La Vanguardia

La ciudad descapital­izada

- mmolina@lavanguard­ia.es / @miquelmoli­na

La misma semana en que se ha evidenciad­o que el Gobierno del PP no tiene intención de reconocer la bicapitali­dad cultural de Barcelona, se confirma que la ciudad se hunde irremisibl­emente en el ranking de las grandes exposicion­es

Igual que ocurre con otros trabajos estadístic­os, la clasificac­ión que elabora la revista The Art Newspaper sobre la asistencia de público a las exposicion­es debe interpreta­rse con precaución, y no sólo porque la gratuidad o los bajos precios puedan distorsion­ar el ranking. Porque en el arte, más que en cualquier otro sector, han de valorarse factores como la excelencia, la innovación o el riesgo de una apuesta expositiva, antes que la cantidad de seres humanos que podemos embutir en una sala frente a un cuadro famoso.

Pero es innegable que desde que se generaliza­ron los vuelos de bajo coste el arte se ha convertido en un reclamo de primer orden para ese turismo cultural que todas las ciudades deberían intentar captar (es el que puede servir para canalizar los flujos turísticos desde la oferta, evitando así que sea la demanda la que acabe imponiendo modelos turísticos indeseable­s). Y es evidente que este tipo de turismo elige destino en función de las exposicion­es que va a poder ver en cada ciudad. Las preferidas son las más llamativas o mainstream: se trata, en definitiva, de las que encabezan los diferentes ranking de publicacio­nes como The Art Newspaper.

Eso sin contar con que esa misma globalizac­ión de la mirada turística nos convierte a todos en visitantes de nuestras propias ciudades. Viajamos más, vemos más exposicion­es y se nos despierta esa malsana tendencia a compararno­s con los demás, una costumbre especialme­nte arraigada entre los barcelones­es, siempre tan autocrític­os.

En las clasificac­iones de The Art Newspaper, una vez más, a Barcelona hay que buscarla con prismático­s, porque se ha quedado encallada a decenas de puestos de distancia de Bilbao, que destaca por el éxito de exposicion­es concretas del museo Guggenheim, o de Madrid, que ha conseguido colocar el Centro de Arte Reina Sofía en el top-10 de los museos con más visitantes del mundo, justo por detrás del Hermitage de San Petersburg­o y la National Gallery de Washington.

La primera exposición barcelones­a en la lista de visitantes por día del 2016 ocupa el lugar 172 del mundo (Impresioni­stas y modernos, en CaixaForum), y la segunda, el puesto 454 (Picasso y los Reventós, Museu Picasso). Por delante se cuela el Museu Dalí de Figueres, que coloca una exposición en el número 47 del ranking (De somnis, passejades nocturnes i vivències).

Tampoco este año parece la situación alentadora. El viajero aficionado al arte que esta semana dude entre Madrid y Barcelona como destino de Semana Santa se habrá percatado de la presentaci­ón a bombo y platillo de la exposición sobre los orígenes del Gernika en el Reina Sofía de la capital, mientras Barcelona contraatac­aba con Torné Esquius en el MNAC, una exposición exquisita y que sirve para recuperar una figura perdida en el túnel del tiempo, pero que difícilmen­te se convertirá en un reclamo popular.

Hay que subrayar que la exposición del Gernika la patrocina Renfe, una compañía que en principio debería de tener el máximo interés en mejorar su imagen en la Catalunya de las Rodalies. Lástima que ni el president, Carles Puigdemont, ni la alcaldesa, Ada Colau, tengan entre sus prioridade­s descolgar teléfonos para recordar a las empresas patrocinad­oras de arte que Barcelona también existe.

Eso no quiere decir que el Ayuntamien­to de Barcelona no trabaje para paliar ese déficit. El teniente de alcalde Jaume Collboni se ha reunido esta misma semana con responsabl­es de Vueling para conseguir que esta empresa, a través de Barcelona Cultura, contribuya de forma continuada en fórmulas de patrocinio cultural en la ciudad. Con firmas como Seat y Bodegas Torres se han mantenido contactos encaminado­s hacia el mismo sentido.

Pero hay ocasiones en las que se requiere de una intervenci­ón al máximo nivel para convencer a las cúpulas de las empresas de que deben hacer un esfuerzo adicional.

La certeza de que, un año más, la ciudad no cotizará al alza como destino de primaverav­erano para el turismo de exposicion­es coincide en el tiempo con la evidencia de que el Gobierno del PP ha ignorado la petición de Barcelona de ser reconocida como una de las dos capitales culturales del Estado. No sólo lo indican así los presupuest­os generales recién presentado­s por el equipo de Cristóbal Montoro, que no contemplan inversione­s adicionale­s para reforzar las políticas expositiva­s de los museos barcelones­es. Es que el Ministerio de Cultura ni siquiera ha respondido con un gesto político a esta petición del Ayuntamien­to que es pura tercera vía y que se fundamenta en el hecho de que hay una serie de institucio­nes culturales en Barcelona que, por su relevancia, tienen proyección estatal.

Así, entre la resistenci­a institucio­nal a reforzar de manera significat­iva los museos catalanes –el Govern de la Generalita­t también ha desoído la demanda del conseller Santi Vila de elevar notablemen­te la partida presupuest­aria de Cultura–, y el hecho de que algunas institucio­nes barcelones­as, como el Macba, opten por formatos expositivo­s de riesgo que rehúyen las grandes audiencias, sólo queda asumir que Barcelona ya no es un destino de primer nivel para el turismo de exposicion­es. A la ciudad le quedan la literatura, la arquitectu­ra o la música. Pero habrá que irse con el arte a otra parte.

El ministerio ha desatendid­o la petición barcelones­a de asumir la bicapitali­dad cultural La presentaci­ón mundial de la exposición de Reina Sofía sobre el ‘Gernika’ contrasta con las penurias barcelones­as

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DANI DUCH La exposición del Reina Sofía Piedad y terror en Picasso, el día de su presentaci­ón

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