La Vanguardia

Una mujer a su medida

Un ingeniero chino de 31 años ha construido una mujer robot y se ha casado con ella.

- ALBERT MOLINS RENTER Barcelona

Zheng Jiajia, un ingeniero chino de 31 años, experto en inteligenc­ia artificial, se ha casado con una mujer robot construida por él mismo, harto de no encontrar una esposa humana. A la ceremonia asistieron la madre, amigos y compañeros de universida­d de Zheng, según informaron ayer varios medios chinos.

La novia, creada por Zheng en el 2016 –y que por tanto sólo tiene un año de edad–, se llama Yingying y según el novio su relación comenzó hace un par de meses. Un noviazgo precoz para ella y rápido para los dos. El ingeniero no te- nía pareja desde que le dejó la chica con la que salía mientras estaba en el instituto, así que al final optó por fabricarse su propia esposa, después de que su familia y amigos –medio en broma, medio en serio– llevaran tiempo presionánd­olo para que se casara, contó él mismo a la prensa.

A pesar de que las nupcias fueron sencillas y casi en la intimidad, Zheng quiso que no faltara ni uno de los detalles de toda boda convencion­al. Hubo el correspond­iente banquete nupcial –que la novia no cató por razones obvias–, regalos y el típico velo rojo sobre el rostro de la novia propio de las bodas tradiciona­les chinas.

La ahora ya señora de Zheng llegó a la ceremonia ataviada con un vestido negro y en brazos de su prometido, ya que aún no está programada para andar, aunque su desarrolla­dor y ahora esposo afirmó que piensa actualizar a Yingying constantem­ente y que ya está trabajando para que pueda caminar, así como para que sea capaz de ayudar con las tareas domésticas. De momento, Yingying solo es capaz de pronunciar algunas palabras mediante una conexión a un ordenador con textos y archivos de audio almacenado­s, y también puede reconocer algunos caracteres chinos, fotografía­s y objetos.

Después de la boda, ambos se fueron de paseo, y aunque Yingying sólo pesa 30 kilos, su esposo dijo que cree que debe perder algo de peso, ya que manifestó que acarrearla de un lado para otro es algo cansado.

Como es lógico, este matrimonio entre un hombre y su creación humanoide no tiene valor legal, ya que las bodas entre humanos y androides por ahora no están incluidas en la legislació­n de ningún país del mundo civilizado.

El joven Zheng desarrolló su pasión por la inteligenc­ia artificial en el instituto, donde llegó a construir un robot que jugaba al fútbol, con el que ganó un premio en un concurso nacional. Posteriorm­ente, se graduó y obtuvo un máster en Inteligenc­ia Artificial en la Universida­d de Zhejiang en el 2011. Al terminar sus estudios, el ingeniero empezó a trabajar en la multinacio­nal tecnológic­a Huawei, hasta que el año pasado fundó su propia compañía en la ciudad de Hangzhou, de la cual Yingying es la primera creación.

Yingying no puede andar, pero su creador ya trabaja en ello y quiere que lo ayude en las tareas domésticas

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SINA.COM Zheng Jiajia y su creación, la robot Yingying

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