entre otras cosas reflejaron lo bien que ha entendido Dylan la música de ese periodo histórico, incluido el Tin Pan Alley o los musicales de Broadway. La selección del material aquí ofrecido sigue el tono en general tirando a melancólico, de pulsaciones rítmicas más bien atemperadas, dibujando una paisajística quizás crepuscular. Hay formidables excepciones como I guess I’ll have to change my plans, That old feeling o The best is yet to come, aunque una de las grandes claves de esta admirable obra, junto a su selección e interpretación viva y creíble es el traje sonoro elegido, donde la guitarra steel de Donnie Herron se siente decisiva.