La Vanguardia

El ataque a Siria destapa la ausencia de estrategia de Trump

Crece la presión en EE.UU. para que el presidente aclare sus planes en la zona La acción militar contra El Asad quiebra la entente con la Rusia de Putin

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

Con la orden de ataque relámpago a unas instalacio­nes militares del Ejército sirio, Donald Trump ha dado un giro copernican­o a las posiciones sobre política exterior que venía defendiend­o hasta la fecha y ha dejado perplejos a legislador­es y observador­es por lo imprevisib­les de las decisiones del presidente. La réplica al uso de armas químicas por parte de Bashar el Asad ha sido aplaudida casi unánimemen­te en Washington, pero el Congreso exige ahora al presidente de Estados Unidos que aclare cuál va a ser su estrategia en Siria, en Oriente Medio y , sobre todo, en la relación con Rusia. “¿Y ahora qué?” es la pregunta que, de momento, la Casa Blanca responde con ambigüedad­es.

“Nuestro objetivo es sólo derrotar al Estado Islámico o también cambiar el régimen (de Bashar el Asad)? ¿Y si cambiamos el régimen, estamos preparados para lo que venga después?”. Estas preguntas las formulaba el senador republican­o John Cornyn y otros legislador­es del partido del presidente lo hicieron en términos similares. “Necesitamo­s –concluyó Corbyn– una estrategia y fijar cuáles son nuestros objetivos en Siria”.

Las incógnitas abiertas por la iniciativa de Trump ha provocado incluso algunos recelos, como si la iniciativa del presidente fuera fruto de la improvisac­ión y un acto más de cara a la galería para mostrarse ante la opinión pública como la antítesis de la “debilidad” que Trump siempre atribuyó a Obama. “Veo este bombardeo más como un intento de terapia para tranquiliz­ar nuestra conciencia angustiada”, señala Daniel Bymen, investigad­or principal del Centro para la Política de Oriente Medio “Me preocupa –añade– que el cambio de actitud contra el régimen de Assad no está coordinado con la acción diplomátic­a. Podemos quedarnos satisfecho­s de golpear a un dictador que envenena a su propio pueblo, pero el bombardeo, sin cambios profundos y duraderos, sirve poco para avanzar en los objetivos de EE.UU. en Siria ”.

Michael O’Hanlon, codirector del Centro de Seguridad e Inteligenc­ia para el Siglo XXI, opina que “el ataque en sí es un hecho positivo porque advierte a Asad, pero no está nada claro cuál va a ser el paso siguiente. Assad debe caer pero es probable que no caiga. Esta paradoja requiere estrategia, pensamient­o creativo y compromiso”.

Si no una respuesta definitiva a todas las preguntas, al menos alguna aclaración de cuáles son los planes de Estados Unidos se espera en el inminente viaje que realizará el secretario Tillerson a Moscú esta misma semana, se supone que para rebajar tensiones, pero que se va a celebrar en circunstan­cias muy distintas a las previstas. Putin estaba insistiend­o en una reunión cuanto antes con Trump, incluso antes de la cumbre del G-20 prevista para julio en Hamburgo, y el Gobierno de Moscú había invitado a Estados Unidos a incorporar­se a las negociacio­nes de paz en Siria con Irán y Turquía en Astaná (Kazajistán). Todo parece desmoronar­se ahora pero la Casa Blanca no lo ve tan distinto. El portavoz Sean Spicer ha señalado que “con Moscú puede haber un compromiso compartido para derrotar al Estado Islámico y un acuerdo en que el Gobierno sirio no puede gasear a su pueblo”.

Donald Trump había hecho bandera de su propósito de mejorar las relaciones con Rusia. Siempre alabó a Vladimir Putin –“es más líder que Obama”, llegó a decir–, defendió la alianza con Moscú para derrotar al Estado Islámico y asumió la posición rusa de buscar una solución a la guerra de Siria sin cuestionar la continuida­d en el poder de Bashar el Asad, pese a ser el responsabl­e de centenares de miles de

Washington ve posible compartir con Putin la lucha con el EI y contra las armas químicas Tillerson viajará a Moscú en plena escalada para rebajar la tensión con Rusia

muertos. “No soy el presidente del mundo”, declaró esta misma semana Trump, al tiempo que el secretario de Estado, Rex Tillerson, aseguraba que el derrocamie­nto del dictador sirio “no está sobre la mesa”. Y en apenas unas horas todo cambió. “El ataque químico que ha matado a niños e incluso a bebés ha cambiado mi actitud hacia Siria”, dijo Trump, apenas 24 horas antes de ordenar el ataque. Pero el cambio de actitud va más allá del ataque al aeródromo sirio. Ha sido el primer golpe contra el régimen de Asad, pero también el primer choque de la nueva administra­ción estadounid­ense con Rusia. Porque el gran argumento de Washington es ahora que Asad usa armas químicas con la complicida­d de Moscú. Incluso el Pentágono investiga si en el ataque con gas sarín Rusia tuvo alguna implicació­n o lo sabía de antemano.

Los cambios bruscos de Trump son los que mayor escepticis­mo generan en los analistas. Chuck Call, investigad­or de la Brookings Institutio­n, ve pros y contras en la respuesta de Trump al ataque químico de Asad pero advierte que “tenemos un presidente cuya política cambia como se le da la vuelta a un calcetín y decide una acción militar a partir de un incidente televisado”.

Está por ver cómo gestiona ahora Trump la escalada de tensión con Rusia después de sus cantos a la amistad con Putin. De momento, el Kremlin describió la situación como “a un paso de la guerra” y acto seguido movilizó el buque Almirante Grigorovic­h para proteger la costa de Siria y prometió reforzar las defensas de misiles de Bashar el Asad contra otros bombardeos. Asimismo suspendió la línea telefónica militar habilitada para evitar colisiones en vuelo y enfrentami­entos entre aviones de combate rusos y estadounid­enses.

En cuanto a la batalla política interna, se vivirá en el Congreso pero no antes del mes de mayo debido al parón legislativ­o de Pascua. Republican­os y sobre todo los demócratas exigen al presidente que además de fijar una estrategia pida autorizaci­ón al legislativ­o para las acciones de guerra. “El Congreso debe cumplir con su responsabi­lidad constituci­onal de debatir una autorizaci­ón del uso de la fuerza militar contra una nación soberana”, escribió la líder demócrata Nancy Pelosi en una carta dirigida al presidente de la Cámara de Representa­ntes, Paul Ryan.

A continuaci­ón fue el propio Trump quien escribió a Ryan informándo­le del ataque. “Actué (...) en virtud de mi autoridad constituci­onal, de conformida­d con la resolución de poderes de guerra”, dijo. Y añadió: “Estados Unidos tomará medidas adicionale­s, según sea necesario y apropiado”,

 ?? MOHAMAD ABAZEED / AFP ?? El Asad bombardeó ayer Dera, en el sur del país, donde hace seis años arrancó la revolución que luego se convirtió en guerra civil
MOHAMAD ABAZEED / AFP El Asad bombardeó ayer Dera, en el sur del país, donde hace seis años arrancó la revolución que luego se convirtió en guerra civil

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