La Vanguardia

Debilidade­s y segundos batallones

- POR LA ESCUADRA Santiago Segurola

El derbi madrileño habló más de las caracterís­ticas actuales del Real Madrid que del estado del Atlético, que empató sin alardes en el Santiago Bernabeu. Es significat­ivo el resultado después de un discreto partido del Atlético. En el mejor de los casos fue un equipo adulto. No fue víctima del nerviosism­o después del gol de Pepe, ni se dejó llevar por la impacienci­a. Hizo lo que no es habitual en otros equipos cuando se personan en el Bernabeu. Aprovechó el desplome del Real Madrid en la última media hora y equilibró el resultado. Para eso está gente como Griezmann. La mayoría de los equipos españoles no tienen un jugador de tanto calibre.

Hace tiempo que el Real Madrid gobierna los partidos a ratos. Ofrece algunos buenos minutos, marca goles y se lleva la victoria. No pierde en el Bernabeu desde la noche de los tiempos. Sin embargo, cada partido señala un descenso significat­ivo en la capacidad del Real Madrid para manejar el juego. Frente al Alavés pasó un mal trago en la segunda parte.

Lo mismo sucedió contra el débil Leganés. Cada vez concede más tiempo a sus rivales, cada vez se acula más para buscar el contragolp­e y cada vez encuentra menos la solución Cristiano Ronaldo. El delantero portugués anota un 50% menos de goles. Es un porcentaje que probableme­nte disminuirá en el futuro. Cristiano Ronaldo ya no es un chaval. Los largos periodos de desgobiern­o en el Real Madrid se derivan en gran medida de las cuestiones administra­tivas que presiden el club.

El último de los problemas del equipo frente al Atlético era Kroos, el mejor del equipo en el primer tiempo. Sin embargo, el Madrid comenzó a flojear después del gol de Pepe y del buen fútbol en los primeros diez minutos del segundo tiempo.

Sin grandes alardes, el Atlético adelantó las líneas y no encontró respuesta en el Real Madrid. Ni Bale, ni Cristiano, ni Benzema ayudaron en tareas defensivas, como es costumbre, y al equipo no le quedó otro remedio que refugiarse en su campo. Le ocurre casi siempre, pero la BBC es casi intocable.

Isco sustituyó a Kroos, decisión más que cuestionab­le de Zidane. El Madrid necesitaba más gente en el centro del campo. Pedía a gritos el ingreso de Isco o de James. Se había escuchado el clásico rumor de desaprobac­ión a Gareth Bale, que había sesteado toda la tarde. Se había ganado todas las papeletas para la sustitució­n. Improducti­vo en el juego de ataque, su dejadez defensiva animó a la crecida de Filipe Luiz. Sin Kroos y con Isco, el Real Madrid se resignó al sufrimient­o. Desde hace años, sus entrenador­es sienten un temor reverencia­l a tomar las convenient­es decisiones futbolísti­cas. No saben que eso tampoco les salvará de la ira del jefe.

El Madrid llega a la recta final de la temporada en la mejor posición posible –el Barça desaprovec­ha reiteradam­ente todas las concesione­s de su rival–, pero

El Madrid llega a la recta final en la mejor posición posible, pero su juego es irregular

su juego es irregular. Sólo en Eibar fue hegemónico de principio a fin, con su segundo batallón como principal protagonis­ta. En otros tiempos, la hinchada temería por el equipo, peleado con el título de Liga desde hace mucho tiempo. Sus problemas son ahora de consumo interno. Aunque existen, apenas tienen trascenden­cia. El Barcelona se empeña en aliviarle el camino hacia el título. En Málaga, su segundo batallón volvió a hundirse. En ese capítulo, la diferencia entre los dos equipos es abismal.

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GONZALO ARROYO MORENO / GETTY Cristiano Ronaldo se lamenta de haber errado una ocasión
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