El jurado son los niños
David Cirici, finalista del premio Strega Ragazze e Ragazzi de Bolonia
En la crónica de ayer de la feria de Bolonia del Libro Infantil y Juvenil (LIJ), se subrayaba la tendencia de libros con personajes niñas que quieren que su opinión sea tenida en cuenta en ciertos ámbitos de su vida diaria. Otro ejemplo es el premio Strega Ragazze e Ragazzi, la modalidad infantil que ha creado desde hace dos años el premio más prestigioso y democrático de las letras italianas. El Strega infantil es elegido por los propios niños. En la categoría de mayores de seis años ha llegado a la final David Cirici. Su libro Molsa (Muschio en italiano), editado por Edebé, es la historia narrada por un perro que busca a sus dueños, perdidos tras la explosión de una bomba, Janinka i Mirek. Se ayuda en su búsqueda por el olfato, un circo de fieras, un campo de concentración, los olores de la guerra. De ganarlo, sería un año redondo para Cirici, que este año ha ganado el Sant Jordi. Compite con Gaia Guasti, Guido Quarzo, Mino Milani y ni más ni menos que la condesa de Ségur y su clásico Las desventuras de Sophie. Para Cirici, que entre sus referencias tiene a Gianni Rodari, ser uno de los cinco finalistas es ya un éxito. El premio Strega es un paso de gran importancia para fomentar y prestigiar la lectura entre los niños y los preadolescentes cuando ya han sonado todas las alarmas y ya no bastan los discursos, sino hechos y actuaciones concretas.
En este sentido, los editores dan mucha importancia al anuncio de Franco Boni, presidente de BolognaFiere, de que la feria abrirá una terminal en Nueva York, en el centro de Manhattan, del 30 mayo al 1 de junio de 2018, lo que ampliará la onda expansiva que está viviendo la LIJ.
La edición catalana recibió el lunes en la Biblioteca del Archigimnasio de Bolonia dos de los 17 premios que concede la feria. La editorial de Mataró A Buen Paso, por Un jardín, de Isidro Ferrer y María José Ferrada, y la ilustradora Laura Borràs por El camino de Marwan, editado por la editorial chilena Amanuta, con texto de Patricia de Arias. El conseller de Cultura, Santi Vila, anunció ayer que el Departament de Cultura, a través del Institut Ramon Llull y las editoriales catalanas, enviará 300 libros ilustrados a un campo de refugiados de Grecia. En la otra punta de Europa en Copenhague, Wolf Erlbruch recibía el premio Astrid Lindgren 2017.
La expedición catalano-balear ha recibido una acogida entusiasta. Había colas entre los visitantes para hacerse por unos minutos con uno de los módulos-hamaca desplegados por Clara Solà Morales en la exposición de autores catalanes menores de 40 años, y la incansable Izaskun Arretxe, directora del Área de Literatura del Ramon Llull, mostraba su alegría: más de cien citas para vender derechos de autor, una entrevista cada media hora. Trepidante.