Michael Eissenhauer
DIR. MUSEOS ESTATALES DE BERLÍN
El Kulturforum de Berlín acoge una excepcional exposición sobre la dimensión de la alquimia y su interrelación con el arte a través de los siglos, con fondos procedentes en su mayoría de las colecciones de los Museos Estatales de Berlín.
La alquimia, sistema de prácticas y creencias en torno a la transmutación de la materia, ha ejercido una poderosa fascinación en distintos lugares y épocas. Una exposición titulada Alchemie. Die Grosse Kunst (Alquimia. El gran arte) muestra en el Kulturforum de Berlín la imbricación entre este saber, admirado en su día y luego vilipendiado, y el arte, entendido no sólo como representación artística de esa disciplina sino también como su ejecución misma. Son 230 piezas –pergaminos, dibujos, miniaturas, útiles de laboratorio, falsas piedras preciosas, esculturas, joyas, libros …–, procedentes en su mayoría de las colecciones de los Museos Estatales de Berlín (SMB), enmarcadas en un proyecto en cooperación con el Getty Research Institute de Los Ángeles. La muestra abrió el pasado jueves y podrá verse hasta el 23 de julio.
“Se piensa en el alquimista como alguien empeñado sólo en fabricar oro, pero tenía más metas; muchos adeptos aspiraban al acto de la creación en sí mismo, intentaban imitar a la naturaleza y al mismo tiempo sobrepasarla”, explicó Jörg Völlnagel, comisario de la muestra, que toca tres mil años de historia. La exposición recorre los orígenes de la alquimia en Egipto (allí se elaboró el azul egipcio, el primer pigmento sintético de la historia) y su desarrollo en el mundo árabe y en Europa, donde en la edad media se la conocía como Ars Magna (el gran arte). La palabra alquimia deriva del árabe al kimiyá (mezcla de líquidos), que a su vez viene del griego chymeía (de parecido significado), y entró en el mundo occidental y en sus lenguas a partir del siglo XII a través de la traducción de textos árabes sobre su praxis. Pero tradiciones similares florecieron también en otros lugares, como China o India.
“Hoy se vincula la alquimia con algo oscuro, poco serio, pero hasta los siglos XVII y XVIII era algo muy profesional para quienes la practicaban; a partir de entonces la química como ciencia se fue consolidando, tomaron diferentes caminos, y la alquimia adquirió definitiva mala reputación”, recordó Michael Eissenhauer, director general de los SMB. Por eso ha quedado esa imagen del alquimista pobretón pugnando por producir oro en un laboratorio atestado, cuyos experimentos fracasan estrepitosamente; o la del charlatán que tima a su clientela, imagen muy asentada ya en el siglo XV. Pero en la muestra se ven cuadros en que aparecen alquimistas retratados con la dignidad de cualquier otro oficio, como los pintados por David Teniers el Joven en 1680 o Carl Spitzweg en 1860.
La exposición incluye libros antiguos sobre minerales y destilaciones, tablas periódicas de los elementos, tratados de química incipiente, y un ejemplar francés de 1677 del celebérrimo Mutus liber, libro ilustrado fundamental para los alquimistas. Y abundan las esculturas: hay varias dedicadas al dios romano Mercurio o a su correspondiente griego Hermes, también identificados con el dios egipcio Tot. Del sincretismo entre estos dos últimos surgiría la figura mítica helenística de Hermes Trismegisto (Hermes, el tres veces grande), venerado como padre de la alquimia.
En su búsqueda de la piedra filosofal (que supuestamente transformaría en oro materiales baratos) y de la panacea universal (mítico medicamento capaz de curar todas las enfermedades), los experimentos condujeron, más o menos por casualidad, a sustancias compuestas que han tenido también su declinación artística. Es el caso de la porcelana, el vidrio rubí o el fósforo, con objetos desplegados ante el visitante del Kulturforum.
Y una nota de sucesos: estaba previsto exhibir en la muestra, como ejemplo sublime de oro puro, la gran moneda canadiense de oro de cien kilos Big maple leaf que fue robada a inicios de la semana pasada del Museo Bode. En el espacio que tenía que haber ocupado, un cartelito indica que la pieza “lamentablemente no está disponible en este momento”.
“Se piensa en el alquimista como alguien empeñado en fabricar oro, pero tenía más metas”, aclara el comisario