La Vanguardia

La espada del Cid y los templarios

La orden de los guerreros de Cristo revive en el Museu d’Història de Catalunya

- JOSEP PLAYÀ MASET Barcelona

Umberto Eco, en El péndulo

de Foucault, escribió: “Los templarios tienen que ver con todo”. Y lo cierto es que la leyenda los sitúa como guardianes del Grial, como descubrido­res de América, como una secta... Igual aparecen en El Código da Vinci como en las aventuras de Indiana Jones o en novelas del romanticis­mo. Y para salir del mito, el Museu d’Història de Catalunya ha organizado Templers. Guerra i religió a l’Europa de les croades, una gran exposición dedicada a conocer de manera rigurosa el mundo templario.

El objetivo es explicar quienes eran los templarios, en realidad una orden religiosa cuyos componente­s habían hecho los votos de pobreza, castidad y obediencia, pero cuya finalidad era defender Jerusalén y Tierra Santa. Se decía que los guerreros que muriesen en la lucha contra los infieles conseguirí­an la salvación eterna (como hoy los yihadistas). Los templarios, cuando no se hallaban en campaña, llevaban una vida similar a otros monjes, pero por su profesión tenían un reglamento militar que fijaba desde su indumentar­ia hasta como conducir una carga de la caballería. Y la exposición nos muestra como vestían (capa blanca para los caballeros; negra los sargentos, con la cruz roja como distintivo, y nada de telas caras ni adornos), sus emblemas (estandarte blanco y negro) y armamento (espadas, lanzas, mallas de hierro, cascos). Una de las piezas estrella es la hoja de la supuesta espada Tizona, la que utilizó el Cid, de la que se habría perdido la empuñadura. Según historiado­res como Martí de Riquer le habría llegado a través de los condes de Barcelona y hoy pertenece a la Armería Real de Madrid.

Pero las obras más valiosas que se exponen en el MHC son unas pinturas de Santa María de Gardeny (Lleida) y de la iglesia de Sant Martí de Puigreig, que es la primera vez que salen. Son pinturas murales del siglo XIII de inspiració­n oriental.

Los templarios tuvieron más de 200 miembros en Catalunya. Sus principale­s propiedade­s fueron los castillos de Miravet y Gardeny. Parte de sus archivos se conservan en la Corona de Aragón.

Cuando a finales del siglo XIII los musulmanes expulsaron a los cristianos de Tierra Santa, los templarios se quedaron sin una misión. El rey de Francia los acusó de prácticas secretas y anticristi­anas y entre 1312 y 1314 hizo quemar a 300 de ellos. Fueron perseguido­s en la mayoría de los países y finalmente el Papa suprimió la orden.

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CLARA MAGADÁN / MHC La supuesta espada Tizona del Cid en el Museu d’Història

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