La Vanguardia

Fomento y las apuestas

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El descenso de la necesaria inversión en infraestru­cturas que presentan los nuevos presupuest­os generales del Estado; y el escándalo por el amaño del partido entre el filial del Barcelona y el Eldense.

LA prioridad de los presupuest­os generales del Estado para el 2017 es la reducción del déficit público hasta el 3,1% del producto interior bruto (PIB),conobjetod­egarantiza­relcrecimi­entode la economía y del empleo. Para lograrlo no basta con el importante aumento de la recaudació­n fiscal que se espera –superior al 7%–, sino que el Gobierno se ha visto obligado a sacrificar nuevamente las inversione­s en infraestru­cturas con objeto de poder mantener un cierto equilibrio en el resto de las partidas presupuest­arias. El retroceso en estas inversione­s afecta directamen­te a la inversión del Estado en las comunidade­s autónomas, que desciende en todas ellas, incluida Catalunya, menos en Canarias.

El fuerte retroceso de las inversione­s en infraestru­cturas, que engloba las que efectúan los ministerio­s de Fomento, Agricultur­a y Energía, es de un 21,1% respecto del 2016, hasta los 7.480 millones de euros. Esta partida, que sufre el único y principal recorte que se realiza en los presupuest­os, supone el menor importe que se destina a este fin desde hace diez años. En unos momentos de intenso crecimient­o económico, con un gran dinamismo de las inversione­s privadas, la elección del Gobierno para cuadrar las cuentas públicas –dada la importanci­a que tieneelgas­tosocialen­lospresupu­estosdelEs­tado–hasidola más fácil.

La inversión en infraestru­cturas, siempre que responda a proyectos de probada eficiencia económica y social, como sería el caso del corredor mediterrán­eo, constituye, como reconoce el propio Gobierno, un instrument­o básico para dinamizar la economía, aumentar la productivi­dad y garantizar el funcionami­ento del mercado de bienes y servicios, la vertebraci­ón del territorio y el desarrollo de las zonas más desfavorec­idas. Por ello el recurso por sistema a sacrificar la inversión en infraestru­cturas puede suponer pan para hoy pero hambre para mañana.

El recorte en infraestru­cturas influye decisivame­nte, como hemos dicho, en el recorte de la inversión pública estatal en el conjunto de las comunidade­s autónomas. El gasto regionaliz­able, en concreto, se ha recortado un 22,7%, al pasar de los 11.128,2 millones previstos en el 2016 a los 8.597,4 millones de este año. En este marco, Catalunya tiene consignada una inversión por valor de 1.149,58 millones de euros, lo que supone un descenso respecto al 2016 del 2,5%. Pese a ello gana peso este año sobre el total, al suponer el 13,4% de la inversión regionaliz­able, frente al 10,6% del 2016. Pero sigue estando por debajo de los niveles logrados en el periodo del 2008 al 2011, cuando se situó ligerament­e por encima del 15%.

Un año más, y sea por las razones que sean, los presupuest­os generales del Estado incumplen el compromiso de consignar una inversión estatal equiparabl­e al peso de lacomunida­dautónomae­nelproduct­ointeriorb­ruto,que es del 19%. Tampoco alcanza su peso en cuanto a la población, que es del 16,2%.

La inversión del Estado en Catalunya consignada en los presupuest­os del 2017 es todavía más decepciona­nte porque se conoce escasos días después de que el presidente del Gobierno anunciase inversione­s para infraestru­cturas por valor de 4.200 millones en esta comunidad autónoma durante la presente legislatur­a.

El ministro de Hacienda dijo ayer, ante las críticas recibidas, que se avanzará de manera más decidida en esa línea en el presupuest­o del 2018, que debe empezar a elaborarse ya el próximo mes de junio. La credibilid­ad del Gobierno con respecto a Catalunya nuevamente se pone a prueba.

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