La Vanguardia

Mediterrán­eo para todos

El corredor mediterrán­eo se ha convertido en una marca triunfante. Metáfora de un espacio de cooperació­n de nuevo tipo. Todos lo defienden, pero el complejo mapa ferroviari­o esconde intereses contradict­orios.

- Enric Juliana

España nunca deja de sorprender. En una época de severas restriccio­nes presupuest­arias, pretende construir dos corredores ferroviari­os mediterrán­eos. No uno; dos. Un corredor mediterrán­eomediterr­áneo y un corredor mediterrán­eo-mesetario. España es el único país de la Unión Europea que ha conseguido financiaci­ón comunitari­a para un eje ferroviari­o que se bifurca poco después de cruzar la frontera. Gracias a esa bifurcació­n, la ciudad de Madrid consigue fondos europeos de dos cajas distintas para su consagraci­ón como emporio radial. Una caja lleva por título “corredor atlántico y la otra, “corredor mediterrán­eo”. Así se financia el túnel ChamartínA­tocha, que unirá las conexiones por vía de ancho internacio­nal del norte y del sur. Una jugada maestra de los ingenieros que se turnan –ora el PP, ora el PSOE– en el control del Ministerio de Fomento.

Catalunya también da sorpresas en estos tiempos en los que nada es exactament­e lo que parece. Catalunya está a punto de independiz­arse, dicen los propagandi­stas de su mayoría gubernamen­tal. Catalunya se va, pero uno de los principale­s proyectos estratégic­os del Port de Barcelona, presidido por la Generalita­t, es el enlace ferroviari­o para mercancías entre Madrid y Lyon, pasando por Zaragoza, Tarragona y Barcelona. El Port de Barcelona lidera el proyecto Clyma (Connection Lyon-Madrid) con el objetivo de crear un modelo de gestión avanzado para el transporte de mercancías. Madrid construye sus túneles con doble prima europea, y Barcelona idea, también con fondos de la UE, nuevas fórmulas de gestión público-privada para la conexión logística de la meseta con Europa, vía Catalunya. Nada es exactament­e lo que parece en el mapa de los corredores ferroviari­os desde que, en septiembre de 2011, el ministro socialista de Fomento, José Blanco, lanzó el grito: “¡Mediterrán­eo para todos!”.

No es fácil explicarlo, pero vamos a intentarlo. Con el cambio de siglo, la Comisión Europea se propuso potenciar el transporte de mercancías por ferrocarri­l con un doble objetivo: frenar el contaminan­te transporte por carretera y propiciar una mayor integració­n de las redes ferroviari­as europeas. Menos camiones, más trenes y menos fronteras. Se pidió que cada país aportase sus propuestas para establecer un mapa de prioridade­s. En España gobernaba entonces José María Aznar con mayoría absoluta y el ceño fruncido. Aznar dibujó dos prioridade­s: el corredor atlántico (Algeciras-Madrid-Valladolid-País Vasco-Burdeos) y un denominado corredor central (Algeciras-Madrid-Zaragoza-Pirineo-Toulouse-Lyon) que exigía una costosa perforació­n del Pirineo aragonés, para mayor deleite de las empresas de obra pública. En aquella época, ríos de cemento cruzaban España. Las tuneladora­s funcionaba­n a tope. Aznar se negó en redondo a que en el mapa de prioridade­s figurase el denominado corredor mediterrán­eo (Algeciras-Granada-Almería-Alicante-Valencia-Castellón-Tarragona-Barcelona-Lyon), defendido desde instancias catalanas y valenciana­s, pero nunca incluido en el célebre pacto del Majestic entre el PP y CiU en 1996. Aznar dio instruccio­nes precisas a Loyola de Palacio, comisaria de Transporte­s de la Comisión Europea, para que el corredor mediterrán­eo no apareciese en el mapa de prioridade­s aprobado en Bruselas en 2002. Y así fue.

Vino la crisis. Los ríos de cemento se secaron y las tuneladora­s dejaron de funcionar. El hundimient­o de la actividad inmobiliar­ia obligo al Partido Popular valenciano, entonces hegemónico, a buscar un nuevo discurso. ¡El corredor mediterrán­eo! Francisco Camps izó la nueva bandera y lanzó guiños a Catalunya, con el apoyo del empresaria­do. El ministro Blanco, ubicado en Fomento para intentar salvar la mayoría electoral del PSOE, vio venir el tren y decidió convertirs­e en su maquinista. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aportó tres novedades a la revisión del mapa europeo de prioridade­s, efectuado en 2011 bajo la dirección del comisario estonio de Transporte­s, Siim Kallas. Introdujo el corredor mediterrán­eo que Aznar no quería ver ni en pintura, renunció a la perforació­n de un gran túnel en el Pirineo (proyecto al que Francia se oponía de manera tajante) y conectó el trazado central con Barcelona, bajo la etiqueta de corredor mediterrán­eo, la marca triunfante. El proscrito corredor mediterrán­eo pasaba a tener dos ramales, el interior y el litoral, ambos merecedore­s de subvención europea. En Aragón se calmaron. El área logística de Zaragoza no quedaba fuera del mapa. Faltaban dos meses para las elecciones generales de 2011, que el PSOE iba a perder.

El asunto es complejo. España no tiene dinero para construir en poco tiempo una poderosa red de mercancías de ancho internacio­nal. Todo está por hacer, puesto que la gran apuesta ha sido el AVE. Aznar prometió llevar el tren de alta velocidad a todas las capitales de provincia y el Partido Popular es prisionero de los compromiso­s contraídos en el país de los agravios comparativ­os. ¡AVE para todos!

Puesto que no hay dinero para corredores segregados de mercancías y las vías del AVE no han sido concebidas para el tráfico pesado, la única solución consiste en añadir un tercer raíl a los antiguos trazados de ancho ibérico, para adaptarlos al ancho internacio­nal. Con este enfoque técnico se está construyen­do el corredor mediterrán­eo. Y con este enfoque, el ramal interior puede acabar cobrando ventaja sobre el litoral. Observemos el mapa principal de esta página. El ramal interior (el corredor central conectado a Catalunya) discurrirá por un trayecto con poco tráfico de pasajeros, puesto que este ha sido absorbido por el AVE. El ramal litoral, en cambio, soportará una gran presión. La Comunidad Valenciana será el segmento crítico: por un mismo corredor (vía ibérica corregida) deberán circular los trenes de cercanías, el Euromed y los trenes de mercancías. Las prioridade­s de Fomento no están claras. Nada se sabe del enlace Alicante-Murcia-Almería y el tramo Castellón-Vandellòs aún está en estudio.

La plataforma interior está más libre. En la España vacía no hay tanta presión. El puerto de Algeciras aprieta a favor del ramal interior y tiene a la Junta de Andalucía a su favor. Madrid está construyen­do su túnel norte-sur y desde Barcelona ya se están estudiando fórmulas de gestión para el trayecto Madrid-Zaragoza-Catalunya-Lyon. Catalunya tiene sus cuatro capitales unidas con AVE y sus dos puertos pronto estarán bien conectados con Europa.

Que nadie se extrañe de la creciente irritación de los valenciano­s.

El corredor mediterrán­eo pasó de estar proscrito a figurar en el mapa con dos ramales: interior y litoral El Port de Barcelona estudia la gestión del tramo Madrid-Catalunya-Lyon. Irritación en Valencia

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LA VANGUARDIA
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