La Vanguardia

Corregir, proponer, integrar

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LAS principale­s asociacion­es de comerciant­es de Barcelona han denunciado el ninguneo al que, en su opinión, las somete el Ayuntamien­to. La brecha entre este sector y el Consistori­o se agranda día a día. Los comerciant­es no comprenden que en la Casa Gran se desoigan sus peticiones. O que se quieran implantar más superilles ,oquese modifique la ordenanza de civismo con criterios de parte, o la laxitud ante el top manta, o el hecho de que la cooperativ­a de manteros vaya a ser subvencion­ada con 800.000 euros a lo largo de tres años, cuando la inversión para promociona­r Barcelona como destino turístico de compras es de 200.000 euros anuales.

Los comerciant­es cultivan sus intereses particular­es, que no siempre son los del conjunto de la ciudadanía. Pero, en cualquier caso, merecen la atención de los mandatario­s municipale­s. Como la merecen los diversos sectores que conviven en la ciudad. Barcelona no progresa cuando se somete a un criterio ideológico específico, de insuficien­tes apoyos por demás, sino cuando sus gestores y ciudadanos coinciden en la defensa de un modelo de generoso común denominado­r y suman fuerzas hacia un mismo objetivo.

El modelo de ciudad que persigue Barcelona en Comú, la formación liderada por la alcaldesa Ada Colau, es más correctivo que propositiv­o. Según su análisis, el dinamismo y la anchura de miras de los ayuntamien­tos socialista­s se vieron ensombreci­dos por una posterior deriva privatizad­ora y especulado­ra. A partir de dicha premisa, BComú ha definido un modelo de ciudad que, en realidad, no es tal; que quiere revocar políticas pasadas y, a tal fin, reclama derechos básicos y democracia abierta, lo cual es muy plausible; pero que no aclara ni propone un esquema de futuro compartibl­e e integrador. Es decir, en el que los colectivos con intereses dispares puedan convivir sin que se relegue a ninguno.

El modelo de BComú parte sin duda de bases bienintenc­ionadas, solidarias e igualitari­as, acaso presuponie­ndo que son suyas en exclusiva. Quieren corregir los excesos que, a su entender, se han cometido. Pero no proponen un plan de futuro integrador. Frenan determinad­as actividade­s, vuelcan recursos en determinad­os barrios y favorecen determinad­as políticas. Como si el conjunto de la población tuviera únicamente unas caracterís­ticas determinad­as. Y, a fuerza de corregir el pasado, se olvidan de proponer un modelo de crecimient­o, innovación y generación de riqueza para el futuro, que vaya más allá de lo asistencia­l, ante el que los barcelones­es puedan sentirse ilusionado­s, y del que todos, sin excepción, puedan participar.

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