ETA entrega su arsenal a las autoridades francesas
Los mediadores entregan a la policía francesa la localización de ocho zulos con armas España interpreta el gesto como un acto de propaganda y Francia lo cree un “gran paso” La Iglesia envía al arzobispo de Bolonia al grupo de mediadores que hizo la entr
EL GOBIERNO VASCO “El desarme es legal, unilateral y sin contrapartidas”, subraya Urkullu
COLABORACIÓN INTERNACIONAL El jefe de los mediadores cree que “la democracia ha ganado a la violencia”
AUDIENCIA NACIONAL La gendarmería verificará las armas y entregará la información a España
ETA culminó el acto de desarme con la entrega de su arsenal. Distribuido en ocho zulos en Francia, la policía gala se incautó de un lote de armas, pendientes de verificar, integrado por unas 120 pistolas y fusiles, más de tres toneladas de explosivos y miles de detonadores y munición en una actuación en la que no hubo detenidos ni incidentes y que fue tolerada por las autoridades galas.
En una jornada que se iniciaba plagada de incógnitas sobre cómo se produciría el desarme, los interrogantes comenzaron a despejarse pronto. A las 8.10 horas de la mañana, los denominados artesanos de la paz revelaron en el Ayuntamiento de Bayona el paradero de los depósitos de la banda, en los que 172 observadores –voluntarios ataviados con chalecos reflectantes y acreditaciones de la organización– esperaban la llegada de la policía francesa para “verificar la toma de posesión de las armas”.
En la casa consistorial, los mediadores entregaron a la Comisión de Verificación Internacional (CIV) un documento geolocalizado con la ubicación de los zulos –todos ellos en el departamento de Pirineos Atlánticos, frontera directa con Euskadi– que posteriormente el CIV puso en conocimiento de las fuerzas de seguridad francesas. En una clara similitud con la puesta en escena del desarme en Irlanda del Norte, el acto contó con la presencia de dos religiosos, el obispo de Bolonia, Mateo Zuppi, con quien la plataforma pacifista Elkarri ya intentó contar para una negociación con ETA en 1995, y el metodista Harold Good, uno de los sacerdotes que en 2005 fue elegido por el IRA y el gobierno británico para escenificar el desarme del grupo.
La actuación del CIV en Bayona puso punto y final a los seis años de trabajo en Euskadi, una labor realizada en estrecha colaboración con el Gobierno vasco pero rechazada desde el principio por el Ejecutivo de Rajoy, que nunca lo ha aceptado como intermediario. Como era de esperar, el ministro del Interior censuró el acto de desarme a través de un comunicado en el que calificó lo ocurrido como una “operación mediática para disimular la derrota de ETA” a la vez que recalcó su posición con respecto a los miembros de la banda: “No pueden esperar ningún trato de favor y mucho menos impunidad a sus delitos”.
El Ejecutivo central remarcó que la banda está “operativamente derrotada y con sus dirigentes en prisión” por lo que le instó a su “disolución, a pedir perdón y a desaparecer”.
En cuanto al armamento incautado, las autoridades españolas rehusaron hacer una valoración, que aplazaron al análisis del material que realizará Francia.
La jornada evidenció el protagonismo del Gobierno vasco en un proceso en el que ha ejercido un papel central. En una imagen significativa, el lehendakari Iñigo Urkullu compareció en San Sebastián junto al presidente de la Comisión, Ram Manikkalingam, para valorar lo ocurrido en Bayona, un desenlace en el que el Ejecutivo autonómico ha participado con discreción actuando como mediador entre partes y en “comunicación directa con Navarra, España e Iparralde (País Vasco francés)”.
“El hecho fundamental –explicó Urkullu– es que las armas han pasado de la clandestinidad a la legalidad; el desarme está exento de épica, certifica que ninguna víctima debió producirse nunca”. El lehendakari, que decidió comparecer personalmente aunque en principio no estaba previsto que fuese él quien hablase en nombre del Ejecutivo, destacó el papel de las víctimas, “sujetos y partícipes principales” de la entrega de armas.
Tras asegurar que “la confirmación de un desarme legal, unilateral y sin contrapartidas es un paso fundamental en el cierre ordenado de la violencia”, el lehendakari miró hacia el futuro de Euskadi, orientado hacia el logro de una “convivencia normalizada”: “El compromiso ético continúa, buscamos el encuentro social”, recalcó.
Manikkalingam, por su parte, subrayó la “victoria de la democracia sobre la violencia” y agradeció el apoyo otorgado por Urkullu a lo largo del proceso.