PASADO Y FUTURO DEL CICLISMO
Juan Antonio Flecha y Marc Soler hablan sobre el deporte que les apasiona.
Marc Soler tiene sólo 23 años y los expertos le auguran un gran futuro en el ciclismo. En el 2015 ganó el Tour de los jóvenes, como Indurain o Nairo Quintana en su momento, y recientemente ha acabado en el podio de la Volta, luchando cara a cara con campeones como Chris Froome o Alberto Contador. Una de sus ilusiones es debutar en el Tour de Francia, y La Vanguardia le ha propuesto una conversación con el ciclista catalán que más veces (10) lo ha disputado: Juan Antonio Flecha. Todo un experto.
MARC SOLER: Yo jugaba a fútbol 11. De portero. Ahora hago metro ochenta y cinco, pero entonces era bajito y todos los goles me los metían por arriba. Un día me dejaron una bici... y me gustó.
JUAN A. FLECHA: ¿Y cuánto pesas?
MS: En la Volta, 69 kilos. Puedo bajar a 68 y medio, o llegar a 70-71. No soy de engordar mucho en invierno, pero también es cierto que me cuesta mucho perder peso.
JF: Pues ya sabes qué dicen: que para ganar el Tour hay que estar por debajo de los 70 kilos. ¡Tú eso ya lo tienes de forma natural! MS: ¿Ah sí? JF: Sí, lo decía Wiggins y también Michael Rogers: es una cuestión de física; hay que bajar por debajo de los 70. Difícilmente encontrarás, en el podio del Tour, a alguien por encima de los 70, excepto gente más pequeña, como Nairo o Purito. Pero gente que pasa de 1,80...
MS: ¿Pero durante un Tour pierdes peso o no?
JF: No sería lo más aconsejable: es un error ir a una vuelta de tres semanas pensando que perderás peso. Tu cuerpo se tiene que recuperar, y la única manera es comiendo.
MS: O sea, como en la Volta, que cada día te hinchas comiendo y recuperas... Comer sano, claro. Un buen plato de pasta, pollo... no salimos de aquí.
JF: Estábamos en que te pasaste al ciclismo...
MS: Sí, pero seguía jugando a fútbol sala. Quizás hasta primero de bachillerato. Podía hacer un partidillo los sábados y competir en bicicleta los domingos. Hasta que mis padres me dijeron o blanco o negro, no me centraba en nada. Entonces competía con el Mollet y pasé al Huesca; iba a correr a fuera. Y cien por cien bicicleta. Me funcionaron las cosas y fiché por el Lizarte. JF: Y salió bien... MS: Sí. El primer año trabajaba para la gente mayor, los veía muy lejos. El segundo ya te acercas un poco más y en el tercero ya ganaba alguna carrera. JF: ¿Y cómo fue, ir al Movistar? MS: Ya en el segundo año me llegó que estaban interesados, pero pensé que me tomaban el pelo. Hasta que un día... me llama Eusebio Unzué. ¡Él directamente! “Nos gustas, a ver cómo te va este año”. Y di el salto.
JF: A Eusebio le encanta el ciclismo, y sabe mucho. Cuida mucho a los ciclistas, te llama... En esta época de watsaps, él todavía descuelga el teléfono y te habla.
MS: Sí, a mí me está llevando muy bien, sin ningún tipo de presión. En la Volta, por ejemplo, él sabía que al final de Igualada había un descenso complicado. Pues se fue él mismo y lo filmó, para que lo viéramos. Y no tiene ninguna necesidad de hacerlo, eso. Ama a este deporte.
JF: ¿Cómo fue la entrada en el Movistar? ¿Todavía se hacen novatadas?
MS: A mí me disfrazaron de princesa. Y también nos hacen cantar una canción o contar un chiste. Nos colocan un pañuelo en la cabeza, atado por las puntas, y nos dan una botella de agua con una cucharilla dentro que hace de micro. Y hala. Yo conté un chiste.
JF: Eso del pañuelo viene de antiguo: debe ser una tradición que perdura, porque en los tiempos del Banesto ya lo hacíamos...
MS: También recibí una buena lección de Pablo Lastras. Me dijo que hiciera la bolsa de agua [la mochila donde cada ciclista pone todo lo que puede necesitar en una etapa si empieza a llover]. Yo nunca había tenido tanta ropa, ni hecho una bolsa de agua, y puse de todo. Entonces, estábamos en el autobús del equipo, cogió la bolsa y lo tiró todo por el suelo. Y empezó a lanzarlo por dos bandas: esto sí, esto no. Él lo llevaba todo bien ordenado, incluso con unos cartoncillos. Ponía “chubasquero”; tirabas del cartoncillo y ya lo tenías. Yo soy más de llevarlo enredado y, si hace falta, meter la mano hasta el fondo.
JF: Pero si hace frío o llueve, no da ninguna gracia que te falte alguna cosa. Y a veces la ropa te llega tan tarde que ya no puedes ni ponértela.
MS: No, tienes las manos tiesas. Este año, en la París-Niza. Nubes y frío y yo salí como si fuera verano. Llovió e iba congelado. Con el frío no me entraban los guantes, ni podía ponerme los manguitos. Un espectáculo. Me quedé el último, tras los coches, y cuando por fin recuperé el grupo, todo eran abanicos. Avancé unos cuantos, hasta que ya no pude más. [Era la primera etapa, y Marc perdió 16 minutos].
JF: Te veo como una persona muy relajada, que da una importancia relativa al orden, que no se pone nervioso. “Si tengo un problema, ya lo solucionaré”, ¿no?
MS: Eso viene también del equipo. Competir con Nairo o con Valverde te permite estar en una tercera fila. Te tienes que esforzar igual, pero sin presión.
JF: El personaje más tranquilo que he visto nunca era Óscar Freire. Quizás no abrió nunca la bolsa de agua. O de sopetón aparecía con un chubasquero que no era ni el suyo. El otro extremo de un Lastras...
MS: Es que Pablo es un metódico. Ahora empieza de director, pero de corredor ya llevaba un esparadrapo pegado a la bici donde apuntaba cuando empezaban los puertos, por ejemplo.
JF: Eso es escuela Unzué. En el Tour, Eusebio compraba siempre la última guía Michelin de carreteras y tenía marcadas todas las etapas. Si pasábamos por rutas comarcales más estrechas o por zonas más anchas... lo sabía todo.
MS: Eso ahora lo hacen algunos compañeros con el Google Maps. Yo soy más despistado, pero ellos, por la tarde, se meten en el portátil y miran la etapa, o los últimos tres kilómetros, o la bajada de un puerto. También es cierto que actualmente nos introducen el recorrido en el GPS que llevamos en la bici. Nos meten la altimetría, puedes hacerte una idea de los puertos...
JF: Pero tú estás atento durante las carreras, eso se ve...
MS: Sí, pero en la Volta me fue de bien poco. El día que se cortó Froome [penúltima etapa, camino de Reus] yo coroné el primer puerto por detrás suyo. Por la emisora me iban insistiendo: “¡Marc, hacia adelante, Marc, hacia adelante!”. En las bajadas se suele respetar la posición, pero yo me lancé y fui avanzando gente hasta que me situé unos tres sitios por delante de Froome. Con un grupito con Contador nos incorporamos a los 25 que se habían escapado y cuando me giro... el grupo de Froome ya perdía medio minuto. “¡Uf, me ha ido por los pelos!” me dije. Al día siguiente vino Froome y me dijo “qué, ahora que he perdido tiempo dejaréis que me escape, ¿no?”
JF: ¿Te lo dijo a ti directamente? ¿Y te felicitó?
MS: Sí, sí, a mí. Él y otros, como Contador, me felicitaron tras el Mont Caro. Unos te felicitan y otros te tienen más respeto que antes.
JF: ¿Recuerdas alguna pájara importante?
MS: Si sólo fuera una... Mira, en el Dauphiné del año pasado. Iba en la fuga, subiendo La Madeleine, y el director, Joselu [Josep Lluís Laguia] me dijo que me descolgara y me uniera al grupo de los líderes, una veintena que venían por detrás. Lo hice y después iba aguantando hasta que llegó el último puerto, quizás de unos 7 kilómetros, no más. Y me hundí. Del todo. No tenía fuerzas y lo perdí todo en pocos ki-