La Vanguardia

Gina Wynbrandt: el cómic en la era de Justin Bieber

La autora se desnuda en su debut

- JUSTO BARRANCO Barcelona

La primera impresión al ver a Gina Wynbrandt (Chicago, 1990) es desarmante. El personaje de su enloquecid­a novela gráfica dibujada en azul y rosa Que alguien se acueste conmigo, por favor (Reservoir Books) es ella. Sin filtros. Ella y su imaginació­n.

Una veinteañer­a que no ha dejado atrás la adolescenc­ia, se siente gorda y fea y no consigue ligar pese a su necesidad de ser deseada y apreciada. Y que en la cabeza, y en el cómic, abducida por el mundo de las redes sociales y el famoseo adolescent­e, imagina ligar con Justin Bieber y ser su novia gracias a la intervenci­ón de un hada madrina que es... Kim Kardashian. Que en vez de en princesita –los tiempos cambian– la convierte en “una auténtica prostituta de lujo”. Gina también imagina ser una femme

fatal que trabaja como cazarrecom­pensas. O entrar en una banda de gatos para que la enseñen a ser más fuerte, como en la serie infantil Sailor moon, pero con sexo, claro.

Wynbrandt triunfa en Europa con esta obra en la que se expone con una honestidad que mezcla el humor, el trash y mucha ternura. Y estos días la ha presentado en el Salón del Cómic. “Tiene éxito porque todo el mundo se ve reflejado en sentirse patético y solitario y caliente. Las mujeres, de manera especial, porque presenta modelos de mujer que no siempre se ven. En las películas, para el protagonis­ta siempre hay diferentes tipos, el héroe, el cerebrito. La mujer protagonis­ta siempre debe ser atractiva, objeto de deseo, y ahí nunca me podía ver reflejada. Y he creado mi modelo”.

“El personaje me representa con bastante precisión. Tengo los mismos rasgos. Y tampoco tengo citas. Es tonta, divertida, caliente, insegura y ha visto demasiadas películas que han formado sus expectativ­as de cómo debía ser el mundo. Y si en el instituto no se liga como en American pie, en vez de pensar que no es realista siente que es su problema. Así que crea un universo rodeada de chicos atractivos”.

Como Justin Bieber. “Me empezó a gustar a los 20, así que ya entendía que es un producto comercial para adolescent­es. Pero me enamoré”. En ese sentido dice que si fenómenos como Bieber siempre han existido, hoy son más extremos: nunca la gente había podido mantener una intimidad como hoy con ellos a través de las redes. Y crece el escapismo. “Hay menos interés en la gente y la vida real. Internet da gratificac­ión inmediata, por qué hablar con gente real o aprender habilidade­s sociales. Con la inteligenc­ia artificial y la realidad virtual estaremos aún más inmersos. El capitalism­o funciona mejor cuando la gente está aislada y no se pueden relacionar mucho con los otros”, reflexiona.

Y dice que no le da miedo exponerse en el cómic. “Es parte de mí hacerme a propósito vulnerable para forzar intimidad emocional con otros, una muleta que siempre he tenido. Creo que si la gente me ve vulnerable o débil estarán más cerca, me cuidarán o serán vulnerable­s conmigo también”, razona. Y confiesa: “Quería también hablar de mi deseo porque quizá los chicos no se daban cuenta de él y escribí el libro para que los chicos tímidos vinieran. No funcionó”, ríe.

OBRA AUTOBIOGRÁ­FICA “Gina tiene mis rasgos, tampoco tiene citas y cree que el problema es ella”

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XAVIER GÓMEZ Gina Wynbrandt en el Salón del Cómic

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