La Vanguardia

El Barça golea (1-4) y mantiene la presión al Madrid

Suárez y Neymar se rebelan ante la adversidad y lideran un triunfo con suspense

- CARLES RUIPÉREZ

El Barcelona se ha especializ­ado en ganar partidos dos veces. Como le pasó contra el PSG en la remontada imposible, ayer en el Nuevo Los Cármenes tuvo que derrotar dos veces al Granada y a su portero Ochoa. Como aquella inolvidabl­e noche de Champions, fueron Neymar y Luis Suárez los que se negaron a bajar los brazos. Con ellos se demuestra que el Barça va a luchar hasta el final.

Hay partidos que no pintan bien antes de empezar, que huelen a chamusquin­a, en los que hay algo que da mala espina. El Barcelona salió a jugar al Nuevo Los Cármenes presionado por la victoria del Madrid, privado de Messi y sin poder alinear a Piqué. Pero es que además Luis Enrique decidió dejar en el banquillo al talismán Umtiti –gana siempre que juega en la Liga– y, una vez más después de un parón de seleccione­s, el técnico reservó a Iniesta. El de Fuentealbi­lla nunca ha sido titular con el Barça después de irse a jugar con España. Un peaje que había pasado factura contra el Alavés y el Málaga y que también costó tres puntos en Balaídos cuando el conjunto se puso la venda de forma preventiva.

Pero aunque el equipo entró en el campo entonado e intenso, las cosas aún se pusieron peor. Rafinha, algo que no se puede acarrear al virus FIFA pues no se movió de casa, se lesionó en el menisco a las primeras de cambio al intentar una volea.

Todo eran palos en las ruedas, todo parecía ponerse en contra y hacer la vida más difícil en un mes de abril tan exigente como decisivo. Sin embargo, el percance del brasileño, que ayer jugaba de interior dejando el extremo derecho a un desplazado André Gomes, permitió al Barcelona retornar al 4-3-3 y, sobre todo, a un reparto más lógico de las piezas y las funciones sobre el tapete. El portugués pasó a su hábitat natural, el centro del campo, y fue Alcácer el elegido para completar el ataque con Neymar y Luis Suárez.

Ante todos esos inconvenie­ntes se rebelaron el uruguayo y el brasileño. Como si la recta final de la Li- ga fuese la clasificac­ión sudamerica­na para el Mundial, Suárez y Ney aceptaron la responsabi­lidad, pidieron la pelota y exhibieron los galones en un ejercicio de superviven­cia en un campo duro.

Las cabalgadas de Neymar, sin ser tan espectacul­ares como las del gol a Paraguay, hacían daño a la poblada defensa del Granada. Los movimiento­s del uruguayo eran un martirio. Él solo podía con los tres centrales granadinos, por su cuerpo, por su oficio, por su lucha y por su olfato. Se le da bien jugar a la sombra de Sierra Nevada. El año pasado firmó un hat-trick que valió una Liga. Ayer no cejó en su empeño hasta que abrió el marcador.

Y eso que Memo Ochoa fue un muro. El portero mexicano hizo horas extras, una jornada más, con paradas salvadoras. Y donde no llegaba Ochoa aparecía el larguero para evitar el gol como en un disparo de puntera con toda la intención del mundo, calcado al del golazo de Ronaldinho en Stamford Bridge, pero se tuvo que quedar con las ganas. Igual que en otras tres manos que le sacó el meta, un pulpo.

GRAN MENTALIDAD Tras batir a Ochoa por fin en el minuto 44, los blaugrana se rehacen del empate rápido en la reanudació­n

Pero la insistenci­a de Luis Suárez y el buen primer tiempo del Barcelona tuvo su premio en el último minuto. Como si fuera una recompensa a los méritos hechos, un gran pase largo de Alba lo convirtió sobre la bocina el nueve uruguayo en una magnífica vaselina. Con una definición de crack superó la resistenci­a invencible de Ochoa.

Parecía que con ese gol psicológic­o la capitulaci­ón del Granada estaba firmada. Sin embargo, era la última trampa. Todo se pudo venir abajo en el inicio de la segunda mitad. Alcaraz, no le quedaba más remedio, quiso jugar por las bandas y metió a Boga por la derecha, una sustitució­n que le dio rédito inmediatam­ente pues el extremo, cedido por el Chelsea, cogió por sorpresa a la defensa para plantarse ante Ter Stegen y cruzar al fondo de la red.

Tocaba volver a empezar. La empresa hubiese intimidado a cualquiera. Menos a Súarez y Neymar, que recién regresados de Sudamérica fabricaron otros tres goles como si nada. El uruguayo protegió el balón hasta que vio el desmarque de Alcácer, que sólo tuvo que batir a Ochoa. Los dos volvieron a intervenir en el tercero cuando Rakitic encañonó un rechace. Y el brasileño cerró la cuenta con su gol 100.

 ?? MIGUEL ÁNGEL MOLINA / EFE ?? Luis Suárez intenta zafarse del marcaje pegajoso al que le sometió Lombán durante todo el partido
MIGUEL ÁNGEL MOLINA / EFE Luis Suárez intenta zafarse del marcaje pegajoso al que le sometió Lombán durante todo el partido
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