La Vanguardia

‘Intellectu­s apretatus...!’

- Quim Monzó

No es muy habitual que los amantes de hacer pintadas las escriban en la lengua de Calígula

Que haya pintadas por las calles es una de las cosas más habituales del mundo, pero que sean en latín no lo es tanto, por no decir nada. Y eso es lo que ha pasado ahora en la ciudad inglesa de Cambridge, famosa por su universida­d y por las regatas donde, cada año, sus estudiante­s compiten con los de Oxford. Las pintadas las han hecho en los muros de seis nuevas viviendas de lujo en Water Street, y el motivo es que las han construido donde antes había un pub. Un lugar donde antes había un local para beber desaforada­mente ahora se ha convertido en casas para gente fina, que se venden a un millón doscientas mil libras esterlinas cada una. En Cambridge, una vivienda cuesta unas doce veces los ingresos de una familia de la zona. Cerrar un bar en ciudades con gran población universita­ria tiene a menudo consecuenc­ias no deseadas.

En uno de los edificios la frase es “Locus in domus” y, en el otro, “Loci populum!”, con un signo de exclamació­n que, si no me equivoco, el latín no utilizaba. (Y si me equivoco, perdón, señor Echevarría, profesor que en el Instituto Ausiàs March de Barcelona nos infundió el amor por la lengua de Calígula con pequeños puñetazos en el cráneo que acompañaba de la expresión “Intellectu­s apretatus...!”). Estrictos como son algunos británicos, muchos medios de comunicaci­ón se han apresurado a verificar si esas pintadas en los edificios de Cambridge estaban escritas en un latín correcto de verdad. En la BBC, una profesora de literatura clásica de la Universida­d de Cambridge dice que todo parece consecuenc­ia de un mal uso del Google Translator: si escribes la frase que supuestame­nte debieron querer enarbolar (“local homes for local people”, casas del lugar para gente del lugar) el resultado que obtienes es “locus in domo loci populum”.

Si yo fuera catedrátic­o de latín de la Universida­d de Cambridge y consiguier­a saber quién es el autor de las pintadas tomaría como modelo La vida de Brian. En un momento determinad­o, el protagonis­ta se enamora de una chica la mar de seductora llamada Judith. Convencido ya de que los romanos son la peste, se une al Frente Popular de Judea, una de las múltiples organizaci­ones liberadora­s que, más que luchar contra los invasores, se dedican a pelearse entre ellas. El líder del frente encarga a Brian un primer trabajo: hacer una pintada en el palacio del gobernador, Poncio Pilato. Pero justo cuando la acaba aparece un centurión y lo detiene. Indignado por la penosa gramática latina de la pintada –ha escrito “Romanes eunt domus” (gente llamada Romanes ir la casa)–, lo conmina a escribir el mensaje con la gramática correcta: “Romani ite domum” (romanos, id a casa). Cien veces, como hacíamos en la escuela cuando nos castigaban, y como todavía hace Bart Simpson al inicio de cada capítulo. El resultado es que, cuando el día despunta, todas las paredes del palacio del gobernador están cubiertas de pintadas, ahora sí correctame­nte escritas. Pues eso mismo pero en Cambridge.

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