La Vanguardia

Guionista en apuros

- Francesc-Marc Álvaro

La proyección exterior del proceso no ha obtenido éxitos espectacul­ares, tampoco fracasos catastrófi­cos

Que miembros del Govern y dirigentes destacados del independen­tismo vayan por el mundo explicando su versión irrita y pone nervioso al Ejecutivo Rajoy y a otros. El viaje reciente del president Puigdemont a Estados Unidos no ha sido una excepción. En estos casos, la salida habitual de la Moncloa y sus altavoces es despreciar e intentar ridiculiza­r las acciones exteriores catalanas. El viernes, durante su rueda de prensa, Sáenz de Santamaría volvió a hacerlo al declarar que “nunca nadie ha hecho tantos kilómetros como el señor Puigdemont o el señor Romeva para andar tan poco”. Muchos no entendiero­n nada, sobre todo porque hace pocos días que García-Margallo, exministro de Exteriores, explicó que Madrid había tenido que pedir muchos “favores” a mucha gente “por haber conseguido que hagan las declaracio­nes que han hecho” contra la independen­cia y el referéndum. Algo no cuadra. El guion de la Moncloa no funciona.

Si los viajes internacio­nales de Puigdemont, Junqueras, Romeva y Mas no sirven de nada como dice la vicepresid­enta, no sería necesario que el Ministerio de Exteriores –como ha revelado su anterior responsabl­e– dedicara tantos esfuerzos a frenar y desmentir las tesis independen­tistas ante las principale­s cancillerí­as y medios. Si nadie recibiera ni escuchara a los dirigentes catalanes partidario­s del referéndum, no haría falta que la diplomacia española dedicara tantos recursos, horas y personas a tapar, empequeñec­er y dificultar unos contactos que, con más o menos publicidad, tienen lugar desde el 2012. El guionista de la Moncloa encargado de este asunto no sabe ahora lo que debe hacer. Margallo y Santamaría han puesto al descubiert­o una incongruen­cia que amplifica lo que precisamen­te se quiere disimular.

La proyección exterior del proceso catalán no ha obtenido éxitos espectacul­ares –como algunos independen­tistas quieren creer– ni es tampoco el fracaso catastrófi­co que el unionismo trata de vender. Todo se mueve en un terreno de grises, marcado por el gota a gota, mucha discreción y unos objetivos que persiguen romper la versión oficial de Madrid y desmontar muchos tópicos y rumores. Me consta de manera directa el interés que tienen en este conflicto algunos diplomátic­os extranjero­s en Barcelona. Desean tener todas las claves para poder interpreta­r con conocimien­to de causa unos acontecimi­entos que observan con más respeto que varios políticos y opinadores españoles.

Es un hecho que cada uno juega como puede. Rajoy tiene todas las herramient­as de un Estado y Puigdemont las herramient­as de una comunidad autónoma vigilada. Más allá y más acá, sin embargo, están las actitudes. Los mismos que quieren presentar los viajes del presidente catalán como si fueran funciones de Els Pastorets callan cuando el presidente del Gobierno, de visita a Bruselas, no admite preguntas de un periodista inglés.

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