No es tiempo de dinastías
En los principales deportes de equipo cada vez es más complicado revalidar éxitos en las grandes competiciones
JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Desde que la Copa de Europa de fútbol pasó a denominarse Liga de Campeones ningún equipo ha sido capaz de levantarla en dos ediciones consecutivas. De hecho el último club que defendió con éxito su título continental en el torneo más prestigioso fue el legendario Milan de Arrigo Sacchi en 1989 y 1990. En baloncesto ningún conjunto ha enlazado tres Euroligas seguidas desde que lo lograra el talentoso grupo de Split –Jugoplastika, Pop 84– liderado por el fantástico Toni Kukoc entre 1989 y 1991 (el Olympiacos se quedó en dos, en 2012 y 2013 como ejemplo más reciente). Y en balonmano el último precedente de conjunto repetidor en la Champions es el Ciudad Real (20082009). Mucho más lejos quedan el dominio del Madrid de Di Stéfano, de los Celtics de Bill Russell en la NBA o de los Yankees de Yogi Berra en la principal liga de béisbol estadounidense (ver gráfico). No es tiempo para dinastías en el deporte profesional, donde cada vez existe más igualdad y competitividad. Hay equipos que la buscan y en buena medida la abrazan, como los New England Patriots de fútbol americano o el Barça de fútbol en la última década, pero sin aquella añeja regularidad aplastante que recogen los álbumes de recuerdos.
Para hablar de este fenómeno La Vanguardia ha consultado con cuatro expertos en cuatro deportes: Arrigo Sacchi (fútbol), Juan Antonio Corbalán (baloncesto), David Barrufet (balonmano) y Andrea Zanoni (fútbol americano). Empezando por el fútbol Sacchi ofrece razones físicas y psicológicas para explicar por qué no se repite el éxito en la Champions dos años seguidos. “Es una competición muy particular y muy complicada. Los jugadores lo tienen que dar todo para ganarla y al año siguiente no siempre están dispuestos a dar la vida de nuevo para conseguirla y si no te dejas el máximo en el campo no se puede vencer porque el torneo está cada vez más igualado. Nosotros ganamos dos Copas de Europa seguidas y antes el Ajax, el Bayern o el Madrid habían logrado varias consecutivas pero ahora son otros tiempos. Los futbolistas necesitan una dosis extra de esfuerzo físico y, sobre todo, mental para conquistar la Champions y quedan exprimidos después”.
En cuanto al baloncesto Corbalán, buen conocedor aunque no coetáneo de aquel Madrid que dominaba la Copa de Europa antes de que lo hiciera el Varese (ambos llegaron a sumar 4 títulos en 5 temporadas), tiene muy claro el análisis de por qué ahora no se pueden dar estas supremacías. “Con el Barça de fútbol el aficionado azulgrana no se puede quejar en los últimos años”, se arranca, con una carcajada, el exbase. Ya centrado en la materia afirma: “Mi sensación es que el baloncesto, como otros deportes, se ha globalizado mucho y esa globalización ha producido una homogeneización. Antes los recursos eran locales y eran los que eran y cada uno competía con ellos. Ahora cualquier equipo puede fichar a un ruso, a un lituano, a un serbio o a un esloveno, por poner algunos ejemplos. Ese mercado antes no existía”. A este hecho Corbalán le añade el peso de los poderosos tentáculos de la NBA. “Si a eso se le suma la circunstancia de que los 60 o 70 mejores jugadores de Europa se han ido a Estados Unidos pues muchos equipos han adquirido a otros jugadores de nivel medio alto muy parecidos. Nos han privado de las superestrellas en Europa pero hemos ganado otro tipo de jugadores que provocan un equilibrio en la competición. La competición se ha igualado por el medio”, concluye el exjugador del Madrid.
También se han estrechado las distancias en el balonmano. Es lo que opina David Barrufet, ganador de siete Copas de Europa con el Barcelona y miembro del impresionante equipo de Valero Rivera que enlazó cinco entre 1996 y el 2000. “Hay estructuras mucho más potentes y presupuestos más elevados. Antes sólo había dos o tres equipos con opciones, ahora pueden ser ocho o diez lo que aspiran al título. Hay equipos con opciones en Alemania, en Polonia, en Macedonia, en Hungría, en Francia, y claro también está el Barça. Se trata de equipos que se pueden ir alternando a la hora de ganar la Copa de Europa porque está todo muy igualado entre ellos. El torneo se convierte en más competitivo y también en
más atractivo. Porque muchos equipos se ven con opciones y entonces invierten más para conseguir el gran objetivo”.
Si se traslada la comparativa a Estados Unidos en el deporte donde es más complicado mantenerse en plan campeón es en la NFL de fútbol americano. “Está todo pensado y muy reglamentado para fomentar la igualdad entre todos los equipos y para intentar evitar lo que en cierta medida están logrando los fenomenales Patriots (5 títulos en 16 años). Lo que hace la NFL es muy interesante porque el 33% de los títulos se deciden en el campo, el otro 33% en el banquillo y el 33% restante en los despachos porque la gestión de la plantilla es muy importante”, explica Andrea Zanoni, comentarista desde hace muchas temporadas en Movistar.
Zanoni profundiza en los condicionantes que equilibran la competición. “En el draft de la NFL no hay sorteo como en el de la NBA, sino que el peor equipo siempre tiene el número 1 del draft y, al contrario, el campeón elige el último. Además se procura que los peores equipos tengan un calendario un poco más suave que los mejores para fomentar la igualdad y que se vayan alternando los campeones”.
A todo esto se le añade la política de remuneraciones a los jugadores. “El tope salarial en la NFL es muy estricto. Cuando un equipo es campeón le cuesta mucho retener a toda su plantilla porque todos quieren cobrar más. No es como el Madrid o el Barça que arrasan con todo. Aquí el talento se va repartiendo y eso influye en los resultados”, radiografía Zanoni. No es tiempo de dinastías.