Mosul es un infierno para sus habitantes
El avance de las fuerzas iraquíes es muy lento para no poner en más peligro a las 400.000 personas atrapadas en el interior de la ciudad
No hace falta adentrarse mucho en las calles del oeste de Mosul para que vengan a la memoria las palabras que se oían con frecuencia al comenzar la ofensiva para retomar la segunda ciudad de Iraq en octubre pasado: no queremos que Mosul se convierta en otra Alepo.
Las fuerzas armadas iraquíes lo han logrado en la zona Este de la ciudad, hoy bajo control de las fuerzas iraquíes, pero no han tenido el mismo éxito en el margen derecho del Tigris.
Aquí la lucha es encarnizada. El Estado Islámico (EI), por ejemplo, ejecutó ayer a 25 individuos que habían intentado huir de Mosul y colgó sus cuerpos de los postes de luz del barrio de Al Tank para que sirvieran de advertencia al resto de la población.
En los barrios todavía bajo control yihadista viven todavía unas 400.000 personas, que el EI pretende utilizar como escudos humanos. Cuanto más civiles sigan en sus casas más difícil es el avance de las fuerzas iraquíes.
Decenas de edificaciones han quedado reducidas a escombros y la crisis humanitaria cada día es peor. El hambre que padece la población atrapada y el miedo a los ataques, ha llevado a miles de personas a tomar la decisión de huir a pesar de que corren el riesgo de ser ejecutados por las milicias yihadistas. Se calcula que miles de habitantes de los barrios occidentales de la ciudad han muerto de desde que el 19 de febrero se iniciara la ofensiva.
“Nos capturaron cuando salíamos de la ciudad, nos encerraron en una casa y amenazaron con matarnos a todos”, cuenta un hombre que camina por las calles de uno de los primeros barrios de Mosul liberados en compañía de su hija Hajja, de cinco años. Esta mañana la niña está enferma, le duele el estómago como consecuencia de la mala calidad del agua y el padre la ha llevado al hospital de campaña cercano para que le receten algunas medicinas. Este individuo, como otros en este barrio, decidió quedarse en la parte oriental de la ciudad después de que este sector fuera retomado por las fuerzas iraquíes el pasado 24 de enero. Dice que su casa es lo único que tiene y que sus ahorros los utilizó para pagarle a los contrabandistas que, sin éxito, intentaron sacarlo de la ciudad.
Al final, cuenta, lograron escapar de los yihadistas cuando éstos abandonaron su custodia para ponerse a combatir. Aún así dos personas que intentaban huir con ellos fueron alcanzadas por los disparos.
Hoy conviven en estas calles de casas bajas y jardines florecidos, con decenas de hombres de las diferentes fuerzas iraquíes que transitan de un lado a otro con sus acorazados.
La guerra no ha logrado borrar la belleza de esta ciudad de edificaciones bajas donde los espacios verdes tienen una gran prioridad. “No filme la destrucción”, dice uno de los integrantes de la policía federal que guía a un grupo de periodistas por los sectores del oeste de la ciudad que están en disputa.
Las fuerzas iraquíes cada día están más recelosas de la prensa,
El EI mata a 25 personas que huían de Mosul y cuelga sus cuerpos de los postes eléctricos La mezquita de Al Nuri, donde Al Bagdadi proclamó el califato, está a 500 metros del frente
especialmente la extranjera, desde que se publicó la noticia del bombardeo llevado a cabo por la coalición internacional en una casa donde murieron alrededor de 200 personas.
En la medida que el convoy avanza se observa cómo la mayoría de las esquinas están bloqueadas con decenas de carcasas de coches quemados. Las paredes de muchas viviendas están derrumbadas sobre las calles, convertidas en grandes basureros de escombros. A esto se suma los cráteres que dejan los bombardeos.
Los francotiradores del llamado Estado Islámico aparecen sorpresivamente desde posiciones que las fuerzas iraquíes han proclamado como retomadas. Esto incluye la sede de la gobernaduría. “Detrás del edificio (un bloque de hormigón que tiene las paredes laterales derrumbadas) está el centro de la ciudad vieja, que es el núcleo duro de la resistencia del Estado Islámico. “Si los yihadistas pierden el control sobre esa zona será su fin”, explica el coronel Imad Khalat. Estamos en un barrio dentro del radio de acción de los morteros del EI y, mientras hablamos, se escucha el silbido y luego el impacto de un proyectil a pocos metros de nosotros. “Están por todas partes”, señala el coronel que continúa explicando que a solo unos 500 me-
tros se encuentra la mezquita de Al Nuri, desde donde Abu Bakr Al Bagdadi proclamó el califato hace casi tres años.
La estrategia de las fuerzas iraquíes es rodear a los hombres de EI dentro de la ciudad vieja donde no tendrán otra opción que ser capturados o morir.
Desde otras esquinas de esta callejuela estrecha donde las puertas de madera dan paso a casas tradicionales que todavía evocan sus épocas de gloria, grupos de oficiales disparan hacia esas calles donde se esconden los francotiradores. Las mantas extendidas en los cruces tapan la vista del enemigo.
La capacidad para sorprender que todavía tiene el EI hace mucho más peligrosa la vida para los civiles, especialmente aquellos que han decidido quedarse en los territorios liberados de la ciudad. Este es el caso de una familia que encontramos en el segundo piso de una casa ubicada en la primera línea de batalla. “Por qué nos íbamos a ir. Es nuestra casa y con la policía nos sentimos seguros”, dice el padre, que había sido oficial del ejército iraquí. “No podía salir de casa –explica– porque los milicianos del EI estaban por todas partes y buscaban especialmente a las personas que habíamos pertenecido a las fuerzas armadas”.