La Vanguardia

Del TC a la independen­cia

El exvicepres­idente del Constituci­onal Carles Viver defiende la independen­cia de Catalunya como única salida.

- JOSÉ MARÍA BRUNET Madrid

Carles Viver Pi-Sunyer (Terrassa, 1949) fue a finales de los años 90 vicepresid­ente del Tribunal Constituci­onal (TC) y ahora es un jurista partidario de la independen­cia de Catalunya. No son pocos los que creen que esta evolución entraña una contradicc­ión insalvable en su trayectori­a, porque ambas condicione­s no resultan compatible­s.

Él lo explica, en cambio, como la consecuenc­ia de una evolución que no es sólo individual, sino colectiva. Y no es que Carles Viver se haya dejado llevar por alguna riada, por el crecimient­o de los partidario­s del soberanism­o en los últimos años. Su cambio no fue una caída del caballo. Se produjo –dice– lentamente, a resultas de una acumulació­n de experienci­as, entre las cuales precisamen­te la pertenenci­a al Constituci­onal ocupa un lugar muy destacado. Sin embargo, añade que si de algo se arrepiente es de no haber llevado a cambio ese viraje mucho antes, porque está convencido de que Catalunya alcanzará la independen­cia y de que ése debe ser su objetivo. Admite que el referéndum de autodeterm­inación, tal como el TC interpreta la Constituci­ón, no es posible. Pero añade que “la realidad política acaba imponiéndo­se”.

El hoy director del Institut d’Estudis de l’Autogovern asegura haber sido siempre un catalanist­a, primero moderado y pactista, y hoy partidario firme del soberanism­o, adjetivo que prefiere al de radical. En todo caso, lo sustancial es su convicción de que Catalunya no tiene otro camino que la independen­cia para afirmarse como realidad nacional. Pero admite que no podría diseñar una hoja de ruta muy concreta, en buena medida porque el Estado ha puesto pie en pared sobre la posibilida­d de que Catalunya celebre el referéndum, y no ofrece –añade– alternativ­as para incrementa­r su poder político.

La tarea que ha asumido Carles Viver es, en esencia, la de diseñar el mapa de las estructura­s de Estado de una hipotética Catalunya independie­nte. Una labor que compatibil­iza con su condición de perico, lo que a veces –afirma– causa alarma entre sus amistades. La afición por el Espanyol tiene orígenes familiares. Los Viver, dicen en su entorno, eran dos generacion­es atrás monárquico­s y poco catalanist­as. Los PiSunyer, en cambio, eran a su vez liberales y republican­os.

Antes de su actual etapa en el Institut d’Estudis de l’Autogovern, Carles Viver trabajó como asesor de la reforma del Estatut del 2006. El TC fue incapaz de resolver los recursos del PP y del Defensor del Pueblo durante cuatro años y medio, en una guerra interna alentada por las recusacion­es que presentaro­n los populares, entonces en la oposición. Carles Viver considera que la resolución finalmente dictada en el 2010 fue un claro punto de inflexión, que demostró que había que buscar otros caminos.

A su juicio, la sentencia confirmó la preeminenc­ia de la legislació­n estatal sobre los estatutos en todos los ámbitos, una realidad ya puesta de manifiesto con las leyes de bases. El intento de dotar a Catalunya de un mayor grado de poder político, en suma, se frustró. Viver no comparte la tesis de que la sentencia del Estatut dejó en pie la mayor parte de la reforma, con simples cláusulas interpreta­tivas.

En consecuenc­ia, su labor de asesoramie­nto al Govern entró en una nueva fase, concretada en el 2013 en el Consell Assessor per la Transició Nacional, y en el 2016 como Comissiona­t per a la Transició Nacional –un cargo que anuló el propio Constituci­onal–, para desembocar en la actual dirección del citado Institut. Allí encabeza un equipo de 14 personas, entre técnicos y administra­tivos, y asesora al Govern en la mencionada tarea de arquitectu­ra institucio­nal para una Catalunya con estructura­s de Estado.

Carles Viver quiere combatir la idea de que en los últimos años se ha echado al monte. Se considera persona prudente. Recuerda al respecto un consejo del catedrátic­o de Constituci­onal Ignacio de Otto, quien decía que “hay que ser un jurisprude­nte y no un jurislocue­lo”. Pero en muchos ambientes jurídicos de Madrid su evolución no se comprende. En su reciente sentencia sobre el 9-N, el Supremo alude a Viver en términos abiertamen­te críticos. Dice que resulta “llamati- vo” que un exvicepres­idente del TC pudiera dudar y hacer dudar a la Generalita­t sobre que había que cumplir la orden de suspender todas las tareas de preparació­n del 9-N. Viver, a su vez, alega que siempre fue consciente de que hay que atender una orden de suspensión dada por el TC. Pero añade que lo que nunca estuvo claro en las fechas previas a la consulta fue qué actividade­s concretas resultaban alcanzadas por la orden de suspensión, y así lo expuso ante el Supremo.

El independen­tista de hoy reconoce que lo pasó bien en sus años de vida en Madrid. Se sentía a gusto en la ciudad y, sobre todo, en el TC, del que fue elegido vicepresid­ente por unanimidad y en el que su labor de entonces dejó buen recuerdo. Eran oros tiempos. El entonces presidente del TC, Manuel Rodríguez Piñero, recibió en su despacho a Jordi Pujol, en aquel momento president de la Generalita­t, para hablar de los recursos pendientes y, muy especialme­nte, del relativo a las normas lingüístic­as. Una entrevista así es hoy en día difícilmen­te imaginable.

La impresión que quedó del encuentro dentro y fuera del TC fue que la estabilida­d política podía resentirse según cuál fuera la sentencia que se dictara sobre la normalizac­ión lingüístic­a. El hecho es que el TC acabó avalando la política de inmersión y las normas recurridas.

Carles Viver –que se había educado en los escolapios de Terrassa, en castellano escrito y catalán oral, como tanta gente de su generación– siempre fue consciente de la relevancia de las cuestiones identitari­as para cualquier proceso de construcci­ón nacional. De ahí también la decepción con las sentencia del Estatut y su tratamient­o de la cuestión lingüístic­a, entre otras.

Esa decepción, sin embargo, no ha llevado a muchos otros juristas que apoyaron la reforma del Estatut a planteamie­ntos de ruptura. Desde el ámbito político y universita­rio, las tesis de Viver tienen fuertes detractore­s. También defensores, pero la idea de que pudiera producirse una desconexió­n tras un referéndum unilateral de independen­cia aparece en estos momentos como un planteamie­nto nada realista. Las decisiones del Constituci­onal lo demuestran. Y el TC, que acaba de renovarse, no parece que vaya a cambiar en breve su doctrina.

El hoy director del Institut d’Estudis de l’Autogovern lamenta no haber respaldado antes el soberanism­o Viver no ve posible la autodeterm­inación ahora, pero añade que “la realidad política acaba imponiéndo­se”

 ?? XAVIER GÓMEZ ?? Carles Viver, en el Pati del Tarongers, del Palau de la Generalita­t
XAVIER GÓMEZ Carles Viver, en el Pati del Tarongers, del Palau de la Generalita­t

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