Tiempo y justicia
Me sacan tuits de hace quince años”, lamenta la tuitera que quería mal a Carrero y a otras gentes de derechas, como Cristina Cifuentes. Lamentan algunos comentaristas que esta chica se haya obsesionado con un almirante al que mataron 22 años antes de que ella naciese. Y es opinión extendida que no tiene mucho sentido juzgar como enaltecimiento del terrorismo la mofa de un señor que fue asesinado hace 44 años. Seguramente los jueces de la Audiencia Nacional tienen otro criterio porque la ley no hace esas distinciones de tiempo, forma ni contenido y por eso la chica fue condenada a un año de prisión. El debate tiene algún interés.
Tiene algún interés porque el tiempo corre y empezamos a tener la peligrosa sensación de que últimamente se están juzgando hechos históricos, con la excepción de los actores principales del fallido referéndum del 9-N. Ya sabemos que hay instrucciones de escandalosos casos de corrupción que duran cerca de diez años. Y dentro de unos días veremos cómo se juzga en Madrid a cinco jóvenes que cometieron acciones violentas en la huelga general del 2012. Muchos lectores dirán: “Ah, pero ¿hubo una huelga general en el 2012?”. Sí, señores, Rajoy también tuvo su huelga general en la época dura de los recortes. Un 14 de noviembre. Si la hemos olvidado, es que no fue muy contundente, pero la hubo.
Las personas que van a sentarse en el banquillo quizá fueron violentos ese día. Según informaciones que ahora vuelven a publicarse, destrozaron mobiliario urbano, atacaron propiedades privadas, montaron barricadas y agredieron e insultaron a la policía. O sea, que tenían un poco de huelguistas y un poco de vándalos. Es lógico que la justicia les pida explicaciones. Pero han pasado cerca de cinco años, oigan. Hemos olvidado aquellos episodios, sin duda lamentables. Hoy los procesados quizá sean unos pacíficos padres de familia que, si están en el paro, sobreviven como pueden y, si trabajan, también sobreviven como pueden. Rajoy presume de que las causas que motivaron aquella huelga general han desaparecido. ¿Tiene sentido el juicio? El juicio, sí. Tendría menos sentido condenarlos a la cárcel. Sería condenar la historia otra vez.