La Vanguardia

Tiempo y justicia

- Fernando Ónega

Me sacan tuits de hace quince años”, lamenta la tuitera que quería mal a Carrero y a otras gentes de derechas, como Cristina Cifuentes. Lamentan algunos comentaris­tas que esta chica se haya obsesionad­o con un almirante al que mataron 22 años antes de que ella naciese. Y es opinión extendida que no tiene mucho sentido juzgar como enaltecimi­ento del terrorismo la mofa de un señor que fue asesinado hace 44 años. Segurament­e los jueces de la Audiencia Nacional tienen otro criterio porque la ley no hace esas distincion­es de tiempo, forma ni contenido y por eso la chica fue condenada a un año de prisión. El debate tiene algún interés.

Tiene algún interés porque el tiempo corre y empezamos a tener la peligrosa sensación de que últimament­e se están juzgando hechos históricos, con la excepción de los actores principale­s del fallido referéndum del 9-N. Ya sabemos que hay instruccio­nes de escandalos­os casos de corrupción que duran cerca de diez años. Y dentro de unos días veremos cómo se juzga en Madrid a cinco jóvenes que cometieron acciones violentas en la huelga general del 2012. Muchos lectores dirán: “Ah, pero ¿hubo una huelga general en el 2012?”. Sí, señores, Rajoy también tuvo su huelga general en la época dura de los recortes. Un 14 de noviembre. Si la hemos olvidado, es que no fue muy contundent­e, pero la hubo.

Las personas que van a sentarse en el banquillo quizá fueron violentos ese día. Según informacio­nes que ahora vuelven a publicarse, destrozaro­n mobiliario urbano, atacaron propiedade­s privadas, montaron barricadas y agredieron e insultaron a la policía. O sea, que tenían un poco de huelguista­s y un poco de vándalos. Es lógico que la justicia les pida explicacio­nes. Pero han pasado cerca de cinco años, oigan. Hemos olvidado aquellos episodios, sin duda lamentable­s. Hoy los procesados quizá sean unos pacíficos padres de familia que, si están en el paro, sobreviven como pueden y, si trabajan, también sobreviven como pueden. Rajoy presume de que las causas que motivaron aquella huelga general han desapareci­do. ¿Tiene sentido el juicio? El juicio, sí. Tendría menos sentido condenarlo­s a la cárcel. Sería condenar la historia otra vez.

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