La Vanguardia

“He seguido mi instinto, he desoído los consejos”

Nací y vivo en Santander. Mi pareja, Mike, vive y trabaja en Londres. Tengo una hija, Clara (17). Hice la carrera de Música. Es urgente ocuparse del tema de la conservaci­ón. En África cada 15 minutos un elefante es asesinado, esa faceta de los humanos es

- IMA SANCHÍS

Cuénteme su historia de amor… Comenzó hace unos quince años, cuando descubrí el parque de fauna más grande de Europa: Cabárceno.

Lo tiene al ladito de casa...

Sí, a quince minutos. Es como tener una pequeña África en el jardín de mi casa.

Una suerte.

...En cuanto salía del trabajo allí estaba, observando y haciendo fotos, que es mi gran pasión desde la adolescenc­ia. Así empecé a distinguir, a conocer a las familias, a cada individuo; a ver nacimiento­s, cómo crecían las crías, cómo se relacionab­an... Un mundo maravillos­o.

...

Me enamoré perdidamen­te. Me sentía parte de ese mundo, y de alguna manera los otros animales y yo nos comunicába­mos. Reconozco mis miedos y anhelos en ellos; comprendo que no pueden entender ciertos comportami­entos nuestros, y eso me provoca todavía más ternura y la necesidad de protegerlo­s.

Hasta hace muy poco les negábamos hasta su capacidad de sentir.

Vamos evoluciona­ndo, pero nos queda todavía un largo camino. Estamos llenos de estereotip­os peyorativo­s hacia los animales, pero para

mí bestia o salvaje son dos palabras preciosas.

Lleva quince años fotografiá­ndolos en Cabárceno.

Sí, entre nunca leoneshe dejadoy cebras. de Aprendíir. Mi hijaa tenerha crecidoun ojo allí, en el objetivo y el otro vigilante, controland­o que Clara no corriera peligro.

¿Cuándo dio el salto a África?

Era mi anhelo, pero no tenía dinero ni para comprarme buenos objetivos ni para un viaje privado. Tuve que esperar siete años con tenacidad de hormiga hasta que el horizonte se abrió.

¿Y cómo se abrió?

Ocurrieron varias cosas: publiqué un libro de fotografía­s de Cabárceno y conocí a mi actual pareja, Mike, que es sudafrican­o y se convirtió en mi business manager. Todo eso ayudó muchísimo, pero no fue lo esencial.

¿Qué fue lo esencial?

Entender que el mundo está ahí para ti; es una especie de clic mental. De repente me di cuenta de que yo podía viajar y convertirm­e en fotógrafa profesiona­l de fauna en este mundo mayoritari­o de hombres.

Cierto, no hay muchas fotógrafas de fauna salvaje...

Somos muy pocas; de hecho, viajando por el mundo profesión, sólola mayoríahe encontrado­con una mujer compañeros­que cuidade de sus hijos durante sus largas ausencias.

Pero aquí está.

Sí, he seguido mi instinto, he desoído los consejos, me he desprendid­o de imaginaria­s inferiorid­ades: soy freelance. Soy fotógrafa de fauna. Soy mujer.

Usted era profesora de música.

Sí, de flauta travesera en una pequeña escuela de música, un trabajo fijo que me gustaba, pero fui acumulando horas, años, experienci­a y fotos en Cabárceno, y en el año 2015, en plena crisis, decidí dedicarme a la fotografía de fauna al cien por cien.

¿Es usted valiente?

No, soy muy cobardica, mi trabajo ha sido de hormiguita. No hace mucho impartí un curso en una escuela de fotografía en La Habana. Yo les hablaba de África con soltura, y entonces alguien me interrumpi­ó: “Marina, nosotros no podemos viajar a África”.

¿Y recordó sus inicios?

Sí, me acordé de mi cámara de aficionada, de los años pasados en Cabárcerno, del ingenio, de cuánto había de acercarme a los animales porque no tenía teleobjeti­vos. Ahora a mis cursos de fotografía en África viene gente de todo el mundo, y sé que todos tenemos los mismos temores, dudas, angustias y alegrías.

¿La suerte es un factor?

Detrás de una foto especial hay todo un mundo, quizá miles de kilómetros recorridos, meses de preparació­n, privacione­s, puede que algún divorcio, emociones, muchas ilusiones, una vida de dedicación. El factor suerte ocurre muchas menos veces de las que pensamos.

¿Cuándo se convirtió en activista?

Ya con el segundo libro que publiqué, Drama &

intimacy, destiné el 10% de las ventas a la Fundación David Sheldrick Wildlife Trust, una organizaci­ón con sede en Nairobi y Londres.

Dedicada a los elefantes.

Sí, recogen a los elefantes que han quedado huérfanos, los crían y los reintroduc­en en la vida salvaje. Sus madres y a menudo toda su familia han muerto a manos de cazadores furtivos que persiguen el marfil de sus colmillos.

Su venta está prohibida.

Hay un gran mercado en China y el Sudeste Asiático. La consecuenc­ia es que cada 15 minutos es asesinado un elefante en África, 96 al día, 35.000 al año. Se calcula que en el año 2026 no quedarán elefantes en estado salvaje en África.

¿Ha encontrado usted su lugar?

Si yo pudiera escoger entre ser un humano o ser un animal salvaje, me cambiaría inmediatam­ente. Sé que decir esto es de friki o de loca, pero es lo que siento. Me gustaría conocer cómo es su vida desde dentro, cómo sienten, cómo ven, cómo aman, cómo perciben los olores...

¿Eso es lo que busca con sus fotos?

Creo que sí; salvando las distancias, me siento similar a ellos, ni superior ni inferior, una más en este mundo asombroso en el que vivimos.

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XAVIER CERVERA

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