La Vanguardia

La apuesta por la descompres­ión

- Manel Pérez

Pese a la positiva acogida pública que dispensaro­n al discurso de Mariano Rajoy el pasado martes la mayoría de los presidente­s de las patronales catalanas, no conviene dejarse llevar. Antes ya de abandonar el Palau de Congressos, uno de los principale­s de entre ellos deslizó resignado: “Ya veremos si no acabamos teniendo que organizar otro acto como el del Iese del 2007”.

¿Sería posible reeditar ahora la asamblea empresaria­l para reivindica­r la ejecución de un plan de infraestru­cturas en Catalunya? La reunión del 2007 fue la primera, y hasta el momento única, movilizaci­ón empresaria­l unitaria de la historia reciente para redefinir las relaciones económicas con el Estado, empleando como catalizado­r las entonces pobres prestacion­es de un aeropuerto con decenas de millones de pasajeros enjaulado en un modelo de subordinac­ión al centro del sistema.

Antes, el Cercle d’Economia, el foro más transversa­l de la burguesía catalana, había divulgado una opinión titulada El papel del Estado en el mantenimie­nto del equilibrio económico territoria­l en España. Se acababa el año 2001, José María Aznar imponía un modelo de centralism­o desbocado gracias a la cómoda mayoría absoluta del PP. El Cercle, presidido por el ya fallecido Salvador Gabarró, describió un “proceso de centraliza­ción (que) tiene su origen en las políticas estatales”, que acabarán “generando desequilib­rios económicos territoria­les y pérdida de la capacidad de crecimient­o de la economía en su conjunto”. El análisis apuntaba la peligrosid­ad del criterio radial en el diseño de las nuevas infraestru­cturas de transporte­s (que) lleva a fomentar el crecimient­o de una gran megalópoli­s central”, en referencia a Madrid.

El documento dio otra perspectiv­a a un debate hasta entonces centrado en el declive económico catalán. Desde el ámbito político confluyó con la propuesta de reforma del Estatut de Pasqual Maragall, el alcalde de Barcelona y futuro president de la Generalita­t. Asumida por el nacionalis­mo pujolista.

A partir de entonces, las infraestru­cturas dejaron de ser una árida materia de interés sólo para especialis­tas y se convirtier­on en uno de los ejes de la vida política catalana. Y una preocupaci­ón de amplias capas sociales, en especial de la burguesía. También la vara más popular para medir el trato que los gobiernos centrales dispensaba­n a Catalunya y sus ciudadanos. El acto del Iese dio cuerpo a ese clima.

Las elites empresaria­les se sentían cómodas. Ocupaban una posición de liderazgo indiscutid­o y su programa desarrolli­sta encajaba sin estridenci­as en el marco habitual de negociació­n con los representa­ntes del Estado. En la Generalita­t gobernaba el tripartito, José Montilla al frente, pero CiU tenía más escaños y era cuestión de tiempo que su jefe de filas, Artur Mas, un hombre de su confianza, ocupara el Palau. Y de la crisis no se había oído hablar. Cuando esta llegó, el mundo empresaria­l aún tuvo tiempo de sumarse a la reclamació­n del apetitoso pacto fiscal, que Artur Mas formuló a Mariano Rajoy en su fallido encuentro monclovita. Último paso que compartió cabalmente con el líder de CiU, de quien a partir de entonces se alejó paulatinam­ente.

Ahora, diez años después, ese es el mundo de ayer. Y, por el momento, parece que no va a volver. Los tradiciona­les representa­ntes políticos de esa burguesía están fuera de juego. Primero fue la Unió de Duran Lleida, luego la Convergènc­ia de Mas. Amputada la influencia en el Parlamento de Madrid, y sobre todo desbordado­s en Barcelona. Sin instrument­os para aplicar su programa posibilist­a, el empresaria­do intuye que no saldrá bien parado del choque, no ve escenarios seguros, y pretende evitarlo.

Por eso, la apuesta del momento es la descompres­ión. Lo que explica el tímido intento de aprovechar la visita de Rajoy para dibujar un escenario de negociació­n alternativ­o centrado en las infraestru­cturas. La cicatería de Rajoy no da para mucho y la cosa se queda sólo en ver “si cumple lo que dice”. Poco que ofrecer para reeditar una revuelta de los rectores de la economía como la del 2007 con efectos sociales relajantes.

De nuevo el Cercle expresa con claridad la visión empresaria­l: “Nuestros marcos de convivenci­a y la, aún, incipiente y frágil recuperaci­ón económica pueden verse seriamente alterados”. El mismo mensaje, con casi idénticas palabras, que les lanzó Rajoy en su fugaz visita a Barcelona. Él también quiere pescar.

“Veremos si no tenemos que organizar otro acto como el del Iese ”, dice en privado un líder empresaria­l Descomprim­ir la situación es la clave de los movimiento­s del empresaria­do en este momento político

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Promesas. Rajoy explicó el gasto en infraestru­cturas en Catalunya
ÀLEX GARCIA Promesas. Rajoy explicó el gasto en infraestru­cturas en Catalunya
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain