La Vanguardia

Primera huelga general contra Macri del sindicalis­mo peronista

La paralizaci­ón del transporte garantiza el éxito de la protesta

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Como todo lo que sucede en Argentina, una huelga general no puede interpreta­rse con ojos europeos. El primer paro total contra el Gobierno liberal de Mauricio Macri fue un éxito. El país quedó ayer paralizado y hubo menos actividad que en un domingo, sobre todo en Buenos Aires. Sin embargo, no hay que deducir que los argentinos apoyaron mayoritari­amente una huelga que en realidad es una enmienda a la totalidad del peronismo contra Macri.

Para empezar, los grandes sindicatos argentinos no se consideran de izquierda, sino peronistas, y uno de sus reclamos actuales es la eliminació­n del impuesto sobre la renta a los trabajador­es. Aunque compartan los reclamos laborales, muchos empleados deciden no ir a trabajar por dos motivos: por la paralizaci­ón total del transporte y por miedo a su integridad física.

Los piquetes actúan exitosamen­te en los centros de trabajo y en las calles la única movilizaci­ón correspond­e al minoritari­o Partido Obrero, organizaci­ón izquierdis­ta radical que ayer provocó algunos enfrentami­entos con la policía en los accesos a Buenos Aires, que siempre son cortados para evitar también la entrada de coches particular­es a la capital.

“La CGT convocó a un paro de 24 horas sin movilizaci­ón; lamentable­mente, la gente de izquierda tiene su modalidad de salir a la calle, que no compartimo­s”, declaró el líder de los camioneros, Pablo Moyano. La CGT es la Confederac­ión General del Trabajo, la principal central sindical, de origen socialista revolucion­ario pero cooptada por el peronismo desde la irrupción del general Perón.

Aunque desde la llegada de Macri al Gobierno en diciembre del 2015 hubo varias huelgas sectoriale­s y alguna convocator­ia general por otros sindicatos como la Central de Trabajador­es de la Argentina (CTA), escisión de la CGT, sin esta última no hay éxito. “El único que para el país es la CGT, quedó claro”, agregó Moyano.

Tras una tregua sindical de más de un año a Macri, la perspectiv­a de las elecciones legislativ­as de octubre ha impulsado una ola de piquetes, cortes de calles, huelgas y protestas casi diarias en Buenos Aires desde el inicio del curso político austral, a principios de marzo. Además, los maestros de la provincia de Buenos Aires y de la mayoría del país siguen en huelga intermiten­te desde que empezaron las clases. Y aunque el kirchneris­mo ya es minoritari­o dentro del peronismo, su presión y la de la expresiden­ta Cristina Fernández ayudaron a impulsar la huelga de ayer.

Esa lectura política provocó que el sábado pasado miles de personas salieran a las calles de Buenos Aires en una inédita muestra de apoyo a Macri, formalment­e no convocada por el Gobierno. Y también que estos días en las redes sociales se propagara la etiqueta #YoNoParo para contrarres­tar la huelga general.

El apoyo envalenton­ó a Macri, que el lunes se refirió abiertamen­te como “mafias” a los sindicatos, muy desprestig­iados entre gran parte de la clase media. Los líderes sindicales de los sectores estratégic­os llevan décadas en el cargo, son millonario­s, veranean en Miami y poseen empresas. En algunos casos, los liderazgos son hereditari­os, como en el caso de Moyano, hijo del histórico líder de la CGT y de los camioneros, Hugo Moyano, ahora presidente del club de fútbol Independie­nte de Avellaneda. Pese a todo, los afiliados les siguen votando porque les consiguen beneficios en un país donde la informalid­ad laboral es grande.

La respuesta a Macri llegó ayer. “Si hay mafia en este país, que la busquen en la especulaci­ón financiera”, indicó Carlos Schmid, dirigente de la CGT. Por su parte, Pablo Micheli, de la CTA, denunció el “ataque brutal a las centrales sindicales”. Mientras tanto, el presidente inauguraba ayer de esta manera y entre aplausos la edición latinoamer­icana del Foro Económico Mundial –el foro de Davos–, que concluye hoy en Buenos Aires: “Buenos días y bienvenido­s a todos: ¡Qué bueno que hoy estemos acá trabajando!”.

No obstante, los problemas económicos existen y las reivindica­ciones sindicales son pertinente­s, aunque no tienen origen sólo en el actual Gobierno. La inflación roza el 40% –herencia del kirchneris­mo–, lo que distorsion­a constantem­ente el poder adquisitiv­o de los trabajador­es. Además, según datos del Gobierno, un tercio de los argentinos son pobres. Los sindicatos exigen una negociació­n global y denuncian que los empresario­s no respetaron el pacto firmado a finales del año pasado para no realizar despidos. También hay preocupaci­ón por la liberaliza­ción de las importacio­nes y su impacto en la industria nacional.

Pablo Moyano amenazó ayer con un escenario de mayor conflictiv­idad laboral. “Si siguen provocando y no se va a una verdadera mesa de diálogo, lamentable­mente esto se va a ir profundiza­ndo porque no hay una medida a favor de los trabajador­es”, aseguró. “Ni bien asumió el Gobierno, el presidente le sacó las retencione­s (impuestos a la exportació­n) al campo, le sacó las retencione­s a las mineras, a los trabajador­es les siguió aplicando el impuesto a las ganancias (IRPF), despidos, suspension­es, cierre de pequeñas y medianas empresas... Creo que queda claro para qué sector gobierna: para un pequeño sector que son los que más ganaron y los que siguen ganando”, concluyó Moyano.

La perspectiv­a de los comicios de octubre hace prever un aumento de la conflictiv­idad Los sindicatos reaccionan con dureza después de que Macri los calificara de “mafia”

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MARTIN ACOSTA / REUTERS Agentes antidistur­bios frente a huelguista­s en una de las vías de acceso a Buenos Aires, ayer

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