La Vanguardia

Conmoción mundial por la matanza de El Asad con armas químicas

Más de medio centenar de fallecidos, entre ellos niños, en un ataque aéreo en el norte de Siria

- Estambul. Correspons­al

Bashar el Asad añadió ayer una nueva matanza a su sangrienta biografía. Un ataque aéreo (sólo el régimen sirio dispone de aviación) causó más de 50 muertos, entre ellos varios niños. La causa de las muertes apunta a la inhalación de cloro o gas sarín.

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El uso de armas químicas vuelve a emponzoñar el aire de Siria y las expectativ­as de una salida negociada a la guerra. Según fuentes de la oposición, más de cincuenta personas, entre ellas mujeres y niños, murieron y cientos resultaron heridas en la mañana de ayer a causa de un bombardeo aéreo, segurament­e con gas sarín, en Jan Sheijun, población dominada por los rebeldes en la provincia de Idlib.

Imágenes de vídeos y numerosos testimonio­s hablan de niños muertos por asfixia, de cadáveres con espumarajo­s en la boca y de heridos con vómitos y otros síntomas asociados al envenenami­ento. Un segundo bombardeo se habría cebado en el hospital que atendía a cientos de afectados, aumentando el número de víctimas, decenas de las cuales habrían sido trasladada­s a hospitales de Turquía. La acusación de que se trata de un ataque aéreo apunta al régimen, ya que los milicianos carecen de aviación.

La Administra­ción Trump, que hace apenas unos días había abierto la puerta a una transición política en Siria con Bashar el Asad en el poder, culpó ayer al régimen de esta atrocidad, el peor ataque con armas químicas cometido desde el 2013, cuando un millar de personas murieron en los alrededore­s de Damasco. La Casa Blanca denunció ayer tarde una atrocidad “que no puede ser ignorada por el mundo civilizado”.

El régimen de Bashar el Asad niega cualquier responsabi­lidad y culpa a los rebeldes de matar a su propia gente para dificultar las ne- gociacione­s de paz. El Observator­io Sirio de los Derechos Humanos contó 58 muertos y decenas de heridos. Entre ellos también hay numerosos niños y muchas mujeres. El bombardeo se produjo a las seis y media de la mañana y la población de Jan Sheijun dormía.

El ejército sirio había lanzado antes bombas de cloro sobre la población. Este gas no causa muchas muertes porque se disipa rápidament­e. Los síntomas que ayer presentaba­n las víctimas coinciden más con una sustancia tóxica como el sarín.

Jan Sheijun, ocupada por grupos rebeldes, algunos de ellos próximos a Al Qaeda, está a unos 20 kilómetros del actual frente en la provincia de Hama.

El ataque con gases del 2013 no fue contestado por EE.UU. El presidente Obama había anunciado que lo haría, que un ataque así recibiría respuesta, pero no lo hizo y ayer su sucesor, Donald Trump, señaló que de aquella inacción se ha pasado a la atrocidad de Jan Sheijun.

Después de la matanza en los suburbios de Damasco del 2013, Rusia arrancó un compromiso: la destrucció­n del arsenal químico de Siria bajo supervisió­n internacio­nal. Esta acción está claro que no funcionó a pesar de que hace dos años Estados Unidos manifestó que el arsenal químico sirio había sido destruido.

Huelga decir que los firmes aliados de El Asad, Rusia e Irán –que patrocinan sus propias conversaci­ones de paz en Astaná–, llaman a que se aclare la masacre de Jan Sheijun. Moscú asegura que su aviación no participó ni en el primer ataque –el lanzamient­o de la bomba tóxica– ni en el segundo contra el hospital que atendía a las víctimas.

El mediador de la ONU, Staffan de Mistura, que se encontraba en Bruselas, participan­do en la reunión de la UE sobre el futuro de Siria, ha pedido una investigac­ión exhaustiva y ha señalado que siempre que se está cerca del compromiso en Siria suceden estas cosas.

La masacre, si llega a confirmars­e la autoría del ejército sirio, se antoja devastador­a para el dictador alauí. Hasta ahora su estrategia siempre ha sido presionar en el terreno militar para conseguir una mejor baza en la mesa de negociacio­nes. Pero estas nunca arrancan porque El Asad considera que tiene el triunfo definitivo al alcance de la mano.

Turquía, que desde el primer momento ha apostado por el cambio de régimen en Siria, hubiera acogido a decenas de heridos en el bombardeo, en una muestra más de su generosida­d con los damnificad­os. El presidente Erdogan se ha apresurado a culpar a Bashar el Asad. Moscú, mientras tanto, guarda silencio.

JORDI JOAN BAÑOS

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AP Muchos niños falleciero­n en Jan Sheijun durante un bombardeo con armas químicas cometido ayer a primera hora de la mañana

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