Tres puntos y malas sensaciones
Isco y Benzema se bastan para golear a un Alavés que estuvo cerca del empate en el segundo tiempo
El Madrid sacó adelante el partido tras el parón de las selecciones, tres puntos muy importantes de una victoria que dejó otra vez malas sensaciones, con un juego infame en buena parte de la segunda parte. Pocos equipos en el mundo son capaces de golear con tan poco. Llega el tramo decisivo de la temporada y los de Zidane siguen sin encontrar un patrón de juego reconocible. El francés dejó fuera de la convocatoria a hombres tan imprescindibles como Marcelo, Casemiro o Sergio Ramos, pero más allá de eso o de la nueva polémica porque en el gol que abrió el marcador Benzema estaba ligeramente adelantado y por lo tanto en fuera de juego, lo más preocupante para los blancos fue que sólo Isco y Benzema parecen estar en su mejor versión. El resto está claramente lejos de su mejor forma y algunos, como Bale o Modric, dieron literalmente pena. Cristiano Ronaldo puede que llegue al 50% y eso, según se mire, puede ser bastante o muy poco.
El Alavés fue uno más de los equipos que se le indigestaron al Madrid a la hora de la siesta y bajo un calor casi de verano. La receta es tan sencilla que quien no la aplica no se entiende muy bien tamaño desprecio: una presión adelantada, poblar el centro del campo de jugadores y dejar que el Madrid se cueza en su propia impotencia.
Las dificultades que tienen ahora mismo los blancos para mover el balón con criterio y profundidad son infinitas. Si Modric pierde casi todos los balones que intenta distribuir, quizás en la peor actuación que se le recuerda, si Bale no se va de su marcador por velocidad, si nadie sube la banda izquierda porque no está Marcelo o si tirar los córners es tontería porque no está Ramos para rematarlos pasa lo que pasó ayer en el Bernabeu. El Madrid necesitó casi media hora para chutar entre los tres palos, un tirito de Cristiano tras dejar sentado a Gaizka Toquero, improvisado lateral derecho.
La primera parte transcurrió entre bostezos. El Alavés se defendió con pulcritud y sólo se echó de menos un poco de valentía para apretar más arriba a un Madrid tan romo. La mejor noticia para los de Zidane fue la solvencia con que Kiko Casilla cortó de raíz todos los problemas que le llegaron a su portería. El catalán estuvo valiente y firme en atajar los balones por alto y también muy decidido a la hora de salir de su portería como un defensa más para abortar las contras. Ahora mismo el que juegue Keylor Navas parece una más de las decisiones arbitrarias de Zidane, como su obstinación en mantener a toda costa y pese a quien pese a la delantera titular del equipo.
El partido se inició con la lesión de Varane, que reaparecía y duró diez minutos en el terreno de juego, castigado otra vez por problemas musculares. Entró Dani Carvajal y provocó un reajuste de toda la zaga, pasando Danilo de lateral derecho a izquierdo y Nacho a la posición de central, junto a Pepe.
El gol de Benzema fue lo más destacado del primer tiempo. El francés recibió en posición adelantada, abrió para Carvajal y llegó a tiempo de ajustar su remate para superar a Pacheco.
Si la primera parte había sido aburrida, la segunda fue más de lo mismo por la incapacidad del Alavés de traducir en peligro su dominio del balón. Tuvo el equipo de Pellegrino dos oportunidades muy claras, un remate casi a puerta vacía de Edgar que se le marchó fuera por muy poco y un cabezazo de Manu García alto que llevó el miedo a las gradas del Bernabeu.
Con el público pitando a los suyos, y con cambios tardíos de Zidane para variar, llegó el segundo gol, obra de Isco tras una buena jugada individual y un remate por la escuadra a cinco minutos del final. Terminó el padecimiento del Bernabeu y el Alavés se hundió. Encajaría muy poco después el tercero, una falta que lanzó al travesaño Bale y Nacho, atento, cabeceó a la red ante la pasividad de la defensa. Del susto se pasó a la goleada. Las cosas de este Madrid, irregular, tan poco fiable como goleador.
ERROR ARBITRAL El francés sigue al alza tras otro buen partido y anotar el primer gol, que debió ser anulado por fuera de juego