La Vanguardia

Trump y Xi se reúnen dispuestos a fijar el diálogo entre EE.UU. y China

- ISIDRE AMBRÓS Madrid

Mar-a-Lago, el club privado de Florida propiedad del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acoge desde anoche una de las reuniones que ha despertado más expectativ­as en los últimos meses. Es el escenario elegido por el presidente de EE.UU. para recibir al presidente chino, Xi Jinping. Una cumbre que debería marcar las relaciones entre las dos superpoten­cias en los próximos años y que pondrá a prueba las promesas electorale­s que esgrimió Trump en la campaña presidenci­al respecto a China, a quien acusa de robar millones de empleos a los estadounid­enses y de permitir el avance de Corea del Norte como potencia nuclear.

Los dos líderes llegan a esta cita con actitudes muy distintas, aunque con el objetivo común de sentar las bases de las relaciones entre las dos potencias en los próximos años. Xi acude dispuesto a entablar un marco de juego general y a asegurarse que se no habrá encontrona­zos como mínimo hasta otoño, cuando el Partido Comunista renovará su cúpula dirigente para los próximos cinco años.

Trump, por su parte, pretende obtener resultados concretos, aunque en los últimos días ya ha advertido por Twitter que las conversaci­ones serían “difíciles”. La reunión pondrá a prueba sus promesas electorale­s. Durante la campaña se hartó de declarar su voluntad de pararle los pies al gigante asiático y de poner fin el enorme déficit comercial que EE.UU. mantiene con China, que se elevó a 347.000 millones de dólares el pasado año.

Ambos líderes tienen encima de la mesa numerosos temas abiertos, desde Corea del Norte a Taiwán, pasando por las relaciones comerciale­s. Los analistas, tanto asiáticos como estadounid­enses, no esperan grandes resultados de esta cumbre. Apuestan porque Trump y Xi se comprometa­n a que la relación entre los dos países no descarrile, lo que para algunos observador­es occidental­es ya sería un gran logro.

Esta es, asimismo, la esperanza que chinos y estadounid­enses de a pie tienen de esta cumbre. “Quiero que se entiendan (...) No me gusta que me intimiden”, señala un abuelo chino a la BBC, acerca de lo que espera de esta cumbre.

“Cooperació­n”, es el deseo que expresa a su vez un joven estadounid­ense.

Pero los desafíos que afrontan son grandes y el lanzamient­o de un misil balístico por parte del Corea del Norte lo ha convertido en el tema dominante de la reunión de trabajo que hoy mantendrán los dos líderes. Trump quiere forzar a China a adoptar un mayor protagonis­mo y que obligue al régimen de Pyongyang a abandonar su programa nuclear y de misiles y ha advertido que está dispuesto a actuar en solitario, si Pekín no secunda sus ideas. Un discusión que corre peligro de verse alterado si Corea del Norte realiza su sexto ensayo nuclear, que los servicios de inteligenc­ia surcoreano­s han advertido que podría tener lugar esta semana.

Xi, por su parte, también tiene argumentos para contrarres­tar las prisas de Trump. Quiere que EE.UU. retire la instalació­n de su sistema antimisile­s en Corea del Sur y se comprometa a no vender más armas a Taiwán.

Un punto de equilibrio para ambos líderes podría ser el anuncio de compras o inversione­s, lo que permitiría a Trump afirmar que negoció un acuerdo para ayudar a la economía de EE.UU.

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