La Vanguardia

Messi, Piqué, Silva y el TS

- José María Brunet

El próximo día 20, apenas 72 horas antes del clásico, va a tener lugar en el Tribunal Supremo (TS) una importante reunión de magistrado­s. Son cinco de los que componen la Sala Penal, la que acaba de inhabilita­r al portavoz del PDCat, Francesc Homs, como autor de un delito de desobedien­cia por organizar la consulta del 9-N. El caso que figurará esta vez sobre la mesa de los jueces es el recurso presentado por los abogados de Leo Messi contra su condena a 21 meses de prisión por delito fiscal.

La sesión es la de las que se denominan de deliberaci­ón y fallo, y se celebrará a puerta cerrada. Se trata de que la Sala Penal decida si la condena del genio futbolísti­co de Rosario estuvo bien fundada en derecho o si, como sostiene la defensa, no fue así y el fallo debe ser anulado, con la consecuenc­ia de que Messi quede absuelto.

Pese a que no habrá vista pública, la sesión ha despertado expectació­n en el propio Supremo, donde los ecos de las pasiones futbolísti­cas se oyen supuestame­nte amortiguad­os por los gruesos muros del edificio. Pero sólo supuestame­nte, porque algunas togas, a pesar de ser negras, transparen­tan a veces otros colores que están debajo. Los jueces intentarán abstraerse y no dejarse influir por el grado de intensidad que ha adquirido el debate sobre las dispares relaciones entre los grandes del fútbol y la justicia.

Es una lástima, en este sentido, que los recursos de casación se tramiten casi siempre sin vista oral. El debate, en teoría, es netamente técnico. Los hechos serán siempre los establecid­os en la sentencia que se dictó en primera instancia. Lo que examina el Supremo es si de esa descripció­n de lo ocurrido se sacaron las consecuenc­ias jurídicas debidas. Pero es una pena que no haya

El Supremo tiene una ocasión para probar su independen­cia; le bastará absolver a Messi y nadie hablará de mano negra

comparecen­cias y otros medios de prueba, como peritos y testigos, porque en este caso podrían dar mucho juego. Habría que modificar la ley para cambiar este estado de cosas.

Seguro que el Supremo recibiría decenas de solicitude­s de acreditaci­ón para asistir a una vista en la que, por ejemplo, Gerard Piqué prestara declaració­n sobre el proceso contra Messi y sobre su condena. Y hasta la prensa internacio­nal querría asistir a un careo entre Piqué y la anterior jefa de la Abogacía del Estado, Marta Silva, de quien el defensa blaugrana dijo erróneamen­te que “imputó” al astro argentino –aunque desde su puesto pudiera haber tenido ocasión de influir en ello–, porque tal decisión sólo puede tomarla un juez. Pero el Supremo tiene en su mano acabar con las especulaci­ones, las fundadas y las malsanas. ¿Alguien se atrevería a hablar de mano negra si absuelven a Messi, mientras su padre, como gestor de sus cuentas, sigue condenado? El Supremo, en suma, tiene una ocasión de oro para ejercer y demostrar su independen­cia.

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