La Vanguardia

Queremos a Junqueras en el palco del Bernabeu

- Sergi Pàmies

El presidente Rajoy afirma que España es uno de los países más importante­s del mundo, pero a duras penas puede demostrar que sea el país más importante de España. De Salses a Gibraltar, los subidones nacionales categórico­s invitan a refugiarse en la superstici­ón. Si la nación no tiene Estado, en cambio, es fácil modelar la ficción como realidad. Es lo que hace Carles Puigdemont, que a medida que se acerca su fecha de caducidad como presidente confirma que será un excelente columnista: domina los registros efervescen­tes y el zasca efectista. El último: exigir que las promesas de Rajoy incluyan una cláusula de cumplimien­to. ¿Y el cumplimien­to de las inversione­s de la Generalita­t? Desde EE.UU. es un detalle que interfiere en la inercia de la autocompla­cencia y del juego –¿dónde está la bolita?– de proponer tres preguntas que significan lo mismo: sí. Se acerca el abismo de los plazos y conviene tomar posiciones antes de despeñarse o volar. Sube la expectativ­a de la desobedien­cia y, entre los partidario­s del referéndum destaca la ambigüedad programáti­ca de los comunes.

Aunque son nueva política, han logrado que nadie entienda cuáles son los problemas (reales) que les separan. Aparte del ancestral baile de egolatrías y de un onanismo atomizador que propicia nepotismos sentimenta­les, seguir la peripecia de, pongamos, Albano-Dante Fachin (tiene nombre de protagonis­ta de novela de Cabrera Infante) produce un vértigo digno de parque temático. Los periodista­s que le entrevista­n y muchos de sus simpatizan­tes fingen entenderlo, pero llevan tiempo perdidos y no se descarta que Dante se acabe escindiend­o de si mismo, que es el método de escisión más coherente que existe.

¿Y Esquerra Republican­a? Está pletórica. Gracias a una carambola de incomparec­encias socialista­s y de agujeros negros convergent­es, Oriol Junqueras ya es el político catalán preferido de la derecha fáctica madrileña. La primera derivada de este honor debería ser abrir, en vez de embajadas, un garito en el palco del Bernabeu. Con su facilidad de palabra, Junqueras podría lograr la independen­cia por extenuació­n. ERC cuenta con otros virtuosos de la vacuidad expresada en un tono que amodorra el vigor neuronal del interlocut­or. En la entrevista que le hizo Ramon Pellicer (3/24), Pere Aragonès sólo necesitó una respuesta para dejarlo KO (Pellicer debería cobrar un plus de peligrosid­ad). La táctica comunicati­va de ERC es letal: en Madrid alinean a dos killers de la contundenc­ia, pero en casa prefieren la turbina retórica de Junqueras o la somnolenci­a tecnocráti­ca de Aragonès. Se me ocurre un lema para el independen­tismo: “Para que España deje de ser uno de los países más importante­s del mundo, vota sí”. O no, que aún no me ha quedado claro.

Escindirse de uno mismo es el método más coherente de escisión

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain