Referéndum... ¿y mis vacaciones?
El egoísmo es una de mis virtudes, y desde aquí animo a los lectores egoístas a que salgan del armario, se dejen de complejos y reivindiquen los valores sociales del egoísmo, tan necesarios en tiempos altruistas.
–Mucho hablar del referéndum..., ¿y qué hay de mis vacaciones?
Yo pediría a todos los partidos del arco parlamentario de Catalunya que anuncien lo antes posible la fecha del referéndum (la pregunta, en cambio, no me urge, y ya me parece bien cualquiera de las tres que el president Puigdemont soltó ayer a Al Yazira, porque me conozco y no votaré).
Ya sé que en un momento histórico las vacaciones son lo de menos y nadie –salvo los egoístas como yo– anteponen sus intereses a los del país, pero tengo que organizar el verano, y tanta incertidumbre me confunde.
¿Alquilo en agosto el apartamento familiar en primera línea de mar en Calafell a un matrimonio de Cascante o disfruto de la posibilidad de vivir un mes de debates en el paseo marítimo? Los paseos marítimos son el termómetro de la clase media. Una campaña apasionada, cívica y sostenible regeneraría el paseo marítimo de Calafell –y los de toda Catalunya–, y en lugar de matrimonios con suegras, cuñados gorrones y niños que exigen helados tendríamos mítines, himnos por la megafonía que anuncia el estado del mar y banderolas de unos y otros. La cosa tiene su atractivo, y en vez de alquilar el apartamento y trabajar en agosto en Barcelona, quizás optaría por disfrutar de los debates en bañador sobre las ventajas del sí o del no entre matrimonios de Zaragoza capital y soberanistas del Baix Penedès.
–Si se hacen independientes, mi señora y yo no volvemos y nos vamos a Peñíscola todos los agostos.
–¡No diga usted eso! Piense que tendremos más recursos, la playa estará impoluta y ya no estaremos obligados moralmente a montar habaneras.
Si el arco parlamentario optase por el referéndum en septiembre, Menorca dejaría de estar invadida en agosto por catalanes soberanistas que, lógicamente, sacrificarán sus vacaciones para participar en la campaña del sí o del no o del depende. Con menos compatriotas, me plantearía una escapada a Ciutadella en agosto para disfrutar de los precios a la baja de sus hostales, la ocupación inferior de las mesas del café Imperi y el descenso de la barcelonesa cola del café Balear.
–¿Y usted no se ha quedado haciendo campaña por la abstención?
–No, soy divorciado y muy egoísta y dejo las grandes causas para las personas que piensan en el porvenir de sus nietos. ¿Y hoy qué han pescado ustedes para mí?
Gracias al altruismo y las ilusiones de otros, especialmente de los cupaires, tan poco partidarios de que nos tumbemos a la bartola en la playa cuando hay tanto por hacer, los egoístas podríamos mirar con buenos ojos agosto, mes español y reaccionario.
La pregunta es lo de menos, pero a ver si fijan ya la fecha, que uno quiere organizarse el agosto