Mouawad en voz alta
Se edita ‘La sang de les promeses’, que recoge la conmovedora tetralogía teatral del autor de origen libanés
Wajdi Mouawad es dramaturgo, es novelista, es un exiliado de Líbano que vive en Canadá, pero es, por encima de todo, un hito, un punto de no retorno, un Everest. Los que lo han descubierto dicen que en sus vidas hay un antes y un después de Mouawad. Lo dice el director de teatro Oriol Broggi, que ha montado Incendis, Cels y, ahora, Boscos, con la compañía La Perla. Lo dice la traductora de Ànima, Anna Casassas, que después de haber traducido esta novela ya no encuentra nada que esté a la altura de la obra que fue premio Llibreter 2014. Lo dice el editor de Periscopi, Aniol Rafel, para quien el acierto de publicar Ànima ha supuesto el mayor éxito de su editorial, “la obra insignia”.
Por ello Rafel ahora edita teatro. ¿Teatro? ¿Se puede leer una obra de teatro? Mouawad, sí. Al menos así lo consideran los que ayer por la tarde, en el teatro de la Biblioteca de Catalunya, participaron en la presentación de La sang de les promeses, la tetralogía del autor de origen libanés que reúne las tres obras que ya ha montado Broggi más Litoral.
Cristina Genebat, que con Raimon Molins es la responsable de las traducciones de la tetralogía, considera que Mouawad se deja leer muy bien por su “valor literario”. La dificultad en la traducción radica en que es “un lenguaje actual, que los actores han de poder decir con comodidad, pero al mismo tiempo es un lenguaje elevado”. Genebat considera que Incendis está llena de frases tesoro. Frases que se repiten en toda la obra de Mouawad, apuntó Broggi, que supo convencer a Rafel de publicar la tetralogía coincidiendo con las representaciones de Boscos, la obra que faltaba por ver en Barcelona. Por cierto, el director se reveló como un excelente maestro de ceremonias.
A partir de los textos teatrales, la edición de Periscopi es impecable y debidamente corregida, textos conmovedores para leer en voz alta o en la intimidad. Porque, como dijo Julio Manrique correspondido por Casassas, “lo que es difícil es interpretar o traducir un texto malo; decir Mouawad es pronunciar sus palabras y sentir un rebote dentro de ti”.