El autoritario Vucic gana la presidencia de Serbia
El primer ministro arrasa ante una oposición muy dividida
Aleksandar Vucic, hasta ahora primer ministro, será el tercer presidente de Serbia desde su separación de Montenegro en el 2006. No habrá segunda vuelta, porque Vucic obtuvo el 55% de los votos, por delante de Sasa Jankovic, con el 16,3%. El tercero de los once candidatos fue Luka Maksimovic, con un 9,4%.
Vucic sustituirá a su padre político, Tomislav Nikolic, fundador de Partido del Progreso Serbio (SNS). Los dos son exlíderes de Partido Radical de Vojislav Seselj, también candidato ayer, por sexta vez, pero con un mal resultado de sólo el 4,4%. Nikolic quería un nuevo mandato, pero su propio partido, por temor a la derrota, no le apoyó y presionó a Vucic para que se presentara, pese a haber dicho en varias ocasiones que no pensaba hacerlo.
La participación fue baja, del 51,4%, unos 3,7 millones, un factor que no favoreció a los candidatos de la oposición, ya muy dividida.
En sus primeras declaraciones, Vucic dijo que su victoria era “clara como una lágrima”, con 430.000 votos más que los otros candidatos juntos (un 12% más), y tuvo palabras de agradecimiento para Nikolic.
En su agresiva campaña, Vucic ganó por goleada a sus rivales en presencia en medios de comunicación. Vuk Jeremic, exministro de Exteriores del gobierno del Partido Democrático, denunció que “en esta campaña el candidato del partido en el poder recibe 120 veces más cobertura mediática que todos sus rivales juntos”. Jeremic, muy decepcionado con su 5,7%, reconoció derrota. Vojislav Seselj, en cambio, no salió para comentar su mal resultado.
La élite intelectual serbia se ha situado en torno a la figura de Sasa Jankovic, hasta ahora Defensor del Pueblo. Sus colaboradores han denunciado “numerosas irregularidades”. El fenómeno de la campaña ha sido Luka Maksimovic, alias Beli (blanco), un joven de la ciudad de Mladenovac, cerca de Belgrado, con un apellido inventado, difícil de traducir, que alude a las personas que van de un partido a otro, cambiando de chaqueta. Se trata de un personaje satírico que representa al político corrupto que promete lo que no puede ni piensa cumplir. El voto para Beli fue sobre todo de los jóvenes, contra todos, un castigo al
establishment.