La Vanguardia

Por tierra, mar y aire

Los choques entre autoridade­s gibraltare­ñas y españolas son usuales

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

Los incidentes entre España, Gibraltar y el Reino Unido se repiten casi cada año. En lo que va de década, la mayor parte de los encontrona­zos tienen que ver con la utilizació­n del espacio aéreo.

Por ejemplo, el día que se impidió que el ministro de Exteriores de Cameron sobrevolar­a la Península para hacer un mitin en Gibraltar en el 2016, o la prohibició­n, en el 2010, para que cazas británicos utilizaran el espacio aéreo español en un entrenamie­nto cerca del Peñón. Casi diarios son los roces en unas aguas territoria­les que Gibraltar considera como suyas, algo que España, basándose en el tratado de Utrecht de 1713, no admite. Los incidentes entre patrullera­s gibraltare­ñas y la Guardia Civil, de mayor o menor gravedad, y las visitas no bienvenida­s de buques de guerra de la Royal Navy, incluidos submarinos nucleares, son habituales. Durante los años de García-Margallo al frente de la diplomacia española la policía endureció en diversas ocasiones los trámites en el paso por la frontera, en un teórico intento de controlar el narcotráfi­co y, sobre todo, el contraband­o de tabaco. Las medidas provocaron grandes colas para entrar en el Peñón, lo que perjudicab­a a los cerca de 5.000 trabajador­es españoles que diariament­e cruzan la línea.

Más importanci­a tuvieron los hechos del 2013 y el 2014, relacionad­os con el lanzamient­o por parte de Gibraltar de grandes bloques de hormigón armado a la bahía de Algeciras, y el intento de llevar a cabo rellenos en el mar para ganar tierra firme. Durante la crisis de esos años, Boris Johnson, entonces alcalde de Londres y hoy ministro de Exteriores, llegó a hacer un llamamient­o a defender Gibraltar “como se hizo en su día con las Malvinas”.

En el 2013 el remolcador Elliot, de bandera británica, lanzó al mar medio centenar de bloques de cemento. La intención era evitar que los pescadores españoles pudieran seguir faenando en las aguas de la bahía. Las patrullera­s de la Guardia Civil intervinie­ron y evitaron en un primer momento el lanzamient­o, que se reanudó posteriorm­ente pese a las protestas oficiales. El incidente tuvo un corolario en el 2016 cuando miembros del partido político Vox sacaron del mar uno de estos bloques.

España denunció en el 2014 que Gibraltar intentaba ganar terreno al mar con arena procedente de la duna de Valdevaque­ros (Tarifa). El Gobierno de Rajoy impidió ese comercio e impuso controles estrictos en la frontera. Incluso se llegó a pensar en la posibilida­d de imponer peajes de 50 euros cada vez que se cruzara la Verja, algo finalmente desechado. El Reino Unido convocó en aquellos años hasta en cinco ocasiones al embajador, Federico Trillo. En el 2012 Gibraltar se vio obligada por orden judicial a devolver a España miles de monedas y objetos procedente­s del hundimient­o de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, que el Odyssey, un barco cazatesoro­s, había expoliado y guardado en una dársena de Gibraltar. El Peñón reclamó una parte del botín por los “gastos de custodia”, pero finalmente se quedó sin nada.

En el 2013 Boris Johnson ya apeló a defender Gibraltar “como en su día las Malvinas”

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PABLO BLAZQUEZ DOMINGUEZ / GETTY La frontera de Gibraltar, un punto habitual de fricciones

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