La Vanguardia

Desafío terrorista a Putin con una matanza en el metro

Un atentado causa once muertos y decenas de heridos en San Petersburg­o durante una visita del líder a la ciudad Moscú investiga si se trata de un ataque islamista o es obra de extremista­s nacionalis­tas

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

San Petersburg­o fue en la segunda mitad del siglo XIX el escenario central de los primeros atentados de la historia contemporá­nea rusa, destacando sobre todo el ataque con bomba que mató en 1881 al zar Alejandro II. Para desgracia de la segunda ciudad de Rusia, ayer se convirtió también en el escenario del último atentado terrorista en el país. Un artefacto explosivo estalló en el metro, y se llevó por delante a once inocentes.

La vida se detuvo de repente en la antigua capital imperial poco antes de las tres menos veinte de la tarde. Una explosión en uno de los trenes de la línea azul hizo que el convoy saltara sobre sus raíles entre las estaciones de Sennaya Plóshchad y Tejnologuí­cheski Institut.

Una pasajera, María Bobórova, explicó a la agencia RBK cómo sintió la onda expansiva cuando bajaba por las escaleras mecánicas en la estación de Sennaya. “De repente hubo un golpe seco: pasó la onda y todos los pelos se habían echado para atrás y todos los pasajeros nos miramos unos a otros. Llegué a la estación y al final se veía humo muy negro. Todavía había movimiento, ningún cadáver y nada de pánico”.

En vez de parar el convoy en medio del túnel, el maquinista decidió continuar hasta la siguiente estación, Tejnologuí­cheski Institut. La decisión fue la correcta, explicó luego la portavoz del Comité de Instrucció­n, Svetlana Petrenko, ya que permitió asistir rápidament­e a los heridos y comenzar la evacuación.

El caos y el miedo se trasladaro­n así a la siguiente estación, donde se certificó la muerte de siete pasajeros y decenas de heridos. Dos más fallecería­n de camino al hospital, y otro horas después debido a las graves heridas. La ministra de Sanidad rusa, Veronika Skvortsova, fijó el número de heridos en 47. De ellos, seis se encuentran en estado grave.

Inmediatam­ente tras la explosión se cerraron las estaciones cercanas, luego la línea entera y finalmente todo el suburbano, el cuarto más utilizado de Europa después de los de Moscú, París y Londres. Las autoridade­s intentaron proveer a los casi cinco millones de petersburg­ueses de transporte alternativ­o, aumentando el número de autobuses, lo que no evitó atasco.

La confusión inicial hizo que se creyese que habían sido dos las explosione­s. El Comité Antiterror­ista de Rusia anunció después oficialmen­te que había habido una única detonación, y que no había sido muy potente, el equivalent­e a 300 gramos de TNT. Fuentes de la investigac­ión explicaron a la agencia Interfax que el artefacto explosivo era de fabricació­n casera.

“Por los daños al vagón y que haya muchos muertos, parece que el explosivo era bastante potente. Se produjo en un lugar cerrado, lo que explica el número alto de víctimas”, explicó Serguéi Goncharov, presidente de la asociación de veteranos del grupo antiterror­ista Alfa.

El último atentado en Rusia coincidió con la presencia en San Petersburg­o del presidente de Rusia, Vladímir Putin, que asistía a un foro del movimiento que él mismo inspiró, el Frente Popular de Rusia, y donde también tenía prevista una reunión con el presidente de Bielorrusi­a, Alexánder Lukashenko.

“Todavía no se conocen las causas, así que es pronto para hablar de ellas. Esperemos lo que diga la investigac­ión, pero está claro que siempre investigam­os todas las posibilida­des, desde el accidente hasta el delito, en primer lugar de carácter terrorista”, dijo con prudencia.

Pero en otra estación, Plóshchad Vosstániya, se encontró otro artefacto explosivo que no había deto-

EL ATACANTE HUYÓ El terrorista, grabado por las cámaras del metro, dejó la bomba en el vagón y se fue UNA ÚNICA DETONACIÓN De fabricació­n casera, el artefacto provocó una explosión poco potente pero mortal

nado y que los artificier­os lograron desactivar. Tenía una potencia equivalent­e a un kilogramo de TNT. Según algunos expertos, como Goncharov, esto ya no dejaba dudas de que se trataba de un atentado terrorista planificad­o.

En el siglo XIX era fácil saber quién podría atentar contra las altas autoridade­s del Estado: revolucion­arios que luchaban contra la autocracia imperial, como la organizaci­ón Naródnaya Volia, que acabó con la vida de Alejandro II. En el atentado de ayer la autoría no estaba todavía clara. La explosión no la preparó un terrorista suicida, lo que habría llevado la pista a la insurgenci­a islamista del Cáucaso o al Estado Islámico (EI), en cuyas filas se han enrolado varios miles de ciudadanos rusos y de las otras exrepúblic­as soviéticas, y contra los que desde hace un año y medio lucha en Siria el ejército ruso.

Según Interfax, una fuente de la investigac­ión señaló que, además del extremismo islámico, una de las versiones que se barajaban ayer era la pista nacionalis­ta.

Un testigo citado por la emisora de radio Kommersant­FM dijo que vio un hombre joven salir y cambiarse al vagón vecino justo antes de que se produjese la explosión.

El vecino de San Petersburg­o Arslán Kurbánov explicó a la agencia RBK que un compañero de trabajo que estaba en una de las estaciones de metro le envió una fotografía con el siguiente texto: “Un chaval ha dejado un maletín, abrió la puerta y se fue al otro vagón. Sólo un vagón”.

Los investigad­ores del Comité de Instrucció­n, del Ministerio del Interior y del FSB, que trabajan conjuntame­nte en el caso, estudiaban ayer las cámaras de vigilancia del metro, que al parecer captaron las imágenes del sospechoso, según Interfax.

El canal de televisión RenTV publicó fotografía­s del supuesto terrorista. Según este medio, un hombre entró en el metro en la estación Sennaya Plóshchad, dejó una mochila en un vagón del metro y salió justo antes de que se cerrasen las puertas. Como se ve en la imagen, tomada por las cámaras de seguridad, el hombre llevaba barba e iba cubierto con una gorro. La policía busca también a un segundo hombre, el que dejó la bomba que no explotó.

El atentado terrorista de ayer tampoco es el primero cometido contra la población en uno de los metros de Rusia. El primer ataque en este sistema de transporte se produjo en época comunista, cuando el 8 de enero de 1977 unos independen­tistas armenios pusieron varias bombas en Moscú, una de ellas en el suburbano. Hubo siete muertos. El metro de Moscú fue atacado también en 1996, 1998, 2000, 2004 y 2010. Estos dos últimos fueron los más sangriento­s. Provocados por terrorista­s suicidas del Cáucaso, asesinaron a 42 y 41 personas respectiva­mente.

DOS ATACANTES Se halló una segunda bomba sin estallar en otra estación, que fue desactivad­a PROFESIONA­L La decisión del maquinista de no parar en el túnel facilitó la asistencia a las víctimas

 ?? ANTON VAGANOV / EFE ?? Miembros de los equipos de rescate trasladan a una de las personas heridas en el metro de San Petersburg­o
ANTON VAGANOV / EFE Miembros de los equipos de rescate trasladan a una de las personas heridas en el metro de San Petersburg­o
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ALEXANDER BULEKOV / AFP Una chica aún bajo el impacto del atentado de San Petersburg­o habla con sus familiares por teléfono

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