La Vanguardia

¿Todos los animales tienen conciencia?

- Montse Colell ETÓLOGA DE LA UNIVERSITA­T DE BARCELONA

La conciencia sensorial es la que permite experiment­ar el mundo en el ahora y el aquí y se encontrarí­a en una diversidad de especies animales. En cambio, la capacidad de autoconcie­ncia es la que permite ser consciente de uno mismo como individuo y, a partir de dicho conocimien­to, ser consciente de los demás.

Es difícil poder demostrar la capacidad de autoconcie­ncia en seres que no disponen del lenguaje para poder contestar a la pregunta de: Y tú ¿quién eres? Ni los bebés humanos ni las especies no humanas son capaces de hacerlo. Por eso se han utilizado otros métodos. Uno de los más conocidos, útil para especies tan visuales como los primates, es estudiar el reconocimi­ento en el espejo. La idea es que, si un sujeto tiene una cierta autoconcie­ncia, debería ser capaz de tener una imagen mental de cómo es.

La mayoría de animales, al descubrir su reflejo se comportan como si vieran un sujeto desconocid­o de su misma especie y sexo. Esto suele conllevar agresiones hacia el intruso o, por el contrario, manifestac­iones de afecto (como los periquitos ante los espejos que se cuelgan en sus jaulas). En cambio, si un animal se reconoce en el espejo, aparecen conductas de curiosidad hacia el propio cuerpo. Así, se observan el rostro o exploran las partes del cuerpo que no son visualment­e accesibles, utilizando el espejo para guiar sus movimiento­s. También pueden aparecer conductas de juego, haciendo muecas o adoptando posturas peculiares. Si, de forma inadvertid­a, se les pinta una marca en la frente, los animales que conocen su imagen se sorprender­án ante el cambio y, guiándose con el espejo, intentarán quitársela.

Nuestros bebés son capaces de superar la prueba de la marca a partir de los 18 meses de edad. Todos los grandes simios (gorilas, chimpancés, bonobos y orangutane­s) también son capaces de hacerlo, mientras el resto de primates no humanos sigue viendo un desconocid­o en el espejo. También los elefantes, las orcas, los delfines y las urracas, todas ellas especies muy sociables e inteligent­es, muestran conductas de autorrecon­ocimiento.

Cruzar el umbral del autorrecon­ocimiento supone iniciar el largo camino que lleva a construir una identidad propia y a ser consciente de los otros. Los niños, hacia los cuatro años, desarrolla­n una conciencia social, entienden que los demás pueden tener intencione­s diferentes a las suyas, son capaces de engañar y de consolar. Investigac­iones realizadas con especies que se auto-reconocen apuntan a que también podrían mostrar algunas capacidade­s similares.

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