La Eurocámara pide la dimisión de Dijsselbloem
Pocas veces se ha visto al Parlamento Europeo tan unido como ayer por la tarde en Estrasburgo, cuando el pleno habló del presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. Todos los grupos políticos –conservadores, socialistas, verdes, la extrema izquierda y la extrema derecha– reclamaron ayer su dimisión después de que el holandés se negara a comparecer ante la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara para comentar la situación del rescate de Grecia. Le llevan la cuenta: van ya tres plantones. Su último paso por ese foro estuvo marcado por las críticas de algunos diputados a sus despectivos comentarios sobre los países del sur, a los que acusó de “gastarse el dinero en alcohol y mujeres”.
Desde entonces, la relación de Dijsselbloem con la institución no ha hecho más que degradarse. Los llamamientos a que dimita han dejado delimitarse a voces aisladas para proceder de todos los sectores políticos. Dijsselbloem, socialdemócrata, perderá probablemente en unos meses la cartera de ministro de Finanzas holandés que le permitió convertirse en presidente del Eurogrupo. Él pretende terminar su mandato, que expira el 31 de diciembre, pero la revuelta de los eurodiputados y, sobre todo, las críticas de los gobiernos del sur hacen cada vez más inviable su pretensión. Berlín y París sin embargo callan. No es el momento de abrir otra crisis, dicen fuentes diplomáticas.
El presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, tras constatar el grado de enfado de los eurodiputados con Dijsselbloem, anunció que le haría llegar una carta quejándose por su plantón. El eurodiputado francés Alain Lamassoure (PPE) propuso declararle persona non
grata y no permitirle acceder más.