Salidas de tono
NO es fácil saber encontrar el tono. Cuenta el tenor Josep Carreras que, cuando grabó el disco de West Side story con Kiri Te Kanawa en los estudios de la RCA de Nueva York bajo la batuta de Leonard Bernstein, las exigencias sindicales de la orquesta acabaron por descentrarle. Así que le costó encontrar el tono en la canción principal, Maria, hasta el punto de callarse tras la primera estrofa y dejar a la orquesta tocando sola. Bernstein, sin tiempo para volver empezar por las reivindicaciones de jornada de los músicos, obligó a Carreras a continuar cantando en el punto que lo había dejado. Parecía una chapuza, pero el tono mejoró y el resultado final fue más que aceptable, consiguiendo vender más de un millón de copias y recibir varios discos de oro.
Sin ánimo de comparar, Gabriel Rufián se levantó en la comisión de investigación del Congreso sobre la llamada operación Catalunya y no supo encontrar el tono. Realmente, parecía el Tony de West Side story por su lenguaje camorrista, pero una sala del Congreso no es un teatro de Broadway. Rufián no le hizo el interrogatorio que se esperaba, sino que vapuleó a Daniel de Alfonso, exjefe de la Oficina Antifrau, llamándole desvergonzado, mafioso y conspirador, para acabar despidiéndose con esta sentencia: “Hasta luego, gángster, nos vemos en el infierno”. Toda una salida de tono que se hizo viral en las redes sociales, si bien no fue un buen día para el parlamentarismo.
En las democracias maduras, las comisiones de investigación sirven para depurar responsabilidades políticas y para aportar información relevante a la Fiscalía. Sin embargo, los diputados deben saber preguntar, prepararse el interrogatorio y exigir respuestas. En España, estas comisiones se usan para que los parlamentarios tengan su minuto de gloria, para que nunca se llegue a ninguna conclusión y para que los acusados se vayan de rositas.