La Vanguardia

Búsqueda en el fango.

Los últimos balances del Gobierno hablan de 210 muertos y 203 heridos

- AP

Los equipos de rescate trabajan en Mocoa (Colombia) para encontrar a los 200 desapareci­dos por la avalancha de agua y fango que ha arrasado la ciudad y ha dejado al menos 207 muertos y 400 heridos.

Colombia sigue sumida en una pesadilla. Después de una noche a oscuras, los equipos de rescate trabajaban ayer en una lucha contra reloj para hallar a personas con vida entre el lodo que ha devastado 17 barrios de la ciudad de Mocoa, en el sur del país. La crecida del río Mocoa y sus afluentes Sangoyaco y Mulatos provocó en la madrugada del sábado una avalancha de agua y piedras que ya se ha convertido en una de las peores catástrofe­s naturales que se recuerdan en Colombia.

El presidente Juan Manuel Santos confirmó 210 fallecidos y 203 heridos, aunque había confusión en el recuento de víctimas según las fuentes. Las fuerzas armadas informaban de 254 fallecidos y 400 heridos, y las autoridade­s todavía esperan que aumenten a medida que se vaya encontrand­o a los 200 desapareci­dos. Sólo 84 de las víctimas habían sido identifica­das por los forenses, que trabajan a toda prisa en una morgue provisiona­l. “Quiero saber algo de ellas, si están heridas o si están muertas, que Dios se compadezca y me las entregue”, dijo desconsola­da a Reuters María Lilia Tisoy mientras cavaba entre los restos de su casa papronto, ra intentar encontrar a su nieta y a sus dos hijas, una de ellas embarazada.

Cientos de personas permanecie­ron buscando a sus seres queridos durante la noche del sábado. Lo tenían que hacer a la luz de las velas, porque Mocoa seguía incomunica­da, sin energía ni agua, ya que la avalancha destruyó las redes del acueducto y de electricid­ad de sus 40.000 habitantes. Por el estado de los postes en el suelo va a ser difícil que la luz se restablezc­a contaban medios locales. “Nosotros tomamos agua de lluvia que recogimos y que compartimo­s con los vecinos”, relató a El Tiempo Clara Inés, una afectada.

La única carretera que comunica esta localidad con el centro del país volvió a estar operativa ayer después de cerrarse durante todo el sábado por culpa de la caída de un puente. Sin embargo, la remota localizaci­ón de Mocoa, en medio del Amazonas colombiano, dificultab­a la llegada de ayuda, que sólo podía estar disponible por vía aérea o a través de precarias carreteras. El Gobierno de Juan Manuel Santos ha puesto en marcha una operación logística aérea para llevar medicinas, alimentos, agua potable y plantas eléctricas.

Mientras, algunos residentes intentaban salvar todo lo que podían de sus casas y trasladars­e a casas de familiares en poblacione­s vecinas, como Villagarzó­n y Puerto Asís. Decenas de niños que no encontraba­n a sus padres fueron llevados a albergues donde los mayores escribían sus nombres a la espera de que alguien los fuese a reclamar. Entre los heridos hay 19 críticos o con varios traumatism­os –entre ellos, 11 niños– que fueron transporta­dos en avión a Neiva, a siete horas en coche hacia el norte.

Los expertos ahora intentan descifrar por qué no se pudo prever con más antelación que el viernes por la noche llovería con tanta intensidad. Al parecer, en una noche llovió el 30% de lo que suele llover en un mes en el departamen­to del Putumayo, algo que sumado a la pobreza que asola esta zona del país ha resultado catastrófi­co. Muchos residentes construyen sus viviendas en lugares no habilitado­s, así como diques ilegales para parar la humedad.

Santos se volvió a trasladar el domingo a Mocoa para coordinar los servicios de emergencia junto a varios ministros y funcionari­os. El presidente colombiano agradeció en Twitter las muestras de apoyo que han llegado de todo el mundo. Mariano Rajoy y el rey Felipe VI se han sumado a los mensajes, así como el papa Francisco, quien rezó por los afectados en la catástrofe. “Aseguro mi cercanía a cuantos lloran por sus seres queridos. Agradezco a los que están socorriend­o a las víctimas”, dijo el pontífice en el rezo dominical del Ángelus, que celebró en Carpi (Emilia-Romaña).

La remota localizaci­ón de Mocoa y las precarias carreteras dificultan la llegada de agua potable, medicinas y comida

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LUIS ROBAYO / AFP Los equipos de rescate intentan encontrar a personas con vida entre los restos de la avalancha en la ciudad amazónica
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CESAR CARRION / AFP Vista aérea del estado en que ha quedado Mocoa
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LV FUENTE: Google Earth

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