Horas bajas para la AfD
La ultraderecha de Alemania pierde fuelle entre luchas internas ante las elecciones generales
El último domingo de marzo no fue un día feliz para Alternativa para Alemania (AfD), el partido populista derechista que, arropado en la retórica antiinmigración durante la crisis de los refugiados, ha crecido sin freno en los últimos dos años. Ese 26 de marzo se celebraban elecciones en el land de Sarre, y la AfD cosechó un magro 6,2% de votos, que le aseguraron la entrada en ese Parlamento, pero que les ha sabido a poco. El partido vive horas bajas, y su copresidenta y rostro más visible, Frauke Petry, también.
Ese mismo domingo, pocas horas antes del escrutinio en Sarre, Frauke Petry rompió a llorar en público. Fue en un acto regional del partido en Weinböhla (land de Sajonia), en el que recibió una dura invectiva de un correligionario del ala más dura. Esas lágrimas contrastaron con la euforia en que flotaba la AfD hace sólo dos meses, cuando, envalentonados por el referéndum del Brexit de junio del 2016 y la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, los partidos populistas de ultraderecha de Europa se congregaron el 21 de enero en Coblenza para celebrar el futuro rutilante que, a su juicio, les deparaba el año 2017. Pero los flojos resultados de uno de ellos, el PVV de Geert Wilders, en las elecciones de los Países Bajos del 15 de marzo, les han enfriado los ánimos, a la espera de qué ocurrirá con el Frente Nacional de Marine Le Pen en las presidenciales francesas esta primavera.
Frauke Petry tenía varias razones para llorar, aunque la de ese día estuviera ligada al mero momento. Hay otros motivos de más peso. Este mes, Alternativa para Alemania designará candidato a la cancillería en las elecciones del próximo septiembre. En principio será Petry, pero algunos reclaman que haya más de un cabeza de lista. Y para redondear la tristeza, las encuestas no son tan halagüeñas como en otros tiempos. Tras el disgusto de Sarre, dos sondeos (uno de Forsa para la revista Stern y la cadena RTL, y otro de Allensbach para el Frankfurter
Allgemeine Zeitung) dieron la semana pasada a la AfD el 7% de apoyo en las generales, su nivel más bajo desde noviembre del 2015. Hasta hace poco, era entre el 13% y el 15%.
Los analistas exploran los porqués. “Las cuestiones de la crisis de los refugiados y de la inmigración han pasado un poco a segundo plano últimamente, y la AfD las aprovechaba mucho”, señaló Hans Vorländer, politólogo de la Universidad Técnica de Dresde, a la Deutsche Welle. Según Vorländer, además, “hay ahora un proceso de movilización que favorece a los grandes partidos tradicionales, el SPD y la CDU”, aparte de que en los estados federados del oeste, como Sarre, “la identificación con los grandes partidos es tradicionalmente mucho más fuerte que en el este de Alemania”. El mayor apoyo a los socialdemócratas del SPD liderados por Martin Schulz castiga a la AfD. Y todos esos factores, unidos a las luchas internas, amargan a una formación que se las prometía felices.
“A diferencia de otros partidos nacionalistas populistas identitarios que hay ahora en Europa, la AfD se parece más al movimiento estadounidense del Tea Party”, explica a La Vanguardia Markus Liske, coeditor de la antología Vorsicht
Volk! (¡Precaución, pueblo!) sobre populismos en Alemania. Señala Liske que “además de su actitud identitaria frente a refugiados y musulmanes, la AfD mantiene posturas extremadamente cristianoconservadoras, esto es, sobre aborto, homosexualidad o familias monoparentales, y como el Tea Party, tiene ideas ultraliberales sobre el mercado, quiere suprimir varios aspectos del subsidio de desempleo y del seguro de enfermedad; es incomprensible que le voten personas de entornos humildes”. El partido tiene ahora 23.000 afiliados.
Nacida en febrero del 2013 como partido euroescéptico conservador, la AfD se presentó ese septiembre a las elecciones, pero no logró entrar en el Bundestag. En los comicios europeos de mayo del 2014 sí obtuvo representación. Un año después, en julio del 2015, el fundador del partido, Bernd Lücke, fue apartado del liderazgo por Frauke Petry, quien propugnaba dejar de hablar del euro y de Grecia y apostar por el nacionalismo y la retórica xenófoba y antiislam. La AfD viró así hacia la ultraderecha, capitalizando el malestar por los refugiados, sobre todo a partir de ese verano del 2015, debido a la política de asilo de la canciller, Angela Merkel.
Para entonces tenía ya representación en algunos parlamentos regionales, pero el despegue llegó en el 2016, con comicios en cinco länder (Baden-Württemberg, Sajonia-
La líder, Frauke Petry, busca respetabilidad; intenta que el partido no vire en exceso hacia la extrema derecha
Anhalt, Renania-Palatinado, Mecklemburgo-Antepomerania y Berlín); en todos ellos tuvo resultados entre el 12,6% y el 24,3% (véase mapa). La AfD está ahora representada en 11 de los 16 estados federados, y los sondeos indican que repetirá en las dos citas regionales que quedan antes de las generales: ambas son en mayo, Schleswig-Holstein el día 7 y Renania del Norte-Westfalia el 14.
Mientras, crece la tensión interna. El jueves, el partido corrió a desmentir el posible adiós a la política de Frauke Petry, después de que ella dijera al diario Tagesspiegel: “Ni la política ni la AfD son para mí la única alternativa”. Petry, de 41 años, está embarazada del que será su primer hijo con su segundo marido, Markus Pretzell, de 43, también dirigente de la AfD; será una familia pendiente de nueve niños, pues ambos tienen cada uno cuatro hijos de sus anteriores matrimonios. Petry arguyó: “De tiempo en tiempo, es razonable reflexionar sobre la propia vida y a veces ajustar el tiro”.
Algunos creen que esa entrevista fue una maniobra suya para reforzar su liderazgo. Petry intenta que el partido no se escore en exceso hacia la extrema derecha, para no perder a votantes moderados, sobre todo a conservadores enfadados con la CDU de Merkel. Petry aspira a lograr respetabilidad política, pero tiene a bordo a dirigentes mucho más ultras que ella misma, y le quedan apenas seis meses –con un parto de por medio– para la
Y con sondeos adversos.