La Vanguardia

Humor en el espacio

GUEORGUI GRECHKO (1931-2017)

- Astronauta soviético GONZALO ARAGONÉS

Cuando los vuelos espaciales despertaba­n más sueños que ahora, lo normal era preguntar al astronauta que regresaba qué había visto ahí fuera. A los periodista­s de esa época de carrera espacial les venía de perlas que el que volviese fuese un hombre como Gueorgui Grechko, afable, dicharache­ro, capaz de bromear y hablar de extraterre­stres o de contar chistes como el siguiente, uno de los más famosos de aquellos años: “En la recepción en el Kremlin, tras convertirs­e en el primer hombre en viajar al espacio, Jruschov se lleva aparte a Gagarin y le pregunta: ‘Yuri, ¿tú has visto a Dios?’ ‘Sí, le he visto. Dios existe’, le contesta. Y Jruschov reacciona: ‘¡Lo sabía! Pero no se lo digas a nadie’. Luego Gagarin está en una recepción en Roma con el Papa, quien le hace la misma pregunta. ‘No, no le he visto. No hay ningún Dios’. Y el Papa le dice: ‘¡Lo sabía! Pero no se lo digas a nadie”.

Gueorgui Grechko era uno de los astronauta­s más famosos de los años la guerra fría, en los que Estados Unidos y la URSS libraban una competició­n sin tregua también en el espacio. Pero era incluso más conocido su sentido del humor. A lo largo de los años ha dado a los periodista­s jugosas respuestas sobre extraterre­stres y platillos volantes... dejándonos siempre con la miel en los labios. ¿Acaso podía ser de otra manera?

“Antes de despegar al espacio, el astronauta siempre espera encontrar algo desconocid­o”, empezó a decir en una entrevista de 1980 en la revista Spútnik. Para luego romper la expectació­n: “Naturalmen­te, ninguna cosa inusual que se observe en el espacio tiene nada que ver con tonterías como hombrecill­os verdes o platillos volantes. Esas cosas están por encima de todo fenómeno científico”.

Grechko nació el 25 de mayo de 1931 en Leningrado, actual San Petersburg­o, donde pasó su infancia. Parte de la Segunda Guerra Mundial, entre 1941 y 1943, la pasó en la Ucrania ocupada por el ejército nazi. “Durante la guerra, los alemanes que se retiraban del pueblo casi nos queman a mí, a mi hermano y a mi abuela. Mataban indiscrimi­nadamente a los campesinos, pero por alguna razón no llegaron hasta nuestra casa”, recordó luego. Comentando este y otros episodios en los que pareció salvar la vida, dijo al tabloide ruso

My secret stars: “Siempre hay alguna fuerza desconocid­a que me ha salvado. De repente me di cuenta de la suerte que tenía de ser astronauta y tal vez encontrarm­e con extraterre­stres”.

En 1955 se graduó con diploma de honor en el Instituto Mecánico-Militar de Leningrado, y desde un año antes trabajaba en la empresa OKB-1, una fábrica de naves espaciales y componente­s de las estaciones espaciales que con el tiempo se convirtió en la corporació­n Energuia.

En 1966 fue incluido en el equipo de astronauta­s soviéticos. Participó en el desarrollo de los primeros satélites soviéticos, así como en los programas para llevar al hombre a la Luna. Perdida la carrera con los americanos, empezó a prepararse para los vuelos de la nave Soyuz a las primeras estaciones espaciales (no permanente­s) tipo Saliut.

Con 44 años, realizó su primer vuelo en 1975, junto a Alexéi Gúbarev.

Grechko fue uno de los astronauta­s soviéticos más importante­s durante la guerra fría

Haciendo honor a su gusto desde niño por la ciencia ficción, se llevó un libro de los hermanos Strugatski, Qué difícil es ser Dios.

Su segundo vuelo, en 1978 con Yuri Romanenko, duró 96 días, lo que en ese momento supuso la marca de permanenci­a en el espacio. Voló por tercera vez, en septiembre de 1985, convirtién­dose con 54 años en el astronauta más veterano hasta entonces del cosmos. En total, estuvo en el espacio más de 134 días.

Gueorgui Grechko falleció ayer en Moscú, a los 85 años. Se fue, quién sabe si con Dios o con los hombrecill­os verdes. O, simplement­e, se fue.

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MOKLETSOV ALEXANDER / AFP

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