Idilio con Barcelona
El sueco Mattias Ekström, con Audi, vuelve a ganar en el Circuit, ante 25.000 espectadores
Mattias Ekström (38) solía marcharse cabizbajo, sino maldiciendo su fortuna cada vez que corría en el Circuit de Barcelona. En sus cuatro visitas a Montmeló cuando era piloto del DTM nunca subió al podio. Es más, tuvo el mal sabor de boca de una retirada en la carrera del 2007, el año de su bicampeonato, y de una descalificación en el 2008. Pero su suerte cambió al montarse en los poderosos Supercars del Rallycross (RX). En tres carreras en el Circuit, dos victorias consecutivas, además del título mundial del 2016 que empezó a encauzar en Montmeló. El sueco le ha pillado el truco al coqueto trazado de 1,1 km del Estadi.
Daba gusto ver las tribunas en forma de anfiteatro del Circuit casi llenas. Unos 25.000 aficionados, entre el sábado y el domingo, disfrutaron de estas espectaculares carreras de cuadrigas modernas, de coches de rallies tirados por 600 CV, con toques, saltos, derrapadas y una intensidad que para sí querrían otras especialidades. “Es un producto ganador, con un gran potencial, por su proximidad a los pilotos y equipos, y su espectacularidad”, resumía Joan Fontserè, director del Circuit, que acogía por tercer año el Mundial de RX, tercer campeonato del mundo (con la F-1 y MotoGP) en la instalación vallesana. En esta ocasión, Barcelona abría el Mundial, y la rivalidad se ha disparado.
Hasta cinco pilotos opositaban a la victoria vista su fortaleza en las cuatro mangas clasificatorias. Aunque quedó fuera de juego uno de los favoritos, Sébastien Loeb, al estrellar su Peugeot 208 en la horquilla por un error de pilotaje. A la final accedieron Ekström, Johan Kristoffersson (VW Polo) –en la primera línea de parrilla–, Timo Scheider (Ford Fiesta), Andreas Bakkerud (Ford Focus), Petter Solberg (VW Polo) y cerrando, el más niño, Timmy Hansen (Peugeot 208) –24–.
Ekström tomó ventaja desde la salida, favorecido por el mal arranque de Kristoffersson, que pasó de 2.º a último. Scheider ejerció de perseguidor, con Bakkerud, tercero, más descolgado. El momento decisivo fue la joker lap (hacer una vuelta más larga), que Scheider realizó al mismo tiempo que el sueco, por lo que no pudo ponerse por delante y presionarlo en el último giro. De modo que Ekström, sin cometer errores, mantuvo la primera plaza por 4 décimas sobre Scheider. Tercero fue Solberg, ganador del 2015.
Ekström, además de la victoria y el liderato, se llevó el trofeo de la calavera, el Super Charge, por hacer la salida más rápida. Y tiene la posibilidad de consolidar la tradición incipiente de Barcelona: quien gana en el Circuit acaba siendo campeón. Lo sabe del año pasado.