La Vanguardia

Europa descubre en Bolonia la imaginació­n de la ilustració­n catalana

La Feria de Libro Infantil y Juvenil visualiza las nuevas niñas rebeldes

- JOSEP MASSOT Bolonia Enviado especial

El espacio ferial de Bolonia se convirtió ayer –y hasta el día 6– en un inmenso reino de la imaginació­n. Selvas, mares, animales fantástico­s, fondos marinos, mundos utópicos, dibujados unos con un estallido de colores vivos y otros con el negro de los terrores nocturnos... Este año Catalunya y Baleares son los invitados de honor de la feria dedicada a la Literatura Infantil y Juvenil, LIJ, una oportunida­d magnífica para reforzar su presencia internacio­nal y, no menos importante, en dar a conocer a sus autores en su propio país.

El gran reto del sector editorial catalán es buscar lectores fuera de un mercado reducido al de los territorio­s de habla catalana y la LIJ ya tiene mucho camino recorrido. Montse Ayats, de l’Associació d’Escriptors en Llengua Catalana, recordaba que desde 1982 no ha faltado ni un solo año a la cita italiana, un trabajo que ha servido de base a Manuel Forcano e Izaskun Arretxe, los responsabl­es del Institut Ramon Llull para conseguir una presencia catalana en la feria que marcará un antes y un después. Lo sabe el president Carles Puigdemont que quiso asistir a la inauguraci­ón: “la cultura es lo que nos da a conocer en el mundo”. En realidad dijo que “la cultura también es nuestro petróleo”, parafrasea­ndo una desafortun­ada ocurrencia del ministro de Bienes Culturales italiano, pero que deja claro que la numerosa embajada llegada desde Barcelona no busca objetivos políticos: “Esto es un mercado y venimos a competir”, dijo Manuel Forcano.

La embajada balear quedó coja por el embrollo político que envuelve una vez más a la izquierda de las islas: la consellera de Cultura, de Més Menorca, obligada a dimitir por un feo asunto de concesión directa de un servicio que requería concurso público fue sustituida por el conseller d’Educació, Martí March.

La inmensidad de la feria, sin llegar al gigantismo de Francfort, visualiza de golpe la importanci­a económica que ha adquirido el mundo de la infancia. Hace años que ha quedado abolida la imagen de que el niño, al no disponer de dinero, era una figura que quedaba exenta del mercado consumista. Ellos no tienen dinero, pero los familiares adultos sí, y están dispuestos a gastarse cada vez más dinero en ellos. Ropa, teléfonos móviles, juguetes, gadgets, los niños y niñas son sometidos a una presión publicitar­ia diaria y permanente.¿Qué armas tienen para defenderse y no caer en el consumo compulsivo? Una de ellas es la lectura.

Montse Ayats recuerda que muchos padres delegan este tipo de tareas a las escuelas y dimiten de sus responsabi­lidades porque no quieren buscar tiempo que dedicar a sus hijos. Una de las tareas de las que muchos padres dimiten con facilidad es la de fomentar la lectura en casa: “Si el niño sólo lee en la escuela, asocia libro a obligación, a deberes”. Quienes echan la culpa a profesores o maestros de que sus hijos no leen, tendrían que preguntars­e antes qué han hecho ellos para fomentar la lectura. Y a la inversa, los profesores y maestros que acusan a los familiares, tendrían que preguntars­e si han sido capaces de transmitir a sus alumnos la pasión lector o si han tenido tiempo de dedicar a cada uno de ellos la atención que cada singularid­ad requiere.

La feria visualiza un nuevo modelo de niño, sobre todo de niñas. Es un fenómeno que crece imparable. La niña que toma sus propias decisiones, sin querer depender pasivament­e de la opinión de su entorno familiar o escolar, niñas terribles o, mejor, caracteres fuertes, como el libro más financiado en la historia del crowdfundi­ng, Historias de buenas noches para niñas rebeldes, de Elena Favilli y Francesca Cavallo, un millón de dólares en un mes en setenta países. Niñas que maduran a edades cada vez más tempranas, a velocidad de vértigo. “Ahora están ya entre los siete y ocho años”, dice Reina Duarte. ¿Y esto es bueno o malo?, pregunta ingenuo el periodista. ¿Autonomía o dependenci­a de la maquinaria publicitar­ia? En los libros infantiles son niñas fuertes, hijas de Pippi Calzarlarg­as, no de la Barbie caprichosa y alienada, un nuevo tipo de feminidad que no se deja dominar por los clichés que muchas veces inculcan s sus hijas más las madres que los padres. Hay menos libros de niños de miradas edulcorada­s y bobalicona­s. El niño reclama un nuevo papel y los inmigrante­s, los refugiados, la ecología, las nuevas familias, comparten lugar con la fantasía, las emociones o el humor.

La atención que están recibiendo los ilustrador­es y creadores catalanes, valenciano­s y baleares es intensa. Empezando por la exposición de jóvenes ilustrador­es que sirve de umbral a la feria, un espacio desenfadad­o diseñado por Clara Solà-Morales, que permite a los visitantes tumbarse en sus módulos a modo de hamaca para echar un vistazo a los libros selecciona­dos. La realizació­n de la idea es más original que la vista en otras ferias, como la de Guadalajar­a (México).

En un país donde la historia forma parte de su presente como el italiano, les ha llamado la atención la presencia de la editorial más antigua de Europa, las Publicacio­ns de l’Abadia de Montserrat. La prensa estaba encantada comenzando sus crónicas, en 1498, cuando Cristóbal Colón estaba descubrien­do América en un lugar de Catalunya... para acabar hablando de los dibujos de Julia Sardà o Aina Bestard.

Carles Puigdemont inaugura la presencia catalano-balear en la feria, en ausencia de Francina Armengol Italia elogia la instalació­n de Clara Solà-Morales y la presencia de la editorial más antigua de Europa

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GIORGIO BENVENUTI / EFE Vista del pabellón catalán de la feria inaugurada ayer
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