Primera huelga general contra Macri del sindicalismo peronista
La paralización del transporte garantiza el éxito de la protesta
Como todo lo que sucede en Argentina, una huelga general no puede interpretarse con ojos europeos. El primer paro total contra el Gobierno liberal de Mauricio Macri fue un éxito. El país quedó ayer paralizado y hubo menos actividad que en un domingo, sobre todo en Buenos Aires. Sin embargo, no hay que deducir que los argentinos apoyaron mayoritariamente una huelga que en realidad es una enmienda a la totalidad del peronismo contra Macri.
Para empezar, los grandes sindicatos argentinos no se consideran de izquierda, sino peronistas, y uno de sus reclamos actuales es la eliminación del impuesto sobre la renta a los trabajadores. Aunque compartan los reclamos laborales, muchos empleados deciden no ir a trabajar por dos motivos: por la paralización total del transporte y por miedo a su integridad física.
Los piquetes actúan exitosamente en los centros de trabajo y en las calles la única movilización corresponde al minoritario Partido Obrero, organización izquierdista radical que ayer provocó algunos enfrentamientos con la policía en los accesos a Buenos Aires, que siempre son cortados para evitar también la entrada de coches particulares a la capital.
“La CGT convocó a un paro de 24 horas sin movilización; lamentablemente, la gente de izquierda tiene su modalidad de salir a la calle, que no compartimos”, declaró el líder de los camioneros, Pablo Moyano. La CGT es la Confederación General del Trabajo, la principal central sindical, de origen socialista revolucionario pero cooptada por el peronismo desde la irrupción del general Perón.
Aunque desde la llegada de Macri al Gobierno en diciembre del 2015 hubo varias huelgas sectoriales y alguna convocatoria general por otros sindicatos como la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), escisión de la CGT, sin esta última no hay éxito. “El único que para el país es la CGT, quedó claro”, agregó Moyano.
Tras una tregua sindical de más de un año a Macri, la perspectiva de las elecciones legislativas de octubre ha impulsado una ola de piquetes, cortes de calles, huelgas y protestas casi diarias en Buenos Aires desde el inicio del curso político austral, a principios de marzo. Además, los maestros de la provincia de Buenos Aires y de la mayoría del país siguen en huelga intermitente desde que empezaron las clases. Y aunque el kirchnerismo ya es minoritario dentro del peronismo, su presión y la de la expresidenta Cristina Fernández ayudaron a impulsar la huelga de ayer.
Esa lectura política provocó que el sábado pasado miles de personas salieran a las calles de Buenos Aires en una inédita muestra de apoyo a Macri, formalmente no convocada por el Gobierno. Y también que estos días en las redes sociales se propagara la etiqueta #YoNoParo para contrarrestar la huelga general.
El apoyo envalentonó a Macri, que el lunes se refirió abiertamente como “mafias” a los sindicatos, muy desprestigiados entre gran parte de la clase media. Los líderes sindicales de los sectores estratégicos llevan décadas en el cargo, son millonarios, veranean en Miami y poseen empresas. En algunos casos, los liderazgos son hereditarios, como en el caso de Moyano, hijo del histórico líder de la CGT y de los camioneros, Hugo Moyano, ahora presidente del club de fútbol Independiente de Avellaneda. Pese a todo, los afiliados les siguen votando porque les consiguen beneficios en un país donde la informalidad laboral es grande.
La respuesta a Macri llegó ayer. “Si hay mafia en este país, que la busquen en la especulación financiera”, indicó Carlos Schmid, dirigente de la CGT. Por su parte, Pablo Micheli, de la CTA, denunció el “ataque brutal a las centrales sindicales”. Mientras tanto, el presidente inauguraba ayer de esta manera y entre aplausos la edición latinoamericana del Foro Económico Mundial –el foro de Davos–, que concluye hoy en Buenos Aires: “Buenos días y bienvenidos a todos: ¡Qué bueno que hoy estemos acá trabajando!”.
No obstante, los problemas económicos existen y las reivindicaciones sindicales son pertinentes, aunque no tienen origen sólo en el actual Gobierno. La inflación roza el 40% –herencia del kirchnerismo–, lo que distorsiona constantemente el poder adquisitivo de los trabajadores. Además, según datos del Gobierno, un tercio de los argentinos son pobres. Los sindicatos exigen una negociación global y denuncian que los empresarios no respetaron el pacto firmado a finales del año pasado para no realizar despidos. También hay preocupación por la liberalización de las importaciones y su impacto en la industria nacional.
Pablo Moyano amenazó ayer con un escenario de mayor conflictividad laboral. “Si siguen provocando y no se va a una verdadera mesa de diálogo, lamentablemente esto se va a ir profundizando porque no hay una medida a favor de los trabajadores”, aseguró. “Ni bien asumió el Gobierno, el presidente le sacó las retenciones (impuestos a la exportación) al campo, le sacó las retenciones a las mineras, a los trabajadores les siguió aplicando el impuesto a las ganancias (IRPF), despidos, suspensiones, cierre de pequeñas y medianas empresas... Creo que queda claro para qué sector gobierna: para un pequeño sector que son los que más ganaron y los que siguen ganando”, concluyó Moyano.
La perspectiva de los comicios de octubre hace prever un aumento de la conflictividad Los sindicatos reaccionan con dureza después de que Macri los calificara de “mafia”